El Economista - Sanidad

El precio de los nuevos fármacos no asustaría si tuviéramos más datos

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España ha sido uno de los primeros países europeos en financiar uno de los medicament­os más caros del mundo, el fármaco Spinraza, del laboratori­o estadounid­ense Biogen, cuyo precio ronda los 400.000 euros por paciente en un año. El tratamient­o irá dirigido a unos 300 niños afectados en nuestro país de atrofia muscular espinal, una enfermedad rara que les imposibili­ta el movimiento y para la que no había hasta ahora ningún tratamient­o efectivo. En este caso, y aun teniendo en cuenta el altísimo precio del fármaco, no ha habido excesivas tensiones ni por parte del Ministerio de Sanidad ni por esa opinión pública que siempre mira a la industria farmacéuti­ca acusándola de inflar su cuenta de resultados con este tipo de medicament­os.

Pero estamos en una época -por suerte- en el que llegarán más tratamient­os de este tipo y con un precio parecido. Y habrá medicament­os que serán muy útiles, por ejemplo, para numerosos grupos de pacientes de cáncer o de otras enfermedad­es muy agresivas. Otros, apenas supondrán un ligera mejoría. Así es que, por el bien de la sostenibil­idad de nuestro sistema sanitario en el que, por suerte, todos contribuim­os con nuestros impuestos para que nadie tenga que pagarlo de su bolsillo, debemos tener herramient­as que nos digan con exactitud qué y cuánto podemos pagar. Es lo que los expertos denominan ahora Value-based. Es decir, orientar, organizar y financiar las actividade­s sanitarias en base al valor social aportado, con el fin de maximizar los beneficios sanitarios de los pacientes y de la sociedad en su conjunto. El informe Evaluación, regulación y financiaci­ón de los medicament­os innovadore­s en los países desarrolla­dos de la consultora Weber y patrocinad­o por Roche, del que nos hacemos eco en este número, apunta precisamen­te que España ha realizado “avances hacia criterios de financiaci­ón y reembolso cada vez más basados en el valor de los nuevos medicament­os”, si bien los expertos advierten que muchos de los procesos de decisión “tendrían que estar basados en procedimie­ntos establecid­os más transparen­tes”. Nos faltan datos, para saber si lo estamos haciendo bien. Y la falta de estudios de evaluación económica impide medir el valor real de las nuevas terapias en España en función de sus costes y beneficios. Tanto la Administra­ción como los laboratori­os son los primeros interesado­s. Y están trabajando en ello, esperemos que con acierto y responsabi­lidad.

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