Perder el miedo en el sector
El éxito de la moción de censura llevada a cabo por el grupo parlamentario socialista a finales de mayo propició un cambio en el Gobierno de España, presidido ahora por Pedro Sánchez. El programa con el que el PSOE se presentó a las últimas elecciones generales muestra las principales líneas de trabajo y propuestas de actuación del partido que ahora nos gobierna. Y, aunque no supone ninguna novedad, resulta muy significativo comprobar cómo la Sanidad no era siquiera mencionada entre las reflexiones económicas de las propuestas electorales.
Bajo el apartado Una economía 4.0 más productiva, el programa socialista afirmaba lo siguiente: “España cuenta con sectores maduros, que por su peso en el PIB, por estar ligados a la demanda pública, por su influencia en la ordenación del territorio, precisan de una revisión de sus políticas de apoyo”. Es una reflexión razonable que se acompaña, a continuación, con una lista de sectores que parecen encajar en esos aspectos: turismo, industrias culturales, automoción, transporte, agricultura, ganadería, pesca, industria aeroespacial... Y, una vez más, la sanidad queda fuera de la ecuación al referirse a sectores productivos.
Tradicionalmente, al hablar de la salud en términos económicos tan solo se observa la partida correspondiente a los gastos y, en el mejor de los casos, se manosean términos como sostenibilidad o financiación. Son, sin duda, conceptos muy importantes, pero no pueden eclipsar una realidad generalmente olvidada: la sanidad representa más del 9 por ciento del PIB, por encima de muchos de los sectores antes mencionados; emplea de manera directa a centenares de miles de profesionales con alta cualificación y tantos otros de forma indirecta en todos los sectores que proveen a la sanidad -tecnología, medicamentos, transporte, infraestructuras, alimentación, textil, seguridad...-. Nuestro sistema sanitario supone la mayor garantía del Estado del bienestar en todo el territorio nacional y aúna, en un ejemplar círculo virtuoso, el bien social con su papel de motor económico.
A pesar de todo lo anterior, resulta difícil encontrar referencias políticas en las que se destaque este protagonismo económico de la sanidad y se sigue utilizando el ámbito de la Salud como bandera ideológica, a menudo cargada de demagogia. Habitualmente, se identifican los retos del sistema -cronicidad, envejecimiento de la población, mayor