Biosimilares: una apuesta de valor
Si se nos plantease la disyuntiva de tener que elegir entre dos productos de igual calidad, y de estructura y función indistinguibles, parecería razonable optar por el que aportase más valor; se mida este como se mida. Eso son los medicamentos biológicos similares -biosimilares- y sus correspondientes medicamentos biológicos originales de referencia; productos de calidad, que comparten en esencia el mismo principio activo, y se administran bajo las mismas condiciones y en las mismas indicaciones. Esta aseveración no es cuestionable. Baste con recordar que la avala la Agencia Europea del Medicamento, pionera en el desarrollo de una reglamentación sobre biosimilares cuyos principios científicos los han replicado agencias como la estadounidense FDA, y organismos como la Organización Mundial de la Salud. Además, la refrendan los ya más de 11 años de experiencia con biosimilares en el mercado europeo. Si original y biosimilar son en esencia lo mismo, una vez registrado el biosimilar ¿cuál es preferible prescribir? En otros términos ¿qué producto aporta más valor al sistema sanitario, y por ende a los pacientes; el biosimilar o su producto original de referencia? No conviene contestar taxativamente, pero la experiencia europea en biosimilares, y la lógica de la dinámica del mercado farmacéutico, nos permiten apuntar una respuesta.
Un biosimilar se lanza al mercado por lo general a un precio inferior al del producto de referencia. Si bien en este escenario parece incontestable dar prioridad al biosimilar, la amenaza comercial que este supone induce a menudo al laboratorio titular del medicamento original a igualar ese precio. Esta dinámica es precisamente el principal beneficio, pero no el único, atribuible a la introducción de los biosimilares: incorporar un factor de competencia en el mercado que provoque una reducción deseable del coste del tratamiento biológico. Sin embargo, cuando el componente económico como elemento diferenciador desaparece, la tendencia natural del médico es a seguir prescribiendo el medicamento original. Esta barrera comercial “amenaza desinversión”. Dicho de otra manera, si el lanzamiento del biosimilar se convierte exclusivamente en una mera herramienta inductora de descuento en el medicamento original, dejarán de lanzarse biosimilares, y se volverá a un monopolio que, en exceso, sería perjudicial para el sistema. El lógico reflejo de optar por el producto original es por lo tanto “pan para hoy y hambre para mañana”. Pero tenemos pacientes hoy, y tendremos pacientes mañana. Para prevenir que la reducción del coste del tratamiento sea efímera, en España y en el resto de Europa ciertas voces piden tras el