La Sanidad debe adaptar en 2019 el pago por resultado con los fármacos
El pago por resultados se impone cada vez más en la sanidad española. El último acuerdo al que ha llegado el Ministerio de Sanidad con el laboratorio farmacéutico Novartis para financiar su terapia contra la leucemia y el linfoma recoge ya hasta un 48 por ciento del coste de este tratamiento en función de los grados de eficacia que demuestre a lo largo de su uso en los pacientes. En concreto, la filial del laboratorio suizo llegó a un acuerdo con la Agencia Española del Medicamento para financiar el tratamiento Kymriah a un precio de 320.000 euros por paciente. Sin embargo, las autoridades sanitarias -en este caso las comunidades autónomas, que serán las pagadoras- solo desembolsarán ese precio si se obtienen los resultados esperados de eficacia, que en este caso ha mostrado más de un 80 por ciento de remisión de la enfermedad en sus estudios de aprobación.
De esta manera, según el acuerdo firmado entre Sanidad y Novartis, la Administración sanitaria pagará un 52 por ciento del precio del fármaco -en este caso, 166.000 euros- en el momento de adquisición del tratamiento y un año después ambas entidades volverán a sentarse para comprobar los resultados reales del funcionamiento de la terapia en el paciente. De esa valoración saldrá el 48 por ciento restante del pago, por lo que casi la mitad de su coste será variable.
Parece un acuerdo razonable, dado el coste de la terapia, pero también sus altas tasas de eficacia demostrada en los estudios. La intención del Ministerio de Sanidad es que el acuerdo firmado con Novartis para esta terapia génica para tumores hematológicos sea la norma habitual con los tratamientos de este tipo a partir de ahora. La de Novartis ha sido la primera terapia génica contra el cáncer que se aprueba en España.
Los oncólogos y hematólogos aseguran que, esta vez sí, estamos ante una revolucionaria forma de combatir el cáncer. Se trata de tratamientos personalizados, donde a cada paciente se le extraen células que son modificadas en laboratorio para incluirles un gen capaz de actuar contra las células malignas. Una vez que las células son modificadas, se inyectan de nuevo en cada paciente.
En fase de negociación parecida también se encuentra actualmente el tratamiento Yescarta, de la farmacéutica estadounidense Gilead, para un tipo de linfoma no Hodgkin. Lo lógico sería que laboratorio y Ministerio llegaran a un acuerdo de este tipo. La sociedad lo va a demandar.