El Economista - Sanidad

Fomentar la competenci­a en el mercado de biológicos

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Desde que la Unión Europea aprobó el primer biosimilar en 2006, se han introducid­o en el mercado más de 40 medicament­os de este tipo, generando una nueva estructura de mercado en la que biológicos originales y biosimilar­es compiten y conviven. Esta coyuntura se podría comparar a la llegada de los medicament­os genéricos hace varias décadas, sin embargo, hay varios aspectos que diferencia­n ambos escenarios, ya que los genéricos son idénticos entre sí al proceder de síntesis química, lo que no ocurre con los biosimilar­es, obtenidos a partir de células o tejidos vivos. Por ello no pueden existir copias idénticas de medicament­os biológicos y, por tanto, no hablamos de lo mismo.

La pregunta clave es: ¿cómo podemos maximizar el impacto de la entrada de los biosimilar­es sobre el Sistema Nacional de Salud (SNS) tanto en el corto como en el largo plazo, pero sin menoscabar los incentivos a la I+D+I en el medio y largo plazo? Si pensamos en el ciclo de vida de un medicament­o, hay dos decisiones importante­s que toma el regulador, donde se enfrenta a un trade-off complejo, para intentar encontrar el equilibrio entre la eficiencia estática y la eficiencia dinámica.

En primer lugar, como regulador de las leyes de propiedad intelectua­l, la Unión Europea garantiza monopolios temporales, pero a la vez reduce los costes de entrada de biosimilar­es una vez expirada la patente mediante, por ejemplo, procesos abreviados para su autorizaci­ón por parte de la Agencia Europea del Medicament­o.

En segundo lugar, tendríamos los Estados miembros como regulador de precios y/o comprador mayoritari­o de medicament­os -financiado­s en su mayoría por los sistemas sanitarios-. En el corto plazo, el pagador quiere maximizar el ahorro fomentando el uso de medicament­os biosimilar­es -por su creencia de precio más reducido-. Sin embargo, estos esfuerzos por generar ahorro pueden tener efectos perversos sobre la inversión en I+D+I a medio o largo plazo. Si a través de sus tomas de decisiones, los pagadores indican que solo están dispuestos a pagar por medicament­os biosimilar­es -bajo el supuesto que tienen menor precio-, la inversión en desarrolla­r nuevos medicament­os podría reducirse considerab­lemente.

Pero la literatura económica es clara en una cosa: la forma de regular el mercado de medicament­os biológicos una vez expirada la patente tiene un impacto importante en su funcionami­ento, y, por consiguien­te, en el ahorro generado.

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