Enfermería y personal auxiliar, pilares de la sanidad
Muchas veces, al abordar el análisis sobre el sector sanitario, se suele incidir sobre los aspectos relativos a los avances tecnológicos en la intervención y detección de patologías, en la implementación de nuevas técnicas y nuevos tratamientos, en la gestión de los medios para ofrecer una respuesta de calidad a las demandas que plantean los ciudadanos, también en los recursos económicos y materiales que se ponen al servicio de estos campos... Y es lógico que así sea. Al fin y al cabo, nos referimos a uno de los asuntos más sensibles para la sociedad, en el que basa en buena medida la percepción que el ciudadano tienen respecto de nociones como las de equidad, bienestar o progreso.
Sin embargo, muchas veces, este necesario análisis obvia o deja en un segundo plano el papel esencial que juegan los profesionales de la enfermería y los auxiliares de clínica como soporte de los centros hospitalarios y del propio sistema sanitario. En estos profesionales recae la labor de cuidar a los pacientes, y con esta atención, que requiere de un trato personal, cercano, humilde y sensible, favorecer y acortar el proceso de su curación.
Vienen a colación estas reflexiones al hilo de la publicación hace unas semanas del primer Informe de Experiencia de Paciente de la Sanidad Privada, realizado por Idis, en el que Hospitales Católicos de Madrid alcanzaba una muy positiva valoración en relación con estos aspectos. La consecuencia, o quizás sea más acertado decir el motivo para el logro de estos resultados no es otro que disponer de unas plantillas de enfermería y de auxiliares estables en su condición laboral y perfectamente alineadas en los valores y objetivos con sus instituciones, en este caso congregaciones de la Iglesia Católica.
Si analizamos el aspecto laboral, tenemos que referirnos a unas plantillas en la que los empleados fijos sobre los interinos representan el 80 por ciento, llegando a alcanzar el 90 por ciento en algunos centros, a lo que se suma una antigüedad media de 12 años, que en algunos casos se acerca a los 17. Es indudable que la estabilidad de los equipos impacta directa y positivamente en la calidad asistencial que reciben los pacientes y constituye además la base para hacer realidad un modelo hospitalario basado en valores.
Nos referimos a los valores como ese conjunto de normas,