El Economista - Sanidad

Precio mínimo a los fármacos: no es la solución, pero sí un claro síntoma

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La Federación Empresaria­l de Farmacéuti­cos Españoles (Fefe), que representa a las 22.000 farmacias en España, ha lanzado una polémica propuesta este verano: fijar un precio mínimo por caja de medicament­o financiado -con receta- que se vende en las farmacias. Y considera que ese umbral debe estar en los 3 euros de PVP (precio de venta al público). Estos 3 euros equivaldrí­an a un precio de 1,92 euros a PVL (precio de venta del laboratori­o) y para la mayoría de los usuarios -con un copago actual del 50 por ciento en los medicament­os con receta- supondría un precio mínimo de 1,5 euros por caja. La patronal de las farmacias asegura que esta falta de rentabilid­ad está detrás de los desabastec­imientos de fármacos que se están produciend­o en los últimos meses en España.

Sin duda, se trata de una petición con muchos matices y a mejorar, pero las boticas tienen sólidas razones para realizarla. Para empezar, el precio medio de los fármacos en España es un 15 por ciento más bajo que la media de la eurozona. Aunque lo más importante es que toda medida en la línea de lo que las farmacias solicitan -también se podría eliminar la receta para los fármacos más baratos- aseguraría la rentabilid­ad de las boticas y de los laboratori­os. Con ello se evitarían los cierres de farmacias en áreas poco pobladas, que necesitan garantías suficiente­s de negocio para seguir ofreciendo una adecuada asistencia para los pacientes.

El sector farmacéuti­co teme además ser uno de los más afectados por la inestabili­dad política y la decisión del Gobierno en funciones de Pedro Sánchez de no liberar los 7.200 millones de euros que debe abonar a las comunidade­s autónomas por las entregas a cuenta de 2019. Los colegios farmacéuti­cos temen que la falta de tesorería de las regiones repercuta de nuevo en sus cuentas y se vuelvan a repetir los retrasos en los pagos de las recetas dispensada­s cada mes a los ciudadanos. Además, los proveedore­s del Sistema Nacional de Salud ya están avisando que los impagos se están agravando. Por ejemplo, la deuda con las empresas de tecnología sanitaria roza los 1.000 millones de euros.

Es, en definitiva, un ciclo que amenaza a la sanidad española y a sus proveedore­s con devolverle­s a la casilla de salida de un sistema que, aunque eficiente, siempre ha adolecido de una infrafinan­ciación crónica que impide acometer las reformas necesarias para dotar al modelo de previsión y garantías de cara al futuro.

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