Prevención del Alzheimer para un ahorro económico
La demencia, y en especial la asociada a la enfermedad de Alzheimer, es una de las principales causas de discapacidad y dependencia en adultos a escala mundial. Además de un enorme problema sociosanitario, el Alzheimer es un problema económico preocupante sobre todo en países desarrollados. La carga económica que supone esta enfermedad recae sobre el sistema sanitario, pero también sobre las familias, quienes afrontan más del 70 por ciento del coste total de la enfermedad. El gasto aumenta, además, a medida que avanza la enfermedad, ya que las necesidades de los enfermos son cada vez mayores.
Actualmente, cerca de 50 millones de personas sufren demencia en todo el mundo, la mayoría debido a Alzheimer. Esto supone una de cada diez personas mayores de 65 años. Y lo que es más preocupante: debido al envejecimiento progresivo de la población, si no se encuentra un tratamiento capaz de prevenir o retrasar la enfermedad, en 2050 esta cifra se habrá triplicado.
Los gastos económicos de la enfermedad incluyen los costes directos, que suelen ser los que más presentes se tienen, entre los cuales destacan los derivados de la atención médica - medicación, visitas médicas, equipos especializados, etc.- y la asistencia social -residencias, intervenciones psicosociales, cuidadores pagados, etc.-. Pero existen, también, gastos indirectos que habitualmente no son económicamente cuantificados. Entre ellos se encuentra el cuidado no pagado, normalmente por parte de familiares, o la reducción del poder adquisitivo de las familias que en muchas ocasiones deben dejar de trabajar para dedicarse a cuidar al familiar enfermo.
Según las estimaciones actuales, estos costes equivaldrían a unos 60 millones de euros diarios en España, es decir, 20.800 millones de euros anuales y 24.184 euros por persona afectada al año. Cabe destacar un análisis internacional recientemente publicado en la revista Journal of Alzheimer’s Disease, que demuestra que estas cifras incluyen solo una parte de los costes de la enfermedad, existiendo costes intangibles que no son considerados.
La dificultad de calcular las cifras reales asociadas a los costes intangibles se debe, sobre todo, a que estos costes son más cualitativos o indirectamente asociados, aunque su impacto, si se cuantificase, no sería despreciable. Los costes intangibles están vinculados al deterioro de la calidad de vida de los pacientes y de los cuidadores principales, y el coste que suponen enfermedades emocionales, como la ansiedad y