Cuando se minimiza una amenaza, la alarma se propaga con virulencia
La gestión de la crisis del coronavirus, desde el punto de vista sanitario, ha sido correcta. Hay poco que objetar a los movimientos que ha realizado España en términos generales. Pero ha habido un aspecto que ha quedado descuidado y que, para más inri, se ha tratado de desplazar la responsabilidad. La comunicación que ha realizado el portavoz del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, ha sido deficiente y ha sido la responsable de que la alarma se haya propagado, por más que él asegurase que los medios de comunicación fuesen los responsables por tratar de informar a los ciudadanos.
El primer mensaje que se trasladó, poco después de que en un primero momento la Organización Mundial de la Salud no decretase la emergencia internacional fue que España tenía un riesgo bajo porque no teníamos vuelos directos con Wuhan. No solo suena a excusa de mal pagador, sino que demuestra una bisoñez impropia del papel que se desempeña. Puede que no haya vuelos directos, pero como los acontecimientos han demostrado, esa no es una razón para estimar que el riesgo de propagación de un virus es bajo.
Fue tras esas declaraciones cuando se buscó al culpable entre los mensajeros. El portavoz no entendía que los medios de comunicación hiciéramos un esfuerzo informativo para que la ciudadanía pudiera tener en tiempo real toda la información disponible. Por suerte -o por desgracia, más bien- el tiempo ha dado la razón y si, como se reconoce al principio, desde un punto de vista sanitario la actuación ha sido correcta y reconocida por esos medios tan malos y sensacionalistas, la visión conservadora de no dedicar espacio informativo a lo que preocupa se ha demostrado errónea.
Pero el protagonista de la mayoría de ruedas de prensa de estos días aún tenía guardada una última sorpresa en su chistera. La veintena de españoles regresaba de Wuhan y España desplegaba un dispositivo que concluía en el hospital Gómez Ulla con una planta destinada a descartar que los compatriotas padecieran la enfermedad. Ahí Simón dijo que tan bien estaban en el centro sanitario como en una casa rural. No solo es un desprecio a la preocupación de la veintena de ciudadanos, familiares y sociedad en general, sino que además la afirmación lleva implícita una duda mucho más severa. ¿Acaso todo el dispositivo es un aparato de marketing político del
Ministerio de Sanidad? No creemos.