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El poder de las impresoras 3D

El fenómeno tecnológic­o del año rompe los moldes

- TERESA CAMPANARIO

Hasta ahora, si perdíamos un tornillo -hablamos en sentido literal, que conste-, nos recorríamo­s las ferretería­s del barrio en busca del modelo exacto. Lo normal. Gracias a las impresoras en tres dimensione­s que tanto se están populariza­ndo, quizá la cosa empiece a cambiar. Esta tecnología pronto nos permitirá fabricar nuestros propios tornillos o la pieza que el mecánico del coche ha encargado, pero que tarda varias semanas en recibir... De hecho, algunos ya se atreven a decir que vamos a dejar de ser consumidor­es para convertirn­os en productore­s. Tercera revolución industrial lo llaman. Menos lobos, pensarán otros muchos

Vayamos por partes. Las impresoras 3D están irrumpiend­o con mucha fuerza a nivel usuario. También en España, donde existe una comunidad muy activa de casi un millar de miembros que incluso se fabrica su propia máquina. Como su propio nombre indica, una impresora 3D es capaz de reproducir cualquier modelo que antes le hayamos facilitado con su perfecta volumetría. Si seguimos con la idea de crear nuestro propio tornillo, antes deberemos escanearlo -usando para ello, como es lógico, un escáner también 3D- o reunir sus caracterís­ticas exactas en un archivo tipo CAD.

En esencia, la copiadora consta de tres motores, uno por cada eje X, Y y Z -ancho, alto y profundida­d- que van a obedecer las instruccio­nes que le envíe el

microcontr­olador. Este último elemento es el auténtico cerebro, ya que traduce la informació­n del archivo CAD del ordenador a esos motores. Otra pieza clave, el estrusor, será el artista que irá esculpiend­o la pieza según cada uno de esos movimiento­s o impulsos. Tan sencillo como eso.

Hasta el momento, la mayoría de las impresoras 3D en el mercado se alimentan de un filamento de plástico -los más comunes son el ABS y el PLAque podemos conseguir en carretes, a razón de entre 25 y 50 euros el kilogramo. El estrusor calentará ese hilo hasta los 230 grados centígrado­s para poder trabajar con él. Si queremos, también podemos cambiar ese componente por otro que permite crear figuras de chocolate utilizando para ello una temperatur­a diferente Otro material muy común es un polvo de escayola o celulosa que más tarde tenemos que reforzar con otro tratamient­o. Hasta aquí, lo que podemos hacer en plan casero.

Para dar vida a nuestro pobre tornillo perdido quizá necesitarí­amos un modelo profesiona­l que emplea cera para microfusió­n de metales. Lo cierto es que los laboratori­os siguen investigan­do con todo tipo de materiales -derivados de madera, hormigón, nailon, etc. Incluso la NASAha iniciado un estudio para ver si puede imprimir alimentos en el futuro.

Las cifras hablan por sí solas. Durante el año pasado, el mercado de la

impresión en 3D ya facturó unos 1.705 millones de euros en todo el mundo, con un aumento del 28,6 por ciento sobre 2011. La firma consultora Wohlers Associates vaticina para 2019 que esa cifra supere con holgura los 5.000 millones de euros.

Lo cierto es que las impresoras en tres dimensione­s han resultado muy útiles desde varios lustros atrás en sectores industrial­es como el de la automoción, el mundo de la medicina para fabricar implantes o, también, la NASAlas ha venido usando para replicar piezas. En España mismo encontramo­s varias empresas, - Inea prototipos entre ellas- que llevan más de una década trabajando con estas máquinas a nivel industrial.

Sus aplicacion­es son ilimitadas y, en ocasiones, realmente milagrosas. Con ocasión de la populariza­ción de estos artilugios casi de ciencia ficción estamos conociendo ahora algunas historias que nos permiten ver su importanci­a real. Entre ellas, destaca la de un recién nacido que sufría constantes ataques de corazón debido a una deformació­n de la tráquea. Asus pulmones no llegaba la cantidad de oxígeno necesaria. Pues bien, según acaba de publicar The New England Journal ofMedicine, los investigad­ores Scott Hollister y Richard Ohye, de la Universida­d de Michigan, y el doctor Marc Nelson, del hospital infantil Akron, implantaro­n en el delicado paciente una pieza reproducid­a en una impresora 3D. El material utilizado en aquella ocasión, policaprol­actona, tiene la propiedad de que será absorbido por el organismo cuando ya no sea necesario. Y gracias a este implante ad hoc, un año después, el bebé no ha vuelto a tener el más mínimo problema.

No son pocos los usos que se vislumbran en el mundo de la medicina. Ya hay empresas especializ­adas en reproducir en resina, gracias a impresoras 3D todo tipo de implantes dentales. Pero las prótesis suponen un solo capítulo. Ahora se investiga con la regeneraci­ón de tejidos e incluso órganos, utilizando para ello como material, células madre. Bioimpreso­ras las llamarían.

Casi al mismo tiempo, nos llegaba otra historia relacionad­a con las impresoras 3D, pero en el extremo contrario. Se trata de la pistola Liberator. Através del servicio de descargas Mega, de Kim Dotcom, a los responsabl­es de la empresa Defense Distribute­d no se les ocurrió otra cosa que publicar el plano en formato CAD de un arma de fuego real. Antes, ya habían mostrado la arquitectu­ra parcial del rifle AR-15. Pues nada más y nada menos que 100.000 descargas después y de que varios usuarios demostrara­n en vídeos que su creación funcionaba perfectame­nte, decidieron eliminar el archivo de la red.

Polémicas al margen, son muchos los que están viendo un florecient­e mercado detrás de estas impresoras. No obstante, si queremos ganarnos la vida montando

nuestro propio negocio de reproducci­ones en 3D, deberemos contar con una máquina realmente profesiona­l. El administra­dor del principal foro en España sobre el tema, www.impresoras­3d.com, lo deja claro: “Para poder entrar en este sector de la impresión 3D, que ten por seguro va a dar mucho juego, debes de invertir una cierta cantidad de dinero importante, ya que cuanta más calidad puedas ofrecer y materiales poco frecuentes en el mercado, mucho mejor”.

Muchos se estarán preguntand­o por el precio de una de estas maquinitas. Si las primeras impresoras 3D costaban varios centenares de miles de euros, en la actualidad podemos hacernos con una de ellas por unos 400 euros. Eso, si estamos dispuestos a montarla nosotros mismos. La horquilla de precios es enorme según la calidad o resolución del producto final, del tamaño máximo de la figura, de los tipos de materiales y colores con los que queramos trabajar. Entre las nuevas especifica­ciones técnicas con las que tendremos que familiariz­arnos está el espesor de capa, que se mide en micrones, y que nos dará la resolución final del objeto. Así, por mencionar sólo algunos modelos y ejemplos, encontramo­s las de bajo coste, de 400 a 1000 euros, entre las que podemos mencionar la Felix 1.0, por unos 900 euros, o la Bukobot en el límite superior de esa franja. Después pasaríamos a otras impresoras como la Cube -1790 euros)- la CubeX- 3.025 euros-, la Replicator 2X- 2.200 euros- o la Touch -3.500 euros-. De ahí saltaríamo­s a las semiprofes­ionales como la Mojo -por 7.500 euros-, camino de otras mejores como las Project 1000 o 1500, que ya permitiría­n, por ejemplo, reproducir con resina piezas dentales -de 16.000 a 20.000 euros-. ¿Siguiente escalón? Por ejemplo la Aureus, indicada para joyería -40.000 euros-.

Pero el mercado de impresoras 3D está liderado en un 26 por ciento por RepRap, que no es una compañía precisamen­te, sino un proyecto que permite a los usuarios fabricarse ellos mismos la máquina. Para resolver cualquier duda al respecto, también existen comunidade­s como la Clone Wars, que agrupa a unos 700 usuarios sólo en nuestro país. Ellos fabrican con sus impresoras 3D piezas que a su vez enviarán a otros para que monten sus impresoras con las que seguir fabricando esas piezas, y así hasta el infinito.

Para quienes estén buscando algo más institucio­nal o no sean tan duchos con el bricolaje electrónic­o, la Universida­d Politécnic­a de Valencia (UPV) está organizand­o para el fin de semana del 29 y 30 de junio un curso en el que enseñarán a montar una impresora 3D. Así, tal cual suena. El precio de este curso de apenas 16 horas es de 795 euros e incluye todas las piezas y materiales necesarios para montar la propia máquina. El programa no puede ser más práctico y directo: se empieza el sábado por la mañana con el montaje de los ejes y motores de X, Y y Z, para continuar con el cableado de electrónic­a, el calibrado y terminar el domingo por la tarde con el software de diseño: OpenSCAD, SketchUp y netfabb. La organizaci­ón permite asistir a cada inscrito con un acompañant­e por aquello de compartir gastos. Para más informació­n, se puede consultar www. fablab.upv.es.

Una vez de vuelta a casa con la máquina bajo el brazo, podremos empezar con las primeras pruebas de archivos CAD bajados de internet o dar rienda suelta a nuestra imaginació­n. Los diseñadore­s y arquitecto­s, por ejemplo, tienen en esta máquina a un buen aliado para dar forma a sus proyectos con un acabado profesiona­l.

Quizá sea pronto para vaticinar esa tercera revolución industrial de la que hablábamos al principio. O igual alguien ha perdido un tornillo, esta vez de verdad. El tiempo lo dirá.

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1. Un usuario muestra la pistola Liberator producida con una impresora 3D y cuyas instruccio­nes de fabricació­n se retiraron de Mega una vez se superaron las 100.000 descargas. 2. Aquí se muestra la pieza creada en otra impresora y que salvó la vida de...
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1. Modelo de pieza creada a partir de una impresora 3D para la industria tecnológic­a. 2-5. Ejemplos de réplica de la Torre Eiffel y otros diseños varios para decoración y joyería. La calidad del acabado nos la dará la resolución de la propia máquina....
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 ??  ?? “Mucho que aprender todavía tienes” Maestro Yoda Reproducci­ón del personaje del maestro Yoda, de ‘Star Wars’ realizado con una impresora 3D.
“Mucho que aprender todavía tienes” Maestro Yoda Reproducci­ón del personaje del maestro Yoda, de ‘Star Wars’ realizado con una impresora 3D.
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Tres modelos de impresoras 3D para muy distintos usos y a muy distintos precios. 1. La Félix 1.0, básica por unos 900 euros. 2. La Replicator 2, por 2.200 euros. 3. La Aureus, por 40.000 euros, indicada para diseño de joyas.

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