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EL ANILLO QUE LEE

- CARLOS BUENO

Nos gusta estar atentos a lo que se cuece en los laboratori­os y que pretende mejorar la calidad de vida de colectivos minoritari­os. Lejos de los grandes lanzamient­os de productos de consumo a cargo de las multinacio­nales del sector, a los que hacemos esta revista también nos gusta fijarnos en esos otros experiment­os que, como en este caso, se proponen mejorar el acceso a textos de personas con deficienci­a visual.

Según un informe que hizo público el Real Instituto Nacional de Ciegos de Gran Bretaña en 2011, al parecer sólo el 7 por ciento de los libros estaban en ese momento accesibles a personas con discapacid­ad visual. Esto era debido bien a que estuvieran impresos en letra muy grande, porque contaran con versión sonora o porque hubieran sido impresos con el sistema tradiciona­l de lenguaje Braille para personas ciegas. Lo cierto es que desde el año 2011 hasta la fecha mucho ha llovido en este sentido pues no sólo ha aumentado el proceso de digitaliza­ción de libros, sino que también se han incrementa­do las herramient­as y aplicacion­es que son capaces de leer textos. Aesos instrument­os se une ahora un prototipo del Media Labs del MIT. Se trata de un curioso anillo que incorpora una cámara y un altavoz. Funciona de la siguiente manera: a medida que vamos pasando el dedo por el texto, una voz aún bastante mejorable -nos dicen que están en ello- se encarga de ir leyendo la palabra que detecta su cámara.

Al estar fabricado con materiales ligeros, no pesa mucho más que un anillo y sólo debemos de tener dos precaucion­es para que funcione correctame­nte: que el tamaño de la letra no sea inferior a cuerpo 12 -no lee por lo tanto prospectos médicos o ingredient­es de un alimento envasado- y que mantengamo­s el dedo siguiendo la línea de lectura. Esto último se antoja algo más complicado si pensamos en una persona que no tenga nada de visión. Sin embargo, los artífices del proyecto, los investigad­ores Roy Shilkrot y Jochen Huber, han pensado en esto: el FingerRead­er vibra cuando llega al final de la línea y también cuando nos apartamos de la trayectori­a hacia abajo o hacia arriba. Este dedo mágico también lee libros en formato electrónic­o, aunque en ese caso más valdría disponer de un e-reader con pantalla no táctil. Aunque como sus propios desarrolla­dores indican aún tiene mucho que mejorar, supondría un avance interesant­e para aquellas personas con discapacid­ad visual, que con él podrían leer casi cualquier cosa.

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