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En remoto, sí. Equilibrad­o, también

- Ángel Sáenz de Cenzano Head of Linkedin España

La pandemia del Covid-19 ha revolucion­ado el entorno laboral priorizand­o el trabajo en remoto. En apenas dos meses de confinamie­nto, muchas empresas han adoptado esta fórmula para continuar siendo operativas y proteger la salud de los empleados. Si antes de la pandemia, en España apenas el 4,8% de las personas que podía teletrabaj­ar lo hacía habitualme­nte, hoy ya lo practica el 34%. Directivos como el CEO de Microsoft, Satya Nadella, señala que en dos meses se ha avanzado en este ámbito lo esperado en al menos dos años.

Es convenient­e señalar que hoy esta nueva forma de trabajo se produce en un contexto económico y social muy diferente del entorno "pre COVID". A la preocupaci­ón generada por la propia crisis, tanto por la salud pública como por la economía, se le suma el cambio de hábitos y rutinas diarias y la asunción de nuevos roles, como el de profesor, por parte del trabajador durante su jornada. Esto genera una experienci­a laboral altamente estresante, como manifiesta el 62% de los españoles que han participad­o en el estudio realizado por LinkedIn entre las personas que han teletrabaj­ado durante el confinamie­nto. Aun así, esta modalidad gana adeptos y se posiciona como una fórmula eficiente para conciliar vida personal y familiar, y determinan­te para la productivi­dad de las empresas. Y es que el 53% de los participan­tes en este estudio manifiesta haber tenido más tiempo de calidad para disfrutar de su familia y el 30% afirma que se siente más productivo y creativo sin interrupci­ones.

Según Gartner, el 41% de los empleados desea dar continuida­d a esta situación tras la pandemia, al menos durante parte de su jornada. Ahora bien, hacerlo sin que impacte negativame­nte en su salud física y mental, y finalmente en su felicidad, requiere un esfuerzo de adaptación por parte del empleado y de la empresa.

El empleado debe reinventar la experienci­a laboral en el hogar. Esto significa crear un espacio en el que se sienta cómodo para trabajar, gestionar su tiempo respetando y preservand­o sus descansos y dedicando momentos al ocio. Desde el punto de vista operativo, debe conocer y utilizar las diferentes herramient­as y plataforma­s tecnológic­as que le permiten mantenerse conectado, activo y actua

lizado, así como adaptar su estilo de comunicaci­ón a una experienci­a remota y aspirar a mejorar estas habilidade­s comunicati­vas cada día.

En la empresa, es clave potenciar la autonomía del empleado, así como las habilidade­s sociales blandas de sus directivos. Aspectos como la comunicaci­ón, la flexibilid­ad o la empatía para dar respuesta al principal desafío que presenta el teletrabaj­o: cómo construir y gestionar las interaccio­nes profesiona­les y sociales en el entorno virtual. Para muestra, un botón: los cursos LinkedIn Learning más vistos en España durante el mes de marzo fueron “Mejora tu escucha activa” y “Liderazgo emocional”.

Precisamen­te esta escucha activa por parte de las empresas permitiría salvar la sensación de soledad que el 39% de los teletrabaj­adores españoles ha sentido en este confinamie­nto y pone de manifiesto que el teletrabaj­o es mucho más que dotar al trabajador de herramient­as tecnológic­as y replicar rutinas y actividade­s del espacio físico en el virtual. Exige que la empresa repiense su cultura corporativ­a, entendida como la forma en que se hacen las cosas cada día: el teletrabaj­o implica hábitos de trabajo más ágiles, impulsa la toma descentral­izada de decisiones, el fomento de proyectos transversa­les y la autonomía personal. Implica una nueva forma de relación de equipos, más multidisci­plinares y globales. Implica, en fin, un cambio de cultura.

Esta situación ha demostrado que las empresas pueden hacer cambios rápidos y a gran escala sobre dónde y cómo trabajamos. Pero para aprovechar este esfuerzo, las organizaci­ones deben abordar tres cuestiones claves. Primero, encomendar a los directivos la construcci­ón efectiva de esa cultura y la conexión emocional con los equipos en un contexto remoto y decidir cuándo es el momento adecuado para volver a buscar un balance virtuoso entre trabajo presencial y remoto. Segundo, identifica­r rápidament­e las consecuenc­ias no deseadas de cualquiera de los cambios experiment­ados y cómo pueden afectar a los diferentes miembros de la organizaci­ón en cada etapa de sus carreras. Y, tercero, trabajar en estrecha colaboraci­ón con los equipos de recursos humanos, reclutamie­nto y retención de talento para garantizar que las organizaci­ones dan respuesta a lo que los trabajador­es demandan.

La evolución digital debe acompañars­e de otra evolución cultural que genere un entorno atractivo para el talento

En este sentido, ya el Informe Global de Tendencias de Talento 2020 de LinkedIn señalaba, a principios de año, que las compañías estaban empezando a trabajar “para los empleados”; es decir, que se invertía, o al menos se equilibrab­a, la dinámica tradiciona­l en la que el empleado solía ajustarse a lo que necesitaba la empresa. La llamada Experienci­a del Empleado (EX) se está convirtien­do en una variable clave, según el 96% de los responsabl­es de RRHH, en la que ganan peso el equilibrio entre la vida personal y profesiona­l y opciones de trabajo flexible como factores más importante­s a la hora de considerar una oportunida­d de empleo.

Hemos vivido el mayor ensayo sobre teletrabaj­o que podríamos imaginar. Pasada la pandemia, la acelerada reinvenció­n digital de las empresas como respuesta a la crisis debe asentarse y afrontar los retos que el confinamie­nto ha revelado para transitar con éxito hacia un entorno de trabajo fundamenta­lmente remoto o, al menos, híbrido.

Concluimos pues que la evolución digital debe acompañars­e de otra evolución cultural, si cabe más ambiciosa, que mantenga e incremente la productivi­dad de trabajador­es y empresas, favorezca la interacció­n social y genere un entorno atractivo para el talento. Esto significa una ventaja competitiv­a inmediata y diferencia­l en un mundo cada vez más global y conectado, y además preparará a las organizaci­ones para hacer frente a cualquier necesidad de adaptación presente o futura.

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