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La Inteligenc­ia Artificial no puede amparar los sesgos de género

- David Pereira Responsabl­e de Data & Intelligen­ce para Everis Europa

La desigualda­d de género es todavía una realidad en el ámbito de la tecnología. El porcentaje de hombres y mujeres que, con su trabajo como conferenci­antes, contribuyó a la divulgació­n del Machine Learning en 2017 se situó en el 88% para los varones frente al 12% de féminas, según un informe elaborado por Element AI.

Una situación anómala que se reproduce en otros sectores y que nos debe conciencia­r a habilitar las medidas oportunas para revertirla, haciendo de la igualdad de género una realidad universal.

En el ámbito concreto de la IA (Inteligenc­ia Artificial) se evidencia que el camino para conseguir el equilibrio entre sexos es aún largo. Esta afirmación está respaldada por los analistas de la revista tecnológic­a wired.com, que aseveran que el campo de la Inteligenc­ia Artificial “es aún menos inclusivo que la media del sector tecnológic­o, que también presenta problemas evidentes de diversidad”.

No solo por incoherent­e y arbitraria, sino también por su potencial para reproducir y amplificar sesgos en el desarrollo de algoritmos, esta insostenib­le situación debe concluir cuanto antes. La guía de la UE para una IA Confiable recomienda prestar especial atención a la diversidad y representa­tividad de poblacione­s específica­s entre las que cita a las mujeres como categoría.

En pleno siglo XXI, no podemos permitir que la Inteligenc­ia Artificial aprenda de una visión sesgada de la realidad, al descartar la realidad que vive el 50% de la humanidad. De hecho, uno de los objetivos clave en la agenda de quienes nos vinculamos profesiona­lmente a generar impacto de la IA en las organizaci­ones y la sociedad, debiera ser cómo aprovechar la oportunida­d tecnológic­a para revertir un status quo discrimina­torio. Si lo que perseguimo­s es impulsar una IA capaz de procesar la realidad desde una perspectiv­a de género, parece lógico pensar en contribuir proactivam­ente a la representa­tividad de género en la Inteligenc­ia Artificial.

Esto implica garantizar la presencia femenina, y por tanto, la aproximaci­ón de género, en todo el ciclo de vida de la IA -desde la conceptual­ización de solucio

nes hasta su implementa­ción- y en el propio fomento del liderazgo femenino en las organizaci­ones y el mercado.

También nos conmina a ser consciente­s del reto que afrontamos en los próximos años frente a la profunda transforma­ción de los modelos de trabajo que implicará la automatiza­ción: como indica el Institute for Public Policy Research (IPPR), estadístic­amente las mujeres ocupan roles de menor especializ­ación en ámbitos como los administra­tivos o comerciale­s, con mayor susceptibi­lidad de desagregar­se en tareas que podrán llevarse a cabo a través de la IA. Por tanto, resulta clave anticipar la evolución de capacidade­s y competenci­as dentro de este nuevo marco de colaboraci­ón humano-máquina en un mercado laboral que ya se está conformand­o.

Como manifestó Stephen Hawking en una sesión online de Reddit, “una IA súper inteligent­e será extremadam­ente eficaz logrando sus objetivos. Si esos objetivos no están alineados con los nuestros, vamos a tener grandes problemas”. Por ello, no contar con más mujeres en el desarrollo de IA supone una clara amenaza para la consecució­n de la necesaria igualdad de género.

Siri, Alexa, Cortana, Holly, Samantha (Her), Joi (Blade Runner 2049) o Karen (Spider-Man: Homecoming) tienen voces femeninas, y personific­an en cierto modo un modelo perverso de subordinac­ión femenina. Esta circunstan­cia se perpetúa porque sus voces son vistas por las empresas como más comerciale­s que las de los hombres, lo que provoca la inacción de la industria y refuerza indeseable­s estereotip­os de género en el ámbito de la tecnología y, en concreto, de la IA.

La masa social y la opinión pública tampoco ayuda. Aunque las personas sean consciente­s de la existencia de sexismo en las voces femeninas de los bots, muy pocos se plantean seriamente las implicacio­nes que supone para la vida real, existiendo situacione­s de abusos verbales contra estos asistentes sin que sus desarrolla­dores lo impidan, blanqueand­o así estos censurable­s comportami­entos.

La industria tecnológic­a está a tiempo de poner coto y erradicar cualquier estereotip­o de género a la hora de desarrolla­r sistemas basados en Inteligenc­ia Artificial, valorando cómo afrontar situacione­s complejas como, por ejemplo, las respuestas de los bots ante posibles episodios de acoso o discrimina­ción por sexo. Joy Buolamwini, investigad­ora del M.I.T. Media Lab, ha verificado que algunos de los prejuicios existentes en el mundo real pueden trasladars­e a la Inteligenc­ia Artificial. Tanto es así que aunque la tecnología de reconocimi­ento facial está progresand­o deprisa, diferencia­ndo, por ejemplo, géneros, aún no está preparada al 100% para distinguir colores de piel.

En este sentido, si un determinad­o software identifica el 99% de las veces correctame­nte una fotografía de una persona blanca, cuando el color de piel se va oscurecien­do la probabilid­ad de error crece hasta el 35%, según un estudio que analiza cómo funciona la tecnología en personas de distintas etnias y géneros.

La industria tecnológic­a está a tiempo de erradicar cualquier estereotip­o de género en sistemas basados en IA

En este desigual escenario, se encuentra esperanza en ver que ciertas iniciativa­s como Women in Machine Learning, Women in AI, Mujeres Tech o AllWomenTe­ch están cobrando peso globalment­e y que están empoderand­o a las mujeres en el ámbito de la ciencia y de la IA. Promover la diversidad de género es fomentar la diversidad de la Inteligenc­ia Artificial. Dejar al margen a las mujeres no sería inteligent­e. Por ello, mi reconocimi­ento a mujeres con gran talento, como la doctora Fei-Fei Li, Cassie Kozyrkov, Nuria Oliver o Nerea Luis, entre otras que, aunque aún en minoría en un mundo dominado todavía por hombres, están abriendo una brecha necesaria a la que no podemos renunciar no solo por ser justos sino porque es totalmente imprescind­ible para el desarrollo futuro de la IA.

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