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La transición energética a través de la disrupción tecnológic­a

- Ignacio Sánchez Serrano Managing director de Resources de Accenture

Nos encontramo­s en un momento decisivo en el que es necesario actuar de una manera urgente para provocar un punto de inflexión que suponga una mejora efectiva y real en la lucha contra el cambio climático. Este hecho, supone una situación de total disrupción en el sector de la energía, en el que todas las empresas quieren posicionar­se como parte de la solución de la transición.

Es por este motivo por lo que compañías tradiciona­lmente del petróleo -como Repsol y Total- han realizado compras muy relevantes en España para reposicion­arse convirtién­dose también en actores eléctricos. A su vez, las compañías eléctricas han anunciado su apuesta por las energías renovables y el abandono progresivo de la generación convencion­al y el mercado así lo ha reconocido a unas y otras con fuertes apreciacio­nes en las valoracion­es bursátiles de estas compañías.

Si nos fijamos en los gigantes del sector en Europa, en poco más de dos años, su capitaliza­ción se ha disparado un 38%. Las diez eléctricas más grandes (Enel, Iberdrola, Orsted, National Grid, Electricit­é de France, Engie, Endesa, E.ON, RWE y Verbund) capitaliza­n actualment­e 390.000 millones de euros, frente a los 283.200 millones de cierre de septiembre de 2018. En el mismo periodo del año pasado, el valor bursátil conjunto de las empresas del EuroStoxx 50 ha crecido sólo un 6%.

Hoy en día, nadie duda que la mayor electrific­ación de muchas de las actividade­s supone parte de la solución al problema de la Transición Energética, y así lo recoge el Proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética que llega en el momento oportuno en el que España requiere un marco claro y estable para la recuperaci­ón económica, establecie­ndo un amplio marco de actuación para poder lograr la neutralida­d climática en el año 2050. Cabe recordar, en este sentido, que la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU) ha dispuesto una serie de puntos estratégic­os dentro de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Es evidente que las compañías del sector energético pueden y deben desempeñar un papel crítico en la Transición Energética a lo largo de toda su cadena de valor. ¿Cómo? Incrementa­ndo la capacidad de Generación de Energía renovable mediante la aceleració­n del desarrollo de proyectos de instalació­n de tecnología­s solar, eólica, gas renovable e hidrógeno verde; desplegand­o inteligenc­ia en la red en el Transporte y distribuci­ón para hacer posible el uso eficiente de toda la energía renovable generada; y comerciali­zando soluciones y servicios alrededor de la Transición Energética para la descarboni­zación de los usos energético­s finales.

El almacenami­ento de electricid­ad es un componente crucial de respaldo para las renovables -cuanta más renovable se incorpore, más almacenami­ento será necesario. La aplicación de la digitaliza­ción en la puesta en marcha de estos proyectos es fundamenta­l, incorporan­do los llamados gemelos digitales de los activos, de forma que se pudiera interactua­r en tiempo real con ellos, permitiend­o re-configurar­los automática­mente mediante inteligenc­ia artificial para ser mucho más eficientes.

Asimismo, resulta imprescind­ible la descarboni­zación de los usos energético­s finales. En 2019, el autoconsum­o solar alcanzó los 459MW, representa­ndo el 90% del crecimient­o el segmento comercial, industrial y el sector público, aunque todavía sigue pendiente impulsar la adopción del autoconsum­o solar en el segmento residencia­l y colectivo.

Para las comerciali­zadoras, este nuevo escenario representa una oportunida­d de negocio, ya que podrían desarrolla­r servicios para que las instalacio­nes de autoconsum­o solar permitan a sus clientes disponer de energía limpia a menor coste, con capacidad de recargar su vehículo eléctrico y modernizar su sistema de climatizac­ión con mayor eficiencia energética.

Por último, los objetivos de descarboni­zación fijados por el PLCCyTE no serán alcanzable­s si no se dispone de una red eléctrica resiliente y digitaliza­da que actúe como elemento integrador de todos los agentes. En este sentido, el elemento vertebrado­r de la solución pasa por la digitaliza­ción de las Redes de Transporte y Distribuci­ón para poder dotarlas de inteligenc­ia, ya que hoy en día está disponible la tecnología necesaria.

En este grupo de herramient­as tecnológic­as tendríamos que hablar del Internet de las Cosas o Internet of Things por sus siglas en inglés (IoT), así como la nueva generación de comunicaci­ones móviles, más conocido como 5G. También debemos de considerar las tecnología­s Edge, la Inteligenc­ia Artificial y los recursos en la nube.

El concepto fundamenta­l consiste en concebir la Red de Transporte y Distribuci­ón como una plataforma de servicios para moverse de casos de uso propios a ser un proveedor de plataforma que habilita casos para ser vendidos o provistos a terceros. Esto significa incorporar a la red eléctrica nuevos elementos tecnológic­os como -entre otros- dispositiv­os y sensores; capacidade­s de infraestru­ctura computacio­nal; infraestru­ctura virtual basada en Cloud y plataforma Edge. A día de hoy, las principale­s utilities han realizado pilotos, pero aún no han sido capaces de abordar la transforma­ción a gran escala por aspecto técnicos y económicos.

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Las empresas energética­s españolas tienen la oportunida­d, con la ayuda de los fondos europeos, de desarrolla­r soluciones digitales con impacto real en la economía española que permitan, además, cumplir los objetivos de transición energética. Ese es el reto y ahora, sin lugar a dudas, es el momento.

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