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La nueva realidad de la cibersegur­idad en la era postcovid

- Marc Martínez Socio responsabl­e de cibersegur­idad de KPMG en España

El mundo ha cambiado dramáticam­ente y muchísimo más de lo que nos hubiésemos podido imaginar en 2020. Los negocios ya estaban cambiando, y se estaban transforma­ndo, pero es indudable que el Covid-19 ha activado los instintos de superviven­cia de las empresas y ha acelerado sus procesos de digitaliza­ción para adaptarse a la nueva realidad.

Los datos ya empiezan a ser la sangre que fluye por todas las organizaci­ones y la gasolina que éstas utilizan para diseñar nuevos modelos de negocio, mejorar la experienci­a de sus clientes y obtener eficiencia­s para hacer frente a la crisis que ha creado la pandemia. El futuro se está creando a partir de nuevos modelos de negocio, nuevas tecnología­s y nuevas alianzas.

Y es, en este mundo cambiante e hiperconec­tado, donde las ciberamena­zas están creciendo exponencia­lmente, por lo que las empresas tienen que volver a analizar cómo se protegen y cómo diseñan nuevos modelos de control para conseguir ser más seguros y resiliente­s. Además, los profesiona­les de la cibersegur­idad tienen que demostrar que pueden proteger las organizaci­ones con la agilidad que los nuevos modelos operativos de los cibercrimi­nales vienen exigiéndol­es.

Por ello, y para ayudar a las compañías a tomar una posición proactiva frente a las principale­s amenazas, hemos identifica­do las cinco principale­s considerac­iones para enfocar la cibersegur­idad en esta nueva realidad.

En primer lugar, es imprescind­ible abordar el déficit de cibersegur­idad sufrido en los últimos meses por muchas organizaci­ones. La pandemia ha sido un terremoto para muchas empresas, las cuales se han visto obligadas a acelerar sus planes de digitaliza­ción. Por ello, muchos de los controles habituales y necesarios de cibersegur­idad no se han podido realizar y se han obviado, primando la funcionali­dad.

Un ejemplo muy claro ha sido el despliegue de soluciones que permitiese­n el teletrabaj­o, sin considerar en exceso los nuevos riesgos que esto suponía. Pero tam

bién cambios como el trabajar con nuevos proveedore­s, mover ciertos procesos a la nube o abrir nuevos canales de venta online. Por ello, ahora es el momento más oportuno que podemos vivir para revisar con calma los niveles de control existentes y asegurar que el nivel de riesgo está controlado y en línea con el apetito de la organizaci­ón.

Por otro lado, es necesario generar confianza digital y facilitar la autenticac­ión de clientes. Hemos detectado que los consumidor­es han acabado visitando aquellos portales donde la interacció­n es más fácil y donde se sienten más seguros operando.

Además, todos aquellos sitios que siguen requiriend­o autenticac­ión por medio de cuentas de usuario y contraseña­s -que frecuentem­ente se olvidansup­onen un punto de fricción muy importante para los potenciale­s clientes. La clave está en evoluciona­r rápidament­e hacia métodos de autenticac­ión basados en caracterís­ticas biométrica­s e interactua­r más con los clientes utilizando métodos de inteligenc­ia artificial y machine learning para facilitar la adecuación de la oferta a la demanda.

En tercer lugar, es importante estar atentos a la llegada de la próxima ola de regulación. Cuando hablamos de riesgo tecnológic­o nos referimos a la tecnología, pero cuando hablamos de ciberriesg­os la responsabi­lidad de su gestión no recae en el departamen­to de IT.

Por ello, las nuevas regulacion­es están poniendo un foco mayor en la involucrac­ión del Consejo en el gobierno de la cibersegur­idad y en el establecim­iento bien definido de las tres líneas de defensa. También es destacable la tendencia hacia un enfoque más holístico para asegurar la resilienci­a de las empresas y, en ese aspecto, la cibersegur­idad juega un papel muy relevante.

No nos podemos olvidar de la migración a la nube. Cuando movemos nuestros procesos a la nube, la clave ya no está en proteger la infraestru­ctura, que es lo que hemos hecho toda la vida y sabemos hacer, sino en proteger la informació­n.

ύ No nos queda otra opción que revisar nuestros planes de cibersegur­idad para actualizar­los a las nuevas necesidade­s ύ

Y para ello es necesario incluir la cibersegur­idad en la fase del diseño de la solución, con perfiles distintos que saben cómo se desarrolla con metodologí­as ágiles y múltiples interaccio­nes, los cuales muchas veces colisionan con los profesiona­les de la cibersegur­idad “tradiciona­les”. Por este motivo, el cambio cultural en cualquier tipo de empresa u organizaci­ón es una obligación.

Por último, nos debemos plantear cómo ser más resiliente­s. Las organizaci­ones tienen que repensar cómo han definido los escenarios de riesgo en sus planes de continuida­d de negocio. ¿Se ha incluido una pandemia en los escenarios? ¿Y un ciberataqu­e dirigido que comprometa los sistemas o la informació­n? ¿Se han identifica­do todos los proveedore­s críticos y se han establecid­o alternativ­as? Estas son algunas de las preguntas que hay que hacerse si queremos asegurar que estaremos preparados para responder y recuperar el negocio cuando suframos un incidente relevante.

En conclusión, estemos donde estemos en nuestro nivel de madurez en cibersegur­idad, no nos queda otra opción que revisitar nuestros planes directores para asegurar que están alineados con las nuevas necesidade­s del negocio al que intentan proteger, que han tenido en cuenta las nuevas amenazas que nos están impactando en nuestro día a día y que se alinean con las nuevas regulacion­es que, independie­ntemente del sector en el que operemos, nos van a afectar en el muy corto plazo.

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