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La tecnología como motor de confianza para el ‘e-commerce’
La situación que ha provocado el Covid-19 ha transformado el mundo en el que vivimos. Aunque la prioridad la debemos colocar siempre en el ámbito de la salud, la economía se ha resentido de forma notable. En concreto, desde el punto de vista empresarial, las organizaciones más afectadas por el cambio tan drástico que hemos experimentado han sido aquellas totalmente orientadas hacia el consumidor, y que están intentando -desde marzo, cuando la Organización Mundial de la Salud declaró que el Covid-19 se había convertido en una pandemia global- equilibrar la necesidad de proveer transacciones fluidas con la prevención del fraude. Esto ha hecho que muchas de ellas hayan trasladado buena parte de su negocio al mundo online. Sin embargo, este viaje no es tan sencillo como puede parecer.
La seguridad en el mundo digital no pasa por distancia social, mascarillas o higienización, sino por autenticación y protección contra el fraude, algo que puede provocar verdaderos quebraderos de cabeza a aquellas organizaciones que dejen estos aspectos a un lado. La incertidumbre vivida estos meses ha provocado que muchas empresas transformen sus negocios para tener visibilidad online sin tomar las precauciones necesarias y eso lo han sabido aprovechar los delincuentes. De hecho, se ha observado un importante número de ataques contra usuarios que tienen importantes presiones financieras. En un estudio realizado por TransUnion, un 32% de los consumidores encuestados afirma haberse sentido objetivo de un fraude digital relacionado con el Covid-19.
Y la historia es la misma en todo el mundo. En una de cada cuatro tiendas físicas, los pagos sin contacto también han crecido durante estos meses. Si bien el aumento de las transacciones digitales ha demostrado ser un salvavidas para millones de empresas, también está creando nuevos riesgos. Es decir, de igual manera que los comercios se han adoptado a la nueva situación, los ciberdelincuentes también han “hecho su tarea”.
El fraude online, incluyendo estafas mediante phishing, ha crecido a ritmos inesperados explotando la confianza del consumidor durante estos meses. En Reino Unido, por ejemplo, el Centro de Denuncias de Cibercrimen y Fraude Nacional
habla de un crecimiento de un 400% en este tipo de delitos, ya sean fraudes con la tarjeta de crédito, mediante el robo o la falsedad de identidad, con el abuso de promociones, con envíos falsos o a través de técnicas de gold farming.
Una vez que las empresas volvieron a la actividad después del confinamiento, los ciberdelincuentes redujeron sus actividades contras las empresas y centraron sus objetivos en los consumidores, especialmente con estafas digitales relacionadas con el Covid-19. Según la información que manejamos en TransUnion, basada en miles de millones de transacciones analizadas en todo el mundo en más de 40.000 páginas web y apps, España ha sido uno de los países más afectados en este sentido, doblando las tasas mundiales de fraude en transacciones digitales en cuanto se alivió el confinamiento -a partir de mayo-.
En concreto por sectores, el fraude online originado en España contra empresas se trasladó desde la industria de las telecomunicaciones en la fase de confinamiento -entre el 11 de marzo y el 18 de mayo- a la industria de los viajes y el ocio en la fase de apertura -entre el 19 de mayo y el 25 de julio-. Es decir, parece que los delincuentes se dieron cuenta de que las empresas relacionadas con el ocio y los viajes estaban probablemente dejando de lado la seguridad en sus transacciones con el objetivo de atraer más negocio debido al impacto negativo de la pandemia en sus cuentas de resultados.
Por todo ello, surgen ciertas preguntas. ¿Cómo puede un empresario mantener su negocio en esta situación e intentando que no le afecte el fraude? ¿Qué debe tener en cuenta para que sus clientes puedan comprar seguros online? Como planteábamos más arriba, facilitar las transacciones digitales es esencial para la supervivencia de los negocios hoy en día. Pero también es fundamental desarrollar una verdadera confianza digital entre cliente y organización para que el usuario se sienta protegido cuando realiza una compra. Y para conseguirlo, la única opción es utilizar las tecnologías más avanzadas.
En un estudio realizado por TransUnion a más de 1.600 ejecutivos responsables de crecimiento de comercio digital, de protección al cliente o de experiencias de cliente, se resalta entre sus conclusiones que el uso de tecnologías como la Inteligencia Artificial, la identidad nacional digital o el uso de portales seguros de pago, o súper apps, facilitarían la realización de transacciones seguras y el crecimiento del negocio para las empresas.
Para la mayoría de los ejecutivos encuestados, la biometría será el método de autenticación para pagos predominante en los próximos diez años. Además, casi la mitad de los expertos cree que la seguridad mejorada y la detección de fraude se verán beneficiadas por el uso de la Inteligencia Artificial. También para una inmensa mayoría, contar con un sistema nacional de identificación digital ayudaría a prevenir el fraude en el consumo.
Además de los beneficios intrínsecos y esperados del uso de estas tecnologías, contar con una identidad digital permitiría a los grupos de bajos recursos tener acceso a servicios de los que son normalmente excluidos, especialmente para contratar servicios de telecomunicaciones y de créditos al consumo.
Los desafíos introducidos por la pandemia en el comercio digital, la privacidad y la seguridad son importantes, pero no insuperables. Poder realizar compras online de forma segura y flexible es esencial para la supervivencia de las empresas. Y así se está demostrando en estos duros meses, pero igual de importante es enfrentarse al mundo online de forma segura y con garantías reduciendo el fraude a la mínima expresión posible, garantizando la privacidad de los usuarios y ofreciendo una experiencia de compra óptima.
ύ Poder realizar compras ‘online’ de forma segura y flexible es esencial para la supervivencia de las empresas ύ