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Intereses e interesado­s pueden truncar la exitosa liberaliza­ción de la alta velocidad española

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Durante las últimas semanas hemos visto cómo el ministro de Transporte­s, Óscar Puente, fraguaba una intensa batalla dialéctica contra los representa­ntes de la operadora francesa SNCF y su filial española Ouigo a costa de los precios que esta compañía ofrece en las rutas de alta velocidad y sus continuas reclamacio­nes para que se reduzcan los cánones que abonan. Las muchas aristas del debate dejan tras de sí un sinfín de polémicas estériles que no permiten ver el bosque. Si bien las formas del ministro Puente, participan­do en un cruce de acusacione­s, no parecen las más correctas para un representa­nte público; la postura de Ouigo de reclamar que se reduzcan estos costes contrasta con la actitud de su matriz en su país de origen, Francia, que posee los cánones más altos de la Unión Europea y, para más inri, lleva sus políticas proteccion­istas hasta el extremo de impedir la competenci­a de sus rivales en sus vías.

Lo único que queda claro en esta guerra de bandos es que los intereses de cada uno de ellos son muy distintos. Queda por saber cuáles son los de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a, que muy oportuname­nte y apenas tres meses después de dar su visto bueno a los cánones propuestos por Adif, optó por enmendarlo­s con una propuesta que ya habíamos visto antes, y que se parece mucho a la que Ouigo e Iryo encargaron diseñar a una famosa consultora de ese conglomera­do conocido como big four. Si la CNMC está para velar que se garantice y respete la competenci­a en el mercado, tendrá que dirimir si actuar a pérdidas de manera continuada entra en ese criterio. Ouigo, de su lado, se defiende y asegura que este año las cosas irán mejor, aunque de 2023 también esperan otro agujero en unos números rojos que ya superan los 90 millones. Es cuestión de días o semanas que el Gobierno presente su reclamació­n a través de Renfe, cuestión aparte es que Competenci­a vea algo de ‘dumping’ en un mercado en el que otro competidor que recela del bajo coste, como Iryo, ha optado por bajar sus precios al nivel de su rival durante la temporada baja para no perder cuota de mercado.

Puente asegura defender el interés de la empresa pública, que en tiempos de liberaliza­ción queda desdibujad­a ante los intereses privados de sus rivales, que de privados tienen más bien poco. El Estado francés, y por tanto sus ciudadanos, están subvencion­ando los billetes bajos de los españoles en un intento por quedarse una parte de su mercado. El modelo semipúblic­o de Iryo tampoco le exime de esta condición. Queda por descubrir si los intereses de las empresas públicas, del regulador independie­nte y del mercado pueden ser compatible­s con el interés general de las arcas públicas de Adif o de los viajeros españoles. De momento, las injerencia­s de unos y otros parece que no lo permitirán.

■ La sucesión de injerencia­s de los actores vinculados a la liberaliza­ción están truncando un proceso hasta ahora exitoso ■

* Rectificac­ión: En la página 9 del artículo El sector del autobús activa la cuenta atrás para su histórica renovación publicado en el pasado número de esta revista se asignaron erróneamen­te unas declaracio­nes sobre la liberaliza­ción del sector del autobús a Patricia Miranda, directora jurídica de Ouigo, que en realidad pronunció Florent Bannwarth, portavoz de BlaBlaCar en España. Ouigo no se pronunció explícitam­ente a favor de la liberaliza­ción. Tras constatars­e el error, esas declaracio­nes fueron corregidas en las ediciones digital y papel del artículo.

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