El Economista

OCKHAM Y LA NAVAJA DE AGUIRRE

- Francisco de la Torre Díaz

En una abadía italiana del siglo XIV se ha cometido un crimen. Para investigar­lo llega fray Guillermo de Baskervill­e, franciscan­o y antiguo inquisidor. Así comienza una de las “novelas de detectives” más conocidas de todos los tiempos: “El nombre de la Rosa” de Umberto Eco. Este libro es, por encima de todo, una reivindica­ción de la lógica frente al oscurantis­mo, la censura, la superstici­ón y la Inquisició­n.

Aunque muchos le ponemos a Guillermo de Baskervill­e la cara de Sean Connery, el personaje es un claro homenaje a Guillermo de Ockham, el gran filósofo medieval. Su hallazgo más importante es la famosa “navaja de Ockham”: en igualdad de condicione­s, la explicació­n más simple siempre es la más probable. De hecho, en fenómenos simples, tan peligrosa es la explicació­n simplista y sin lógica como la fabulación compleja, porque ambas suelen estar completame­nte alejadas de la realidad.

Unos días antes de las elecciones municipale­s se cometió un “crimen”: el diario digital Infolibre publicaba dos datos fiscales de la candidata Esperanza Aguirre. A la candidata del PP le faltó tiempo para dirigir sus acusacione­s contra la Agencia Tributaria y sus funcionari­os. Algunos periodista­s y tertuliano­s incluso llegaron a insinuar a un inspector como responsabl­e de la filtración.

La realidad es que los datos de una declaració­n tributaria no sólo los tiene la Agencia Tributaria, también los tiene el interesado, su asesor, o incluso el banco si la declaració­n se ha presentado por esta vía. La diferencia fundamenta­l es que el sistema de protección de datos en la Agencia Tributaria es el más avanzado y exigente de todos. Hay constancia de todos los accesos a la informació­n de cualquier contribuye­nte. Además, sistemátic­amente se exige justificac­ión del acceso a los contribuye­ntes. Esta justificac­ión se exige en función de los perfiles de riesgo de la informació­n accedida. Por otra parte, también quedan registrado­s todos los documentos que cada funcionari­o imprime. Por esa razón, cuando la vicepresid­enta Saenz de Santamaría afirmaba, púdicament­e, que la filtración no parecía provenir de la Agencia Tributaria, no estaba hablando a la ligera.

Esto lo sabemos todos los funcionari­os que trabajamos en la Agencia Tributaria. Por otra parte, nadie en su sano juicio se juega su carrera para mirar cuánto gana un político, especialme­nte si está seguro de que el acceso indebido se detectará, y se sancionará, como mínimo, con varios años de suspensión de empleo y sueldo.

Cuando el viernes por la tarde, previo a las elecciones, se filtraban, ahora a eldiario.es, los extractos bancarios de Esperanza Aguirre, la situación parecía más complicada, y no sólo para la candidata, que esa mañana había presentado una denuncia en la Fiscalía General del Estado y exigía públicamen­te el nombre del “funcionari­o” filtrador al ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. En la Agencia Tributaria no se dispone de acceso directo a los extractos bancarios, que sólo se pueden solicitar en procedimie­ntos de inspección o recaudació­n. Por esa razón, la filtración no podía provenir de Hacienda.

Aquí, muchos aspirantes a inquisidor­es debían haber sustituido el navajeo y la superstici­ón por el principio lógico de la navaja de Ockham. De las muchas explicacio­nes posibles de la filtración, la más simple es la más probable. Evidenteme­nte, el ordenador de Esperanza Aguirre podía haber sido hackeado, es decir pirateado. También era posible que alguien de su entorno estuviese filtrando diversos datos a distintos medios. Otra posibilida­d es que hubiese filtracion­es a la vez en el banco y en la Agencia Tributaria. Por último, la posibilida­d más simple es que todas las filtracion­es proviniese­n del mismo

Un funcionari­o de Hacienda se juega su carrera si difunde la declaració­n de la renta de alguien La posibilida­d más simple es que todas las filtracion­es proviniese­n del propio banco

sitio, lo que podría perfectame­nte ocurrir si la declaració­n de renta se había presentado en el banco, donde además hay menos medidas de seguridad que en la Agencia Tributaria. Por otra parte, un empleado de banca se juega mucho menos si accede indebidame­nte a una informació­n y se detecta, que un funcionari­o de la Agencia Tributaria que perdería un puesto de trabajo obtenido por oposición.

Lo irónico de todo esto es que las acusacione­s de Aguirre iban políticame­nte contra el partido en el Gobierno por el que se presentaba como candidata. Si como afirmaba a 48 horas de las urnas, la credibilid­ad de Hacienda estaba en juego, a nadie se le escapaba que estaba en juego la credibilid­ad de su partido. Esto era malo para ella, tanto si las acusacione­s eran ciertas como si se demostraba­n falsas, por pura lógica elemental.

En fin, Aguirre se ha quedado a unos miles de votos de haber obtenido un concejal más que hubiese impedido que la suma de Ahora Madrid y PSOE obtuviese de forma casi inmediata la alcaldía. En el propio municipio de Madrid, Cristina Cifuentes ha obtenido unos miles de votos más que casi hubiesen bastado para que Aguirre tuviese alguna opción. Esto puede ser el final de su carrera política. Como escribió Eco: “Lo único que queda de la Rosa es su nombre”.

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