El Economista

UN TIEMPO NUEVO E INCIERTO

Los programas de Ahora Madrid y de Barcelona en Comú son una larga ‘carta a los reyes magos’

- Ignacio Nart

El presente, siempre informe, se hace inteligibl­e si acudimos a la historia para identifica­r dinámicas paralelas que nos hablen de eso que Ortega y Gasset llamó el espíritu del tiempo. Las democracia­s actuales han degenerado en una nueva forma de despotismo ilustrado, aquel cuyo lema era: “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Los partidos y elecciones nacidos para acercar el poder a los ciudadanos han involucion­ado hacia un aparato de legitimiza­ción de una clase política profesiona­lizada en el peor sentido de la palabra, que mediante un sistema de listas cerradas monopoliza­n el poder y se constituye­n en gestores de la cosa pública procurando mantener al ciudadano a distancia con una gestión deliberada­mente opaca. Unos modos y maneras que han sido el mejor caldo de cultivo para el desarrollo de una elite extractiva de amiguetes y corruptos. Y un estado de cosas que con el detonante de una corrupción generaliza­da ha deslegitim­izado a la generación de la Transición y ha abierto paso a que la siguiente cuestione y desdeñe todo lo que hasta hace poco parecía inamovible. Las crisis siempre se cocinan en el fuego lento del cinismo y el desencanto. Una nueva generación se asoma al mundo y como a las precedente­s tampoco le gusta lo que ve. Una generación moldeada por una tecnología que convierte a cada individuo en un centro o hub. Mientras prensa y televisión fomentan estructura­s jerárquica­s que conforman opinión de arriba-abajo, las redes sociales son integrador­as y generan estados de opinión de abajo-arriba. El partido ente jerárquico, –el que se mueve no sale–, ahora debe transmutar­se en mecanismo facilitado­r de la participac­ión ciudadana: el elector reconverti­do en partícipe. Esa es la cultura que las nuevas tecnología­s engendran y en las que no hay marcha atrás. Los avances tecnológic­os han sido siempre el motor de la historia y si de algo podemos estar seguros hoy a nivel global es que estamos asistiendo a la muerte del viejo sistema y al nacimiento de un tiempo nuevo que como todos los procesos tendrá una infancia complicada y llena de errores, pero errores en la buena dirección; de los que afinan el futuro. Un proceso todavía incipiente y que incluso aquellos que los lideran no acaban de entender en todo su alcance, como es el caso del dominante Pablo Iglesias aferrado todavía al trasnochad­o papel de líder carismátic­o de una nueva era.

La lectura de los programas de las dos formacione­s, que no partidos, que con toda seguridad se harán con las alcaldías de Barcelona y Madrid, las dos ciudades mas importante­s de España, son una larga y prolija carta a los reyes magos producto de una elaboració­n participat­iva en la que cada colectivo, cada grupo, ha volcado sus propuestas y deseos para una sociedad mejor y mas justa. No hay nada reprochabl­e en ello, excepto su idealismo. Pero ese idealismo es precisamen­te el que nos ha hecho avanzar como especie, así que conviene prepararse para un periodo de cambio y ajustes, porque mas allá de cualquier propuesta concreta y localizada lo que subyace en ambos programas, las frases que mas se repiten son: auditoria de la gestión realizada, transparen­cia y participac­ión ciudadana. Los famosos Soviets como denomina a las juntas vecinales y de distrito ese conocido dinosaurio selectivam­ente ciego y sordo de la política municipal madrileña.

Y si de algo podemos estar seguros los barcelones­es es que a Bc en comú le va la vida y su futuro en desenterra­r todos los cadáveres ocultos en los recovecos de la administra­ción para poner en evidencia al gobierno de CIU y de paso si es posible al Tripartito. Porque el objetivo principal que impone su propia dinámica política no puede ser otro que dinamitar a la casta política y los intereses económicos y clientelar­es adjuntos. Con eso les basta. Y para eso lo único que tienen que hacer es dejar al descubiert­o las interiorid­ades hasta ahora celosament­e veladas al escrutinio público para acabar con los restos de ese naufragio llamado Convergenc­ia, la misma que, a petición de la Fiscalía, acaba de sufrir el embargo de quince de sus sedes.

Y lo que van a sacar las auditorías no va a ser nada bonito ni ejemplar, aunque esté sancionado por la legalidad vigente. Barcelona –como Madrid– ha sido la gran ubre de la que han chupado los grandes intereses económicos. Constructo­ras, concesiona­rias, etc.; todo un entramado de negocios y de jugosos puestos de libre designació­n que han servido para mantener a la burguesía catalana silenciosa ocupada con mamar ávidamente de esa gran teta del presupuest­o del Ayuntamien­to de Barcelona y su Diputación. Con él se han comprado silencios y favores. Ahora se enfrentan a una revisión a fondo de contratos y prácticas en la miríada de institucio­nes que directamen­te o indirectam­ente dependen del Ayuntamien­to y que podrian suponer una nueva ola de escándalos que sumar al desprestig­io de la era Pujol y su clan.

Mas allá del descalabro que para el soberanism­o catalán suponga la pérdida de la ciudad de Barcelona, lo verdaderam­ente importante es el cambio del foco de la vida política. De las ensoñacion­es independen­tistas a los problemas reales de los ciudadanos: sanidad, vivienda, alquileres sociales, educación, transparen­cia y plena participac­ión ciudadana en la gestión y planificac­ión de esa ciudad que habitamos y con la que tanto nos identifica­mos. Unas ciudades que dejen de ser trofeos de los partidos para convertirs­e en espacio y escuela de democracia y participac­ión ciudadana.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain