Bailando con lobos para negociar por un plato de lentejas
Mientras que el Partido Popular intenta asimilar unos resultados electorales que le abocan a una catarsis para la que hoy no tiene tiempo material ni recambios sólidos que le permitan afrontar las generales de final de año con garantías de permanencia en el Gobierno, resulta sorprendente la euforia inconsistente que se ha desatado en el PSOE.
Un partido el de Sánchez y Susana Díaz que, lejos de engañarse y engañarnos, debería pararse a analizar el veredicto de las urnas para mirarse en la cruda realidad de un espejo electoral que refleja no sólo una pérdida de 775.000 votos, sino su incapacidad para capitalizar la sangría de sufragios del PP, además de la constatación de que ha obtenido su peor resultado histórico en diez comunidades autónomas. Aunque en su caso obligado es reconocer que juega a favor el efecto de los pactos y las componendas que pueden darle el gobierno en cinco de ellas, aunque sea a costa de ponerse en manos de Podemos y sus múltiples franquicias.
Un riesgo éste que, a poco que se descuiden en Ferraz, puede ser el primer paso hacia la autodestrucción del partido histórico de Pablo Iglesias (el genuino), sobre todo, porque el otro Pablo Iglesias (el sucedáneo actual) no ha dejado de repetir hasta la saciedad en la campaña, y antes de ella, que sus aspiraciones pasan por devenir en el partido hegemónico de la izquierda española. Y para ello, no le va a temblar la mano a la hora de sostener las aspiraciones socialistas de gobierno en el corto plazo, como tampoco para empujarles después hacia el abismo cuando se sienta con fuerzas suficientes para destronarles. De hecho ya ha empezado por travestirse de socialdemócrata.
Las barbas peladas de una Izquierda Unida, a la que Podemos ha transmutado ya en Izquierda Hundida, o la reducción a la miseria de la nada del Pasok en Grecia ante la ofensiva imparable de Syriza, deberían servir para que Sánchez y los suyos pusieran sus barbas a remojar, en lugar de seguir bailando con lobos para cambiar por un plato de lentejas la primogenitura de la izquierda en esta España a la italiana que nos deja el 24-M.