Las enseñanzas deportivas y su relación con la formación
En el discurso demagogo y excesivamente peligroso que parece triunfar en nuestro país, es fácil y todo un error dejar de lado el avance personal y profesional que supone la formación. Qué mejor inversión que la que cada uno realiza en sí mismo para aumentar el propio valor añadido.
Es evidente que no todos gozamos de las mismas habilidades y aptitudes. Los hay con gran dominio de nuevas tecnologías, idiomas, facilidad en la oratoria y otros a los que con zapatillas y raqueta en mano nunca podremos ganar. A este respecto, la destreza deportiva puede ser un potencial laboral importante. La ordenación general de las enseñanzas deportivas de régimen especial, quedó establecida en el Real Decreto 1363/2007, de 24 de octubre. La información está disponible para el ciudadano a través del Ministerio de Educación. El objetivo radica en la preparación para la actividad laboral en el sistema deportivo en diferentes niveles, tanto de iniciación, tecnificación o alto rendimiento. La legislación exige una prueba de acceso de carácter específico, para acreditar un nivel alto de dominio de la especialidad deportiva en interés. Se reconocen dos tipos de grados. El Grado Medio consta de un ciclo inicial o primer nivel y un ciclo final o segundo nivel, denominados LOE y LOGSE. En ambos hay un bloque común con las mismas enseñanzas en todas las especialidades deportivas y un bloque específico con las características propias de cada modalidad y formación práctica. Los títulos acreditados en las especialidades del grado medio son muy amplios. Desde Técnico deportivo de Atletismo, en Baloncesto, Buceo deportivo, Esquí Alpino, de Fondo, Snowboard hasta técnico deportivo en Espeleología, en Barrancos, en Escalada o en Media Montaña. El Grado Superior se reserva a funciones de entrenamiento, dirección de equipos y control de deportistas de alto rendimiento. En un mundo laboral competitivo, el aprendizaje en deporte resulta una saludable opción. El último de la carrera siempre tendrá por detrás a quienes nunca se atrevieron a correrla. Quien lo dijo tenía toda la razón.