Davos 2019: Otra oportunidad perdida
Unidos y el Brexit. Nuevamente, la tentación fue extrapolar los acontecimientos futuros con un sustento excesivo en lo que acababa de suceder.
El consenso de Davos parecía ser que las disputas comerciales entre China y Estados Unidos se intensificarían en 2019, pero el escenario más probable es que las tensiones disminuyan. China es consciente de que Corea del Sur, México y Canadá ya negociaron con la administración estadounidense, y de que, en lugar de una escalada de aranceles de toma y daca, la mejor estrategia para el crecimiento a corto plazo y el desarrollo a más largo plazo de un país es hacer concesiones a Estados Unidos sobre cuestiones vinculadas a reclamaciones legítimas. Estas incluyen las reglas que imponen transferencias de tecnología -como exigencias de empresas conjuntas- y el robo de propiedad intelectual.
En cuanto al Brexit, los escenarios centrales en Davos se centraron en una continuación del proceso actual de ni paz, ni guerra o, alternativamente, una salida dura del Reino Unido de la Unión Europea. Sin embargo, como ya quedó demostrado que el proceso “del Brexit es muy lento” -el Parlamento británico dejó traslucir en repetidas oportunidades que no puede acordar sobre una sustitución de la relación actual entre la UE y el Reino Unido-, la probabilidad de un Brexit suave materialmente crece. Lo mismo sucede con la probabilidad, aunque menor, de un segundo referendo, que alguna vez se pensaba como un desenlace improbable, si no impensable.
Simplemente extrapolar el futuro a partir de lo que acaba de ocurrir por lo general lleva a los asistentes a Davos a transitar senderos falsos. Davos -tanto sus organizadores como sus participantes- haría un mejor
En estas reuniones se pone el foco en el pasado en lugar de en los desafíos que plantea el futuro
trabajo si implementara tres cambios en la manera en que se lleva a cabo el evento.
Primero, la reunión debería proponer activamente escenarios alternativos para una discusión seria. La agenda de este año, por ejemplo, debería haber incluido un posible retorno en 2019 a un crecimiento divergente, y los riesgos y oportunidades asociados. Además, Davos debería reunir y discutir las mejores prácticas para lidiar con los niveles habituales de incertidumbre tanto para las empresas como para las políticas públicas de los gobiernos. Finalmente, en lo que concierne a las perspectivas de corto plazo, el encuentro necesita dedicar mucho más tiempo a otros temas que, sospecho, resultarán más importantes que el Brexit o las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos. Éstos incluyen la actitud cambiante frente al nacionalismo, los desafíos de las políticas de los bancos centrales y el alcance de una mayor coordinación de las políticas de gobierno entre las economías avanzadas.
El encuentro anual de Davos es una oportunidad demasiado grande como para no explotarlo como corresponde. Sin embargo, año tras año, el foco termina siendo más retrospectivo que prospectivo, y la edición que acaba de concluir parece no haber sido una excepción. Una modernización jugaría un papel importante a la hora de cumplir el objetivo manifiesto de Davos: comprometer a “los principales líderes políticos, empresariales y de otros sectores de la sociedad a forjar agendas globales, regionales e industriales”. Esto garantizaría que más participantes vayan en busca de contenido viable y sustancial en lugar de terminar yendo para ver y ser vistos.