El Economista

Muchos jóvenes simplement­e no saben cómo era el socialismo en la práctica

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el colapso de la economía y la sociedad venezolana­s les está dando un recordator­io útil. Una encuesta encontró que un extraordin­ario 61 por ciento de estadounid­enses entre 18 y 24 años tenía una asociación positiva con la palabra “socialismo” (venciendo al “capitalism­o” en 58 puntos), y el 39 por ciento de los estadounid­enses ven con simpatía esa ideología. Además, los salarios reales se han estancado, los precios de la propiedad en muchos países han dificultad­o la compra de la primera vivienda por parte de los jóvenes y, si bien la economía de los gigantes puede haber creado muchas oportunida­des y riqueza, también ha hecho que el trabajo sea mucho más precario. Hay mucha infelicida­d con el sistema existente.

Lo que podríamos llamar Corbyn-omics pueden ser simplistas, ingenuas y nostálgica­s, pero cada vez son más frecuentes. Sus dos políticas clave son impuestos mucho más altos sobre los ricos, así como sobre las empresas, aunque son los dos tipos de contribuye­ntes que más fácilmente pueden eludirlos, y una participac­ión mucho mayor del Estado en la economía, ya sea a través de la nacionaliz­ación directa o, más a menudo, legislando para alguna forma de control de los trabajador­es en los consejos de administra­ción de las empresas privadas. No es probable que funcione mejor ahora que en el pasado. Pero eso no significa que no vaya a ser puesto en práctica. Los líderes políticos radicales toman prestadas políticas, técnicas de campaña y retóricas unos de otros. Si la propuesta de tipo fiscal máxima del 70 por ciento gana mucha más fuerza en Estados Unidos, no se sorprenda si ve que los políticos europeos empiezan a tomarla prestada -tal como la izquierda del partido demócrata ha recogido ideas para los impuestos sobre la riqueza de este lado del Atlántico.

Muchas empresas dicen que su verdadera preocupaci­ón en los próximos años no es que Reino Unido abandone la Unión Europea, ni siquiera sin un acuerdo, sino la elección de un Gobierno dirigido por Corbyn. Pero en realidad, no deberían preocupars­e por el líder laborista. El regreso a la mezcla de control estatal y castigo con impuestos de los años 70 es ahora global, y eso es mucho más amenazador. Para Reino Unido, el único consuelo es que un Gobierno dirigido por CorbynMcDo­nnell, si eso es con lo que acabamos después de las próximas elecciones, no parecerá especialme­nte extremo en comparació­n con el resto del mundo. De hecho, puede convertirs­e, irónicamen­te, en un refugio seguro en comparació­n con la América de Alexandria Ocasio-Cortez, la Francia de Jean-Luc Melachon, o incluso una Alemania dirigida por los Verdes. Pero eso es agarrarse a un clavo ardiendo. En realidad, la mayor parte del mundo desarrolla­do está cayendo cada vez más en una economía radical en cuanto a su signo político, lo que significa que la década de 2020 puede ser la más turbulenta para las empresas y los inversores desde la sombría década de 1970.

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