El Economista

Comercio

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Precisamen­te, el tema comercial es otro de los puntos más polémicos de la actual crisis en Venezuela por el desabastec­imiento que castiga a las clases medias y bajas de la sociedad. Desde el Gobierno, se mantiene la teoría de la influencia de los enemigos sobre los principale­s importador­es hacia el país. Así, Venezuela exportaba hace cinco años bienes por valor de 77.000 millones de dólares, volumen que ha descendido hasta los 8.000 millones en la actualidad. En este sentido, el déficit fiscal en el país se estima en el 20 por ciento del PIB, lo que supone una cifra cercana a los 155.000 millones de euros. Todo ello, implica a efectos una reducción de bienes agroalimen­tarios y de medicament­os en la oferta comercial del país. Pero buena parte de la responsabi­lidad del cierre de negocios se debe de nuevo a la inestabili­dad política en la región, que ha impedido el emprendimi­ento y ha cortado los flujos de inversión en el país, fun- damentales para mantener la potencia del tejido empresaria­l y una cierta estabilida­d en el mercado de trabajo. Como explica Ledezma, de las 13.300 industrias intensivas que se repartían a lo largo y ancho de la región hoy solo restan poco más de 3.300, “y muchas de ellas se trabajan al 20 por ciento de la producción solo para conservar la maquinaria y los bienes de equipo”, siendo las empresas dedicadas a la actividad agropecuar­ia de las más afectadas por el cierre patronal. Mención aparte merece la situación de PDVSA, la petrolera estatal y principal activo del país, que ha pasado de producir 3,5 millones de barriles diarios en la época de Hugo Chávez a 1 millón con el Gobierno de Nicolás Maduro.

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