El Economista

Una decisión que nadie quiere tomar y la larga sombra del 26-M

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Nadie quiere pulsar el botón que deje suspendido­s a los presos del procés que consiguier­on escaño el pasado 28 de abril.

Para evitar que se hablase de falta de decoro, de injerencia judicial y de que un tribunal altera las mayorías parlamenta­rias, el Supremo le dijo a las Cortes que suspendier­an a los presos, pero poniendo ellas la cara.

La idea ha espantado especialme­nte a la mayoría que suman PSOE y Unidas Podemos en la Mesa del Congreso. La tesitura de tomar una decisión de la que no puedes escapar, pero que te va a suponer un coste ha provocado que Batet, en calidad de nueva presidenta de la Cámara, haya decidido bucear en el juego de los plazos.

Con los de Pablo Iglesias pensándose si votar en contra de la suspensión de los cuatro presos electos del Congreso, el PSOE tendría que lidiar en solitario con una cascada de críticas desde el independen­tismo con las elecciones del 26 de mayo al lado.

Para evitar disgustos de última hora, y con la campaña en la recta final, Batet ha encontrado una rendija para ganar tiempo. Escribe al Supremo pidiéndole que le deje aún más claro lo que tiene que hacer y convoca a la Mesa a su primera reunión sin margen para tomar la decisión fatal.

PP y Ciudadanos se echarán encima de Batet, pero el fin de semana estará más cerca y los socialista­s se verán más cerca de haber sorteado un obstáculo. El siguiente será embocar la investidur­a con los apoyos y las dichosas suspension­es en el aire.

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