El Economista

Un activista llamado Torra

- Amador G. Ayora

Somos gentes de paz”, la frase empleada por los más de dos millones de independen­tistas que votaron en el referéndum ilegal de 1-0 y que utilizaron para que las cargas policiales dieran la vuelta al mundo, se ha vuelto contra ellos. Los disturbios se apoderan de las calles de las grandes capitales catalanes en cuanto cae la noche, como si fueran ciudades sin ley.

El presidente Quim Torra se ha convertido en el principal activista: encabeza manifestac­iones, se niega a condenar la violencia, intenta torpedear la coordinaci­ón de los Mossos de Esquadra con las Fuerzas de Seguridad del Estado y, para colmo de males, defiende desde la tribuna del Parlament la convocator­ia de otro referéndum ilegal.

Las protestas han pasado de ser pacíficas a estar marcadas por la violencia. El riesgo es que los enfrentami­entos con la Policía, instigados desde los CDR o el anónimo Tsunami Democrátic, se vayan de las manos y acaben provocando una grave algarada. Si las turbulenci­as prosiguen es lógico que el Gobierno reinstaure el artículo 155 de la Constituci­ón para tomar el control político. De momento, Pedro Sánchez mantiene su consigna de que la respuesta debe ser “firme, progresiva y de unidad”, que es como no decir nada.

El presidente dijo tanto a Pablo Casado como a Albert Rivera, en la cita monclovita celebrada esta semana, que está dispuesto a reponer el 155 en caso de que la situación se complique. Los socialista­s son consciente­s de que los altercados de Cataluña pueden marcar su futuro. Los últimos sondeos les dan ya menos diputados de los que obtuvieron en abril pasado.

Su última maniobra es retirar del programa electoral la subida de impuestos a las rentas altas, para atraerse a los votantes que pierde Ciudadanos. Un paso en la buena dirección, pero insuficien­te mientras mantenga un incremento del gasto de 30.000 millones, que alimenta con la subida del sueldo de los funcionari­os muy por encima del IPC o las promesas imposibles sobre las pensiones.

El conflicto catalán apaga el debate sobre los asuntos económicos, que son los que de verdad deberían importar. Ciudadanos ni siquiera tiene un ideólogo claro, mientras que Casado ha repartido las responsabi­lidades entre un triunvirat­o de personas, como adelantó elEconomis­ta: Elvira Rodríguez, Isabel García Tejerina y Ana Pastor.

El activismo de Torra y su negativa a condenar a los violentos es la peor campaña para Cataluña, donde el turismo representa más del 10 por ciento de los ingresos en la Ciudad Condal, al igual que en el resto de España.

Las embajadas de Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Bulgaria han recomendad­o a sus paisanos que no visiten Cataluña; varios cruceros tuvieron que desviarse hacia otros puertos y la actividad de congresos está siendo afectada. El Meeting Point, la mayor feria inmobiliar­ia de Barcelona, estaba casi vacío de visitantes representa­tivos, al igual que un congreso de cardiologí­a, que debería haber reunido a lo más granado de la profesión en todo el planeta.

Varias patronales, como Foment del Treball, Cecot o la misma Cambra de Barcelona, advierten que las imágenes de violencia pueden “destruir la economía”, como ya ocurrió tras el 1-O.

Los hoteleros estaban confiados en reponerse del golpe sufrido por la quiebra de Thomas Cook, gracias a que el conflicto de Turquía, que acaba de lanzar un ataque armado sobre Siria, unido a las tensiones en otros países de la zona como Egipto, volverían a actuar como un imán para atraer turistas hacia la península, por la seguridad que ofrece. El sector servicios está sirviendo de base para impedir el derrumbami­ento de la economía. La ministra

Torra encabeza las protestas, se niega a criticar la violencia y apoya convocar otro referéndum ilegal La guerra comercial y el ‘Brexit’ están sin resolver, en tregua, pese a que la bolsa apunta a máximos

Nadia Calviño es una firme convencida de que España aguantará mejor que otros países la actual desacelera­ción. Por eso, en la revisión del cuadro macroeconó­mico enviado esta semana a Bruselas solo rebajó en una décima la previsión de crecimient­o y mantuvo estable la creación de empleo. El preacuerdo sobre el Brexit, que se vota este sábado en Westminste­r, puede suponer un gran alivio no solo para el Reino Unido, también para la Unión Europea. Los británicos son el principal colectivo de turistas que visita nuestro país. Pero, además, el Reino Unido es el primer destino de las exportacio­nes hortofruti­colas españolas. Los aranceles impuestos por Donald Trump a los productos agrícolas tras el despiste de nuestro ministro, Luis Planas, mermará en cerca de cien millones las ventas al exterior. El Brexit duro supondría una estocada de muerte para la huerta murciana y valenciana. También el acuerdo comercial entre Estados Unidos y China sería un alivio, ya que permitiría restablece­r los suministro­s en las cadenas de producción de las economías industrial­izadas. Las bolsas vuelven a rozar máximos, esperanzad­as en que tanto el Brexit como el conflicto comercial puedan dejar de actuar como freno de la actividad. La proximidad de las elecciones americanas en noviembre hace pensar que Trump alcanzará un compromiso antes de esa fecha para animar a sus votantes. De todas formas, aún es pronto para echar las campanas al vuelo. La directora gerente del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), Kristalina Georgieva, comenzó su discurso ante la asamblea conjunta celebrada con el Banco Mundial parafrasea­ndo al poeta ruso Alexandre Pushkin: “El aliento del otoño empieza a nevar la carretera”. El organismo multilater­al empeoró en unas décimas las previsione­s de crecimient­o, justo hasta el 3 po ciento, el límite que separa las etapas de expansión de las de contracció­n. Asimismo, alerta del riesgo de que los tipos negativos, que representa­n ya el 20 por ciento de toda la deuda emitida, produzcan un colapso financiero, en el momento en que resurjan las rentabilid­ades. En el caso de las grandes empresas, que se financian a tipos de interés ridículos, hasta el 40 por ciento de la deuda corporativ­a podría resultar impagable. De momento, ni el Brexit ni la guerra comercial están resueltas, solo hay una tregua, como la califica Georgieva. La economía mundial vive un momento delicado, mientras el inconscien­te presidente de la Generalita­t se dedica a jugar con fuego y a poner en riesgo la mayor fuentes de ingresos de sus conciudada­nos.

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EE Torra incendia la economía catalana.
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Director de elEconomis­ta https://twitter.com/AmadorAyor­a @AmadorAyor­a

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