El Economista

A quién beneficia que no se produzca un ‘Brexit’ duro

Los sectores empresaria­les españoles más afectados serían el agroalimen­tario, transporte, automoción y químico

- Víctor Ventura MADRID.

La importanci­a para las compañías españolas de que no haya un Brexit duro es esencial, ya que casi la mitad del tejido industrial tiene de alguna manera exposición al mercado británico. En concreto, un 46 por ciento de las sociedades declara tener algún tipo de dependenci­a con ese mercado. Así, el 18 por ciento realiza exportacio­nes y el 13 por ciento cuenta con filiales allí. Según un estudio, el sector agroalimen­tario español es el más expuesto, debido al volumen de ventas de sus productos en Reino Unido, una situación que afecta también a las empresas de transporte, la automoción y la química.

Día D en Westminste­r... o quizá no. Después de que Reino Unido y los Veintisiet­e cerraran el jueves un nuevo acuerdo para el Brexit, hoy es el momento de llevarlo al Parlamento. Y un puñado de votaciones pueden cambiar el futuro del Reino Unido o aplazar una decisión definitiva hasta dentro de unas cuantas semanas o meses. Hay dos debates clave: el que decidirá si se lleva hoy a trámite el acuerdo de salida y, si eso ocurre, el que dejará claro si el pacto tiene el visto bueno de Westminste­r o no.

Posible anticlímax Cuando todo el mundo estaba centrado en ver los movimiento­s entre los diputados con dudas que podrían decidir de qué lado se inclina la balanza del acuerdo, un movimiento inesperado abrió la puerta a que el día clave acabe pasando sin pena ni gloria. Una enmienda introducid­a por el grupo de rebeldes tories expulsados de su partido hace un mes por el primer ministro, Boris Johnson, pide más tiempo para estudiar el acuerdo en detalle. Y, dado que los votos de esa veintena de diputados son claves para aprobar cualquier pacto, es muy posible que la sesión no termine en un sí o un no decisivos, sino en una anticlimát­ica patada hacia adelante.

La enmienda, presentada por dos de los diputados que se han pasado los últimos dos años haciéndole la vida imposible al Gobierno de Theresa May y ahora a Johnson, suspenderí­a la votación sobre el acuerdo. En su lugar, instaría al Ejecutivo a presentar el proyecto completo de ley del Brexit, advirtiend­o de que “el Parlamento no ratificará el pacto mientras la ley no sea aprobada”. Mientras tanto, Johnson debería pedir una prórroga que no tendría que ser siquiera de tres meses, sino lo necesario hasta que el Parlamento tarde en tramitar el proyecto sin prisas, si es que la ley no muere por el camino, como intentarán sus detractore­s.

El objetivo de este grupo, al que se ha sumado prácticame­nte toda la oposición, es tener más tiempo para estudiar el texto completo del acuerdo, en vez de tener que dar el visto bueno al tratado que marcará el futuro del Reino Unido durante las próximas décadas en apenas 48 horas. Además, durante la tramitació­n de la ley podrían incluir nuevas cláusulas, como la de tener que celebrar un segundo referéndum confirmato­rio.

No solo eso, sino que esta propuesta sirve como una garantía para los diputados que temen que Johnson, o los llamados espartanos que quieren una salida caótica, bloqueen la aprobación de la ley del Brexit, que tendría que hacerse de emergencia durante la próxima semana. Si los contrarios a una salida ordenada logran frenar los trámites hasta la fecha clave del 31 de octubre, el Reino Unido se caería de la UE sin acuerdo. Con esta moción, Johnson estaría obligado a pedir una prórroga breve hasta terminar la tramitació­n, lo que les dejaría hacerlo con calma y sin la amenaza de una salida caótica pendiendo sobre el Parlamento de Westminste­r.

Por otro lado, al no rechazar de plano el acuerdo, los diputados evitarían las amenazas de algunos líderes europeos, como Emmanuel Macron (Francia) o Leo Varadkar (Irlanda), que ayer sugirieron que no aceptarían otra prórroga al plazo de salida si el Parlamento tumba esta última oferta. El propio Gobierno británico indicó que esta posibilida­d no era un desastre, sino solo una pequeña molestia, y que intentaría­n empezar a tramitar la ley en cuestión lo antes posible.

Los otros escenarios Si el Parlamento rechaza el aplazamien­to, entonces se votaría el acuerdo en sí. Las fuerzas están muy igualadas, con una veintena de diputados tories y laboristas en el ojo del huracán. Cualquier movimiento inesperado hacia alguno de los dos lados podría decantar la balanza y decidir el resultado. Si se aprobara el acuerdo, la victoria de Johnson sería absoluta y el Brexit ya casi una realidad, a falta de algo menos de dos semanas para materializ­arse de forma efectiva. Si no, la derrota del primer ministro sería igual de rotunda y todo abocaría a una prórroga y, segurament­e, unas elecciones.

En el caso de que no se apruebe el acuerdo, los diputados estudiaría­n dos alternativ­as más. La primera sería una enmienda extra de la oposición, pidiendo un nuevo referéndum. Aunque no parece haber una mayoría a favor, si la única alternativ­a –el acuerdo– acaba de desaparece­r, ésta sería ya la última oportunida­d para aprobar algo así. Si llega a votarse, no es descartabl­e en absoluto que se apruebe. De hecho, los laboristas han advertido de que, si hay aplazamien­to, intentarán introducir esta posibilida­d igualmente durante la tramitació­n de la ley del Brexit.

Finalmente, si los diputados han tumbado todo lo demás, Johnson preguntarí­a a la Cámara si es que han rechazado el acuerdo porque lo que quieren es una salida caótica, lo que sería tumbado por una mayoría aplastante. A partir de ahí, la única opción sería pedir una prórroga, como Johnson estaría obligado a hacer en cualquier escenario, salvo la aprobación de su acuerdo, e ir a elecciones. Las urnas son ya inevitable­s en los próximos meses. Pero el escenario sería muy diferente con un acuerdo aprobado y el país fuera de la UE o sin ninguna salida al Brexit a la vista.

Lo más probable es un aplazamien­to, pero las fuerzas están casi igualadas de cara al acuerdo

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REUTERS El primer ministro británico, Boris Johnson.

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