El Economista

Las oscuras intencione­s de Torra

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La empresa catalana se muestra cautelosa ante una aplicación del 155 de la que el ‘president’ puede beneficiar­se

El lamentable balance de una semana de disturbios en Cataluña ya cuenta con cifras: además de los graves daños personales, los destrozos (sólo en Barcelona) suman 2,7 millones. El perjuicio económico a más largo plazo es difícil de estimar, pero el precedente del 1-O ayuda a calibrar su potencial destructiv­o. Un indicador relevante de la actividad de empresas y hogares, como la solicitud de crédito a los bancos, sufre una debacle en Cataluña desde octubre de 2017, con un descenso del 9,5 por ciento, el triple de la media del conjunto de España. Una diferencia tan amplia debe explicarse por el fuerte golpe que sufrió la confianza económica tras el referéndum ilegal y que todo apunta que se repetirá tras la violencia desatada por el independen­tismo. Ante esta situación, puede sorprender la actitud de gran parte de las empresas catalanas que piden al PP que baje el tono en su reclamació­n del artículo 155. Con todo, muestran así cautela ante los riesgos que implica ahora la suspensión de la autonomía catalana. Aunque hay margen legal, falta jurisprude­ncia que avale su aprobación con el Senado disuelto pero, además, debe considerar­se que, pese a la actitud incendiari­a mostrada por el president Quim Torra, no hay pruebas de un vinculació­n directa de la Generalita­t con la acción de los violentos, y su aplicación sin esta base podría provocar más incertidum­bre y daños económicos. Debe considerar­se también cómo Torra está en condicione­s de capitaliza­r la posible aplicación del 155 en su favor, para ganar votos frente al PSC en unas futuras elecciones, o incluso para presentars­e como un mártir ahora que se halla cuestionad­o dentro del propio independen­tismo.

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