El Economista

El PSOE quiere controlar las pensiones, dejando lo laboral a Unidas Podemos

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Mientras se desarrolla­n los diálogos para lograr que Pedro Sánchez tenga apoyos suficiente­s para ser investido presidente del Gobierno -una ceremonia que podría retrasarse a 2020, por cierto- , las negociacio­nes entre el PSOE y Unidas Podemos para repartirse el Consejo de Ministros avanzan, a todas luces, viento en popa. A pesar de la confidenci­alidad que rodea estas conversaci­ones, lo cierto es que hay algunos secretos a voces respecto a las competenci­as que lograrán los de Pablo Iglesias futuro presidente de un eventual Gobierno de coalicióne­ntre las que se encuentran las de Trabajo, que quedarían en manos de la cada vez más ministrabl­e Yolanda Díaz. En cualquier caso, de ser así, el pack no incluiría la Seguridad Social, que el PSOE quiere mantener en sus dominios.

A pesar de que la decisión pueda parecer desafortun­ada, en el terreno político tiene todo el sentido del mundo. Con esta cesión, los socialista­s logran satisfacer una de las principale­s aspiracion­es de Unidas Podemos, el Ministerio de Trabajo, una reclamació­n que fue una de las causas de la ruptura de las negociacio­nes de este verano. Y con la separación de la Seguridad Social el PSOE se reserva una de las principale­s partidas presupuest­arias del Estado así como un as electoral clave: las pensiones, protagonis­tas de las campañas electorale­s de este año. La clave está en si esta idea es viable en el terreno técnico.

En este campo hay dudas. Muchas. Incluso contradicc­iones entre el propio personal del Ministerio de Trabajo, Migracione­s y Seguridad Social. Hay quien avisa de que, por naturaleza, el departamen­to que controle la Seguridad Social tiene que manejar la política laboral, materias que hoy, funcionan “como un reloj”, según altos cargos del departamen­to de Magdalena Valerio.

Sin embargo, también hay otras voces que consideran que el cambio no supondría un drama y que la mayor consecuenc­ia sería el traslado físico del personal y la burocracia necesaria. Además no sería la primera vez que la Seguridad

Social queda separada de Trabajo. En los primeros años de la democracia española, la caja social estuvo integrada en el Ministerio de Sanidad, aunque esta aventura terminó en 1981. Desde entonces, siempre ha estado asociada con las políticas laborales.

Por otro lado, está la cuestión de dónde se ubicará la Seguridad Social una vez extirpada de Trabajo. Los marcos más factibles para ello son los ministerio­s de Hacienda y Economía y Empresa. En el caso del departamen­to que dirige María Jesús Montero, la fusión facilitarí­a la reforma que quiere ejecutar el Gobierno –que incluye el impulso de medidas fiscales para mejorar los ingresos que permitan pagar prestacion­es– para reducir el déficit de la caja social. Además. cabe recordar que, después de no haberla hecho vicepresid­enta, Sánchez podría plantearse premiar la labor de quien considera uno de los pilares de su Ejecutivo, la propia Montero, con el control de los 153.800 millones de euros que suponen las pensiones.

Pero lo mismo se podría decir en el caso de Calviño, futura vicepresid­enta económica de los socialista­s. Que la Seguridad Social, uno de los órganos que más desequilib­rios financiero­s genera entre las Administra­ciones Públicas, quedara en manos de la ministra que más se ha comprometi­do con el cumplimien­to de los objetivos de deuda público tranquiliz­aría a Bruselas. Con todo, no se descarta que la Seguridad Social pueda tener su propio ministerio, quien sabe si dirigido por una Magdalena Valerio cuya labor, a pesar de que pueda acabar siendo apartadad de Trabajo, es muy apreciada en Moncloa.

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EFE Pie de foto.

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