El terrorismo entra en la campaña electoral británica y eclipa el ‘Brexit’
Johnson busca desmarcarse de la gestión ‘tory’ y cargar conra el Laboralismo
La hegemonía que el Brexit ha impuesto sobre las elecciones generales de Reino Unido ha convertido la batalla de ideas que tradicionalmente domina una campaña electoral en una mera materia optativa, pero el ataque terrorista del viernes ha reestructurado prioridades. Conservadores y laboristas se han adentrado en la peligrosa senda de la politización de un atentado que dejó dos víctimas mortales, además del autor, evidenciando ante los votantes que el 12 de diciembre se juega mucho más que la salida de la Unión Europea.
El sistema judicial ha entrado en la carrera por el Número 10 y tanto Boris Johnson como Jeremy Corbyn han aprovechado la oportunidad de obtener rédito. El primer ministro es consciente del daño que puede ocasionar que el terrorista que sembró el pánico en London Bridge hubiese sido puesto en libertad bajo una administración tory. Usman Khan salió de prisión automáticamente hace un año, tras haber cumplido menos de la mitad de su condena, por lo que Johnson pretende presentarse como el adalid de la reforma de un modelo que ha permitido que 74 sentenciados similares estén en la calle.
El Ministerio de Justicia ha iniciado ya una revisión de la libertad de Khan, ofreciendo al premier la inmediatez que precisa para vender el mensaje en campaña junto a promesas como la de imponer penas severas y acabar con la puesta en libertad automática en casos de extremismo. La batería de propuestas sigue el manual diseñado por unos estrategas conservadores que priman el mensaje directo por encima de los detalles, y que ha lanzado una ofensiva clave: la ley había sido modificada por el Laborismo y la responsabilidad sobre lo acontecido el viernes es del rival. El problema de la tesis es que ignora que su partido lleva en el poder desde 2010, año en que Khan y otros ocho habían conspirado para poner una bomba en la bolsa de Londres, que estos recibieron su sentencia en 2012 y que la revisión de la liberación automática de exconvictos por terrorismo ni aparece en el programa conservador.
Pero si Johnson atiende a su agenda particular, Corbyn tampoco desdeña la ocasión de introducir una de las cuñas que ha marcado su trayectoria, que no es otra que el profundo criticismo del intervencionismo de Reino Unido. Ayer mismo consideró que la profusión de la injerencia militar británica había “exacerbado, más que resuelto” el problema del terrorismo y, frente a la línea dura del Gobierno con yihadistas británicos, el líder laborista consideró que se les debe permitir retornar: “Si se les retira la ciudadanía, ¿dónde van a ir?”.
El del viernes es el tercer proceso electoral consecutivo en el Reino Unido que se ve afectado por el extremismo: el referéndum de 2016 había sido testigo del asesinato de la diputada laborista Jo Cox a manos de un activista de extrema derecha y los comicios de 2017 habían visto los atentados del Manchester Arena y de London Bridge, apenas dos semanas después. De ahí que sea difícil prever cómo impactará en urnas, en primera y última instancia, convocadas en clave de Brexit.
Más allá de la prioridad otorgada ahora a la seguridad, los conservadores han construido su estrategia hacia la reelección en torno al divorcio y la demoscopia indica que el monopolio de la salida de la UE les otorgará la llave para la mayoría absoluta. Su aparentemente inquebrantable ventaja en las encuestas semeja disfrutar de absoluta inmunidad frente a la falta de claridad sobre a qué aspira para la segunda economía continental.