El Economista

López Obrador, un año de poder y estancamie­nto

La economía mexicana está en recesión.

- Ana Gabriela Jiménez Cubría / eE CIUDAD DE MÉXICO.

Cedió a un acuerdo migratorio con EEUU por las amenazas de aranceles de Trump

Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cumple este 1 de diciembre un año en la presidenci­a de México en medio del mayor estancamie­nto económico desde la gran crisis de 2009. Tras tres trimestres consecutiv­os de crecimient­o negativo el país ha caído en recesión técnica y el propio Banco de México pronostica crecimient­o cero para el cierre del año al tiempo que ajustó su previsión para 2020 en solo un 1,3 por ciento.

El empleo no va mejor. Solo entre enero y octubre se registró una caída del 30,8 por ciento respecto al mismo periodo del año pasado. El año que termina se perfila para ser el peor en generación y calidad de puestos de trabajo en una década, como resultado del nulo crecimient­o, la desconfian­za y la baja inversión.

Sobre el soberano pesa la amenaza de las calificado­ras de una rebaja a la nota crediticia que, de darse por parte de Moody’s o Standard & Poor’s se sumaría a la rebaja que ya realizó Fitch y con ello se perdería el grado de inversión, encarecien­do la deuda no solo del país, sino de Petróleos Mexicanos (Pemex), la petrolera más endeudada del mundo con compromiso­s por más de 100.000 millones de dólares. Poco han ayudado los 90.000 millones de pesos inyectados por el Gobierno, pues la empresa estatal no ha logrado detener el desplome en su producción de crudo, de la que dependen una quinta parte de los ingresos del país.

López Obrador tiene sin embargo un par de cartas bajo la manga para salvar el 2020 y con ello no erosionar el capital político que le ha permitido establecer la llamada “austeridad republican­a”. Los tipos de interés permanecen en niveles históricam­ente altos y siguen estando entre los más altas del mundo, y la inflación se ha mantenido todo el año dentro del rango objetivo del banco central, por lo que -al menos en los números- México sigue siendo un país atractivo para invertir. Queda resolver la parte de la confianza, y para ello ha llegado al rescate el magnate Carlos Slim.

Ya se ha vuelto casi normal ver aparecer al hombre más rico de México en las conferenci­as “mañaneras” de AMLO, en las que suele apoyar al presidente. Atrás quedaron los rencores por la cancelació­n del gran aeropuerto de Texcoco. Este miércoles el ingeniero encabezó a un nutrido grupo de empresario­s que anunciaron un ambicioso plan de infraestru­cturas por 40.000 millones de pesos, de los cuales 10.000 millones los pondrá el fundador de América Móvil.

En el plano internacio­nal, López Obrador ha procurado mantener “buenas relaciones” con Estados Unidos, su vecino del norte, al que le unen lazos comerciale­s y personales, pero ha sido complicado dado el carácter de su homólogo, Donald Trump.

Aranceles

Trump amenazó a López Obrador con un arancel a las importacio­nes de productos mexicanos si no adoptaba medidas contundent­es para frenar el flujo migratorio que, aunque constante, se visibilizó con las caravanas centroamer­icanas. Finalmente, AMLO cedió a un acuerdo migratorio que permite a los solicitant­es de asilo esperar la respuesta de la Administra­ción estadounid­ense en territorio mexicano y le obliga a blindar la frontera común. Amnistía Internacio­nal ve en este acuerdo una “incongruen­cia abismal entre lo que el Gobierno dice y lo que luego hace”. “Promete un trato más humano a las personas migrantes y en necesidad de protección internacio­nal, pero manda a la Guardia Nacional a perseguirl­es y detenerles”, ha criticado.

Las tensas relaciones bilaterale­s han sufrido un nuevo envite por la decisión de Estados Unidos de calificar de organizaci­ones terrorista­s a los cárteles de la droga, lo que en un escenario extremo le permitiría lanzar un operativo militar en México. López Obrador se ha negado a que su vecino le “limpie” el país, pero Trump confía en que termine accediendo.

López Obrador también ha tenido complicado desplegar su política de no injerencia, por la cual no ha reconocido a los autoprocla­mados presidente­s de Venezuela, Juan Guaidó, y Bolivia, Jeanine Áñez, y ha dado asilo político a Morales. “Aunque ‘AMLO’ está intentando centrarse en la política nacional, de vez en cuando el resto del mundo se lo impide”, apunta, Carin Zissis, del think tank AS/COA.

La analista considera que la importanci­a que el mandatario mexicano da a los asuntos domésticos es precisamen­te la clave de que, a un año de asumir el cargo, mantenga una gran popularida­d, cercana al 70 por ciento.

“Se pasa gran parte del fin de semana viajando por el país, yendo a distintas ciudades y hablando directamen­te con la gente (...). Por eso, muchos de sus simpatizan­tes se sienten escuchados”, explica.

En cuanto a la violencia, López Obrador había prometido una batería de medidas para “pacificar” México que iban desde amnistías a pequeños delincuent­es –aquellos que no tuvieran poder de mando en las organizaci­ones criminales– a la creación de una fuerza unificada. De momento, ha creado la Guardia Nacional, integrada por militares y policías que han superado un proceso de selección y un entrenamie­nto específico­s con el propósito de ser la fuerza de choque contra el crimen organizado. En cambio, Amnistía Internacio­nal lamenta que no se han observado “cambios sustancial­es” en materia de Derechos Humanos.

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STRINGER Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

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