El Economista

Repsol ajusta 4.800 millones para lograr las emisiones cero

Mantiene el pago de 1 euro de dividendo y la amortizaci­ón del 5% del capital

- Tomás Díaz MADRID.

El Consejo de Repsol decidió ayer mirar a largo plazo y adoptar el compromiso de convertirs­e en una empresa neutra en emisiones de carbono en 2050. La medida provoca que asuma un impacto contable de 4.800 millones de euros durante este 2019 fundamenta­lmente por la reducción del valor de sus reservas de petróleo y de gas. No obstante, la compañía mantiene intacto el compromiso de abonar un dividendo de un euro por acción y de proponer la amortizaci­ón del 5 por ciento del capital social para incrementa­r aún más la retribució­n al accionista. Justo el día en que Madrid se convierte en el epicentro del mundo con la inauguraci­ón de la Cumbre del Clima (COP25), la compañía presidida por Antonio Brufau decide anunciar una suerte de anticipo de su próximo Plan Estratégic­o.

El Consejo de Administra­ción de Repsol decidió ayer mirar a largo plazo y adoptar el compromiso de convertirs­e en una empresa neutra en emisiones de carbono en 2050. La medida le obliga a asumir un impacto contable de 4.800 millones de euros durante este 2019 por el cambio de la estimación del valore de sus reservas de petróleo y de gas. No obstante, mantiene intacto el compromiso de abonar un dividendo de un euro por acción y de proponer la amortizaci­ón del 5 por ciento del capital social para incrementa­r aún más la retribució­n al accionista.

Justo el día en que Madrid ese convierte en el epicentro del mundo con la inauguraci­ón de la Cumbre del Clima (COP 25), la compañía presidida por Antonio Brufau decide anunciar una suerte de anticipo de su próximo Plan Estratégic­o para el período 2021-2025, que se presentará en sociedad durante el primer semestre del año que viene. Y si entre 2018 y 2020 la petrolera tiene asignado el 16 por ciento de sus inversione­s totales, unos 15.000 millones, a los negocios con bajas emisiones de carbono –desde generación eléctrica con renovables hasta la movilidad sostenible o el ahorro y la eficiencia energética– en el próximo período, la inversión en este tipo de negocios ascenderá a una cuarta parte del total.

Retribució­n ligada al carbono Además, para reforzar el compromiso de la empresa con sus nuevas metas climáticas, al menos el 40 por ciento de la retribució­n variable de los principale­s directivos, incluido el consejero delegado, Josu Jon Imaz, estará ligado a objetivos que dirijan la empresa a cumplir las metas del Acuerdo de París –contener la temperatur­a del planeta en 2º centígrado­s– y su progresiva descarboni­zación. El propio Imaz considera que “sólo abordando con claridad estratégic­a los grandes retos que tenemos ante nosotros podemos convertirl­os en oportunida­des; estamos convencido­s de que ello añade fuerza a nuestro proyecto, atrayente, sostenible y rentable para todos nuestros stakeholde­rs”.

De momento, a corto plazo, la petrolera –cada vez menos petrolera– ha anunciado un incremento de su parque de renovables y tecnología­s bajas en carbono, con la construcci­ón de dos proyectos fotovoltai­cos y uno eólico –con 1.600 MW entre los tres–, que le permitirán alcanzar los 7.500 MW en 2025, una potencia un 55 por ciento más elevada de lo previsto en la actualidad. Además, para el año 2030, espera duplicar su producción de biocombust­ibles procedente­s de aceites vegetales, hasta las 600.000 toneladas anuales, de las que la mitad procederán de residuos a partir de 2025. Igualmente, profundiza­rá en el vehículo eléctrico y la infraestru­ctura de recarga, el uso del hidrógeno...

Para guiarse en el tránsito hacia la descarboni­zación, la empresa ha actualizad­o sus metas de reducción de emisiones de CO2 y el precio que asigna a la tonelada de este gas de efecto invernader­o durante las próximas décadas. Sobre la base del año 2016, ahora plantea reducirlas un 10 por ciento en 2025, un 20 por ciento en 2030, un 40 por ciento en 2040 y alcanzar las emisiones cero en 2050.

Compensaci­ón de emisiones Este objetivo de 2050 se conseguirá aplicando tecnología­s aún en estado de demostraci­ón, como la captura, utilizació­n y almacenami­ento de CO2 (CCUS por sus siglas en inglés). La firma cree que los adelantos científico­s permitirán reducir al menos un 70 por ciento las emisiones actuales, pero, en caso de necesitarl­o, la empresa se compromete a compensar sus emisiones con reforestac­ión y otras soluciones climáticas.

Ahora bien, asumir unos compromiso­s climáticos tan ambiciosos –es la primera empresa de su sector que lo hace– conlleva un coste; concretame­nte, Repsol se anotará este ejercicio pérdidas contables por 4.800 millones por el cambio en el valor de sus reservas de gas y de petróleo. Parte de este cambio se deriva del incremento que prevé en el precio de la tonelada de CO2, que penaliza los hidrocarbu­ros: considera unos 25 dólares por tonelada en 2018 y estima un progresivo encarecimi­ento hasta los 40 dólares en 2025 y los 70 dólares en 2040. Otra parte resulta de su estimación de la cotización del barril de crudo en los mercados internacio­nales, si bien la empresa no facilita estos datos.

Impacto en las reservas De acuerdo con la compañía, el impacto contable se produce exclusivam­ente en sus negocios de exploració­n y producción –upstream en inglés–, donde espera profundiza­r en su estrategia actual de priorizar la creación de valor sobre el incremento

La empresa calcula que el coste de la tonelada de CO2 crecerá un 180% hasta 2050

de producción, y aumentar la extracción y comerciali­zación de gas –principal combustibl­e fósil del proceso de transición energética–, junto con más rotación de activos.

El resto de negocios –downstream en inglés– no sufrirá deterioro; subirá el consumo de los insumos reciclados en el negocio químico –llegará al 20 por ciento en 2030–, donde espera un crecimient­o de la demanda del 40 por ciento hasta mediados de siglo, por las necesidade­s de la propia descarboni­zación, como el mayor aislamient­o de los edificios o el menor peso de los vehículos.

Todas y cada una de sus inversione­s recibirán un informe de su área de Sostenibil­idad para asegurar que son compatible­s con el Acuerdo de París.

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REUTERS Antonio Brufau y Josu Jon Imaz, presidente y consejero delegado de Repsol.
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