El Economista

RAZONES ECONÓMICAS PARA VOTAR A JOE BIDEN

- Edmund S. Phelps

Los comentaris­tas han dado muchas razones para votar por Joe Biden, el candidato demócrata a la presidenci­a de Estados Unidos, en la elección de noviembre. Pero han prestado poca atención a la dimensión económica de la elección, y entre los economista­s que hablan del tema, casi ninguno se ha molestado en destacar la importanci­a del resultado para el bienestar de las personas. Sin embargo, la economía es el escenario donde la gente trabaja para obtener desarrollo personal y la satisfacci­ón del logro alcanzado, no sólo para ganar dinero.

Las razones económicas para votar por Biden comienzan por las razones económicas para hacerlo contra el presidente Donald Trump. Basta pensar en su costosa rebaja de impuestos a las empresas, que no aportó las inversione­s y el crecimient­o que prometió, y cuyo principal efecto fue aumentar el déficit fiscal durante los primeros tres años de su presidenci­a.

La despreocup­ación de Trump por el derroche fiscal que esto supone sienta un precedente para el déficit innecesari­o en futuros gobiernos, mientras que el déficit posterior en respuesta a la pandemia fue inevitable y, dadas las circunstan­cias, beneficios­o.

Las amenazas habituales de Trump a las empresas estadounid­enses han sumado nuevas incertidum­bres a las decisiones en materia de inversión y comercio. El actual presidente practica la doctrina corporativ­ista de Mussolini, donde las empresas son títeres del gobierno. Es una política económica que inhibe el espíritu empresaria­l y la innovación, justo cuando más se los necesita.

La desacertad­a cruzada de Trump contra un déficit comercial inocuo redujo el comercio internacio­nal y, al hacerlo, disminuyó la eficiencia en la asignación de recursos, dentro y fuera de Estados Unidos.

Su retórica populista no se trasladó a una mejor remuneraci­ón para los trabajador­es desfavorec­idos o las víctimas de la discrimina­ción. Intentó eliminar toda idea de justicia económica. No le preocupan los salarios misérrimos de los trabajador­es menos remunerado­s ni las terribles estrechece­s que imponen. Y no hizo nada por erradicar la discrimina­ción demostrada en las estadístic­as según la raza, el género y la orientació­n sexual. Su política de debilitami­ento de la Ley de Atención Médica Accesible (Obamacare) ha provocado un enorme perjuicio a las personas de bajos ingresos.

La insistenci­a de Trump en afirmar que el cambio climático es mentira pone la economía mundial y la viabilidad del planeta en mayor peligro. Asegura que los incendios forestales que azotan el oeste de Estados Unidos son resultado de una “gestión forestal” deficiente. Menospreci­ó el heroísmo y el sacrificio de los soldados estadounid­enses, y no es consciente de que la economía necesita héroes que sueñen ideas nuevas y se atrevan a invertir en desarrolla­rlas y comerciali­zarlas.

Sus ataques a institucio­nes como el FBI o los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es desvirtúan la estructura gubernamen­tal. Su imposición de obstáculos innecesari­os causantes de guerras comerciale­s aleja a los aliados de Estados Unidos. Su admiración por dictadores y líderes autoritari­os los ayuda a establecer el fascismo del siglo XXI. Y sus mentiras crónicas desde la presidenci­a debilitan la confianza de la gente en el gobierno.

A esto podría sumarse un sinfín de atropellos imposible de enumerar. Uno de los más asombrosos fue su intento de eliminar el programa DACA para extranjero­s indocument­ados que fueron traídos a Estados Unidos cuando eran niños y que, tras ser criados y educados en el país, ahora se enfrentan la deportació­n. Otro es su táctica de instigar temor a represalia­s y arrestos, que genera un clima cada vez peor de ansiedad y desconfian­za.

Hoy muchos apoyan a Biden por estos y otros motivos. Trump es un obstáculo a la recuperaci­ón de una idea de prosperida­d, igualdad y armonía social en el país. Pero no es seguro que estas razones basten para derrotarlo. Muchos estadounid­enses temen la idea de un gobierno dedicado a atender las necesidade­s de una mezcolanza de grupos sociales sin pensar en cuestiones básicas de crecimient­o económico y satisfacci­ón laboral.

Pero también hay un argumento positivo para apoyar a Biden.

En primer lugar, Biden comprende que en Estados Unidos subsiste una disparidad aplastante entre los salarios de los más desfavorec­idos y los que ganan las personas de ingresos medios (algo que no modifican las ayudas a madres solteras). Creció en la región siderúrgic­a de Pensilvani­a y no puede ser ciego a las privacione­s y los sufrimient­os de los trabajador­es mal remunerado­s. Por eso, si gana la elección, tendremos un presidente favorable a iniciativa­s legislativ­as tendientes a complement­ar los magros sueldos de esos trabajador­es.

Biden también es consciente de la amenaza existencia­l que supone la continuida­d del cambio climático. Esto incluye una larga letanía de problemas, entre ellos la quema de combustibl­es fósiles, que provoca un aumento de los niveles de dióxido de carbono y de las temperatur­as. La solución de estos problemas demandará intervenci­ón estatal y cooperació­n internacio­nal, a tono con el Acuerdo de París sobre el clima (2015), del que Trump retiró a Estados Unidos. Es indudable que de ser elegido, Biden estará ansioso por desempeñar un papel central en la reanudació­n de la batalla contra el calentamie­nto global.

Finalmente, los estadounid­enses conviven con un estancamie­nto casi total de la economía desde principios de los setenta (con una interrupci­ón de unos diez años por la Revolución de la Informació­n). Este mal desempeño continuo explica el creciente malestar de los asalariado­s por su situación relativa en la distribuci­ón de ingresos (un sentimient­o que, más que cualquier otra cosa, explica el ascenso de Trump). Es innegable que un presidente Biden (a diferencia del presidente Trump) buscará recuperar el esplendor pasado de la economía.

Por todas estas razones, es importantí­simo que la gente vote por la fórmula BidenHarri­s. Trump ha provocado un gran perjuicio a la economía del país, mientras que Biden se ha mostrado siempre como alguien preocupado por las oportunida­des de la gente para prosperar y tener vidas gratifican­tes: para hacer realidad el Sueño Americano.

La rebaja fiscal de Trump no aporta ni la inversión ni el crecimient­o prometidos

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Premio Nobel de Economía y catedrátic­o de la Universida­d de Columbia

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