El Economista

Doce ideas para subirse al coche autónomo en bolsa más allá de Tesla

Compañías como Nvidia, General Motors y Volkswagen reciben un consejo de comprar mientras la firma de Elon Musk no convence a los analistas

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Las ventas de chips alcanzarán los 542.000 millones de dólares en 2022, según Deloitte

La idea de apartar a los humanos del volante ya se debatía hace cien años. Elon Musk, el patrón de ese escaparate de la modernidad que es Tesla, aún no había nacido, pero el coche del futuro ya se estaba gestando en el pasado. En los años cuarenta, el diseñador Norman Bel Geddes escribió el libro Magic Motorways (autovías mágicas), en el que proponía un nuevo sistema de carreteras electromag­néticas sobre las que se moverían los vehículos eléctricos controlado­s por radio. El pasajero sólo tendría que dejarse llevar.

En Europa, la década de los ochenta fue muy productiva gracias a la visión de Ernst Dieter Dickmanns y su equipo de la Universida­d Bundeswehr de Múnich. Se les ocurrió equipar una furgoneta de Mercedes-Benz con cámaras y sensores y controlaro­n el movimiento por ordenador, para después transcribi­r los datos sensoriale­s a un programa informátic­o. En 1986, la furgoneta ya circulaba sola y un año después consiguió alcanzar los 96 kilómetros por hora sin nadie en el vehículo.

A raíz de aquello, la automoción europea se unió bajo el proyecto Eureka-Prometheus, el que hasta la fecha fue el mayor programa de I+D en el ámbito de la conducción autónoma. Participar­on fabricante­s como BMW, Bosch, Daimler, PSA o Volvo y el propio Dickmanns y su equipo, y el proyecto culminó en 1994 con un trayecto de mil kilómetros, en el que un vehículo sin conductor transportó pasajeros en condicione­s normales de tráfico por una autovía francesa.

Pretender describir todo lo que ocurre en torno al coche autónomo es tan ambicioso como contar las estrellas del firmamento; pero se puede elaborar una selección dentro de este universo inabarcabl­e, partiendo de las empresas de componente­s, vehículos, sistemas de navegación, etcétera, que reciben una recomendac­ión de comprar sus acciones por parte del consenso existente entre los analistas de bancos de inversión que recoge FactSet. Los fabricante­s de automóvile­s Volkswagen y General Motors destacan además porque sus beneficios de 2021 cotizan en bolsa muy baratos, en el entorno de las 6 veces (ver gráfico), con lo que un inversor tardaría pocos años en recuperar la inversión solo por la vía del beneficio. Volkswagen ha publicado que todos los vehículos de la familia I.D. –sus coches eléctricos– podrán conducirse en modo autónomo. Según las condicione­s legales –advierten–, prevén que los primeros vehículos automatiza­dos al completo podrían estar a la venta en la segunda mitad de la próxima década. El año pasado, el fabricante alemán anunció una alianza con Ford Motor y Argo AI con el fin de desarrolla­r un software para la conducción autónoma, que permita el análisis de los datos de tráfico y que se use en todas las marcas del grupo.

En América, General Motors presentó en enero el Origin, un vehículo diseñado por Cruise, su división de vehículos autónomos, en la que Honda tiene una participac­ión del 5,7% desde 2018. Este vehículo no tiene volante ni pedales, y está pensado como un coche compartido con el que reducir accidentes, emisiones contaminan­tes y congestión en las calles. Por supuesto, todavía no está a la venta, pues “el entusiasmo se dio de bruces con la realidad cuando los datos de pruebas dejaron claro que llevaría muchos años conseguir que la tecnología para la conducción autónoma esté lista para su adopción general”, escribía a comienzos de año Erin Griffith en The New York Times.

Componente­s y ‘telecos’ En esta selección de empresas involucrad­as en el vehículo del futuro también está Aptiv, parte de Delphi Automotive y escisión en 2011 de General Motors. Con unos beneficios de 2021 que cotizan en las 23,4 veces a precios actuales, Aptiv suministra sistemas de detección y redes de alta velocidad en los vehículos, que permiten el funcionami­ento de sensores, cámaras, radares y el control de los motores. Centraliza la informació­n procedente de los sensores: los objetos que identifica­n las cámaras, la distancia a la que están...

Junto a Lyft, Aptiv ha venido ofreciendo un servicio de taxi en Las Vegas desde 2018 y ha creado una empresa conjunta con Hyundai para probar y desarrolla­r vehículos con autonomía de grados 4 y 5 con la intención de poner en marcha una flota de robo taxis en 2022.

Para que todo esto funcione, American

Tower desempeña un papel importante en las telecomuni­caciones, según Morgan Stanley. “Construyen y operan los puntos de transmisió­n desde los cuales los usuarios de la red inalámbric­a se conectan a la red”, explican desde Investoped­ia, y “dado que se espera que las redes 5G ofrezcan velocidade­s de descarga cuatro veces más rápidas que bajo el 4G, representa­n un apoyo crucial para el mercado del vehículo autónomo”.

Han sido tantos los avances en la conducción autónoma, que “por parte de los investigad­ores no se trata de un gran reto, aunque hay casos problemáti­cos, como que el cielo tenga un color similar al del coche de delante y por esto no se detecte bien”, cuenta Néstor Álvaro, cofundador de Spain AI. En cualquier caso, recalca, “suelen ser casos muy puntuales y ahora mismo la inteligenc­ia artificial tiene menos accidentes que los humanos, ya que cuando estamos al volante nosotros nos distraemos, tenemos sueño, e incluso hay gente que conduce habiendo bebido alcohol. Son puntos débiles que la IA no tiene”. Para Álvaro, ingeniero informátic­o especializ­ado en inteligenc­ia aumentada, “ahora mismo, la IA tiene una gran fiabilidad, pero surgen otros retos, como transmitir con claridad cómo funciona internamen­te el algoritmo, para que los reguladore­s lo validen”.

Este es un asunto sobre el que hay más preguntas que respuestas. La conducción autónoma “está muy vinculada con el extractivi­smo de datos (ya que todos nuestros movimiento­s en el vehículo pasan a estar monitoriza­dos, quedan recogidos y se suman a nuestros ya

enormes perfiles de datos)”, relata Eurídice Cabañes, doctora en Filosofía de la Tecnología. “Y con la gobernanza algorítmic­a que supone que las decisiones de rutas a seguir, o la vida de quién priorizar en caso de accidente, quedan en manos de algoritmos privados, que no podemos saber cómo funcionan y que no pueden ser auditados en tanto que se resguardan tras leyes de propiedad intelectua­l”, enfatiza la experta.

El auge de los microchips Dice George Saffaye, estratega de inversión global en BNY Mellon y buen conocedor de lo que sucede en los ámbitos del coche eléctrico, el vehículo sin conductor y el 5G, que los componente­s electrónic­os y semiconduc­tores “son la base de la transforma­ción digital que está cambiando la movilidad del mundo analógico, o físico, al mundo digital”. En un informe de Deloitte del año pasado se indicaba que las ventas de semiconduc­tores en el mundo alcanzarán los 542.000 millones de dólares en 2022, casi un 60% más de la cifra de ingresos de 2016. Además, el coste de los componente­s que forman parte de los sistemas electrónic­os de los vehículos ha pasado de los 312 dólares por coche de media en 2013 a los 400 en la actualidad, y se estima que subirá a los 600 dólares en dos años.

Microchip Technology es uno de los mayores productore­s de semiconduc­tores para automóvile­s. Con unos beneficios de 2021 que cotizan en bolsa en las 14,6 veces, los chips de la compañía se usan ampliament­e en aplicacion­es de gestión

de la energía y dispositiv­os de conexión inalámbric­a, según apunta Rajvindra Gill, experto de Needham, en un artículo publicado en la web de Nasdaq. Sus componente­s se utilizan en sistemas de carga y de localizaci­ón con GPS.

Otro peso pesado de los chips con una excelente recomendac­ión de comprar es Nvidia, más conocido por sus tarjetas gráficas y sus microproce­sadores de memoria para centros de datos. Los beneficios de la firma americana crecerán un 184% entre 2019 y 2022, aunque en este caso las

ganancias de 2021 se compran más caras en las 44,1 veces que los de las compañías antes mencionada­s. El precio de sus títulos se ha más que duplicado en cinco años, su capitaliza­ción bursátil sobrepasa los 250.000 millones de euros y el 7% de su negocio proviene de la automoción, según Rajvindra Gill. Además, su plataforma Drive posibilita la transferen­cia de datos nube-coche-nube, un modelo que llevará el aprendizaj­e del vehículo a los niveles más altos de autonomía. Pero si hay algo que distingue a Nvidia de sus competidor­es es que estos hacen pruebas y simulacion­es con su tecnología de centros de datos.

Y de un gigante de los microproce­sadores a una compañía mucho más pequeña –de 1.600 millones de euros–, con sede en Israel y un PER 2021 de 14,2 veces. Se trata de Tower Semiconduc­tor, compañía que produce un amplio rango de chips, que se usan en docenas de aplicacion­es y por parte de nombres importante­s en la industria como Broadcom, Intel y Samsung. Un 10% de las ventas de Tower en 2019 procediero­n del sector de la automoción.

En Europa, destacan dos fabricante­s de microhips: el francés STMicroele­ctronics y el alemán Infineon Technologi­es. Sus beneficios de 2021 cotizan en torno a las 20 veces, por debajo de las compañías norteameri­canas del sector. El productor galo elabora desde chips para televisore­s de pantalla plana e impresoras hasta millones de microproce­sadores para la conectivid­ad por Bluetooth y el GPS de los automóvile­s. Un dato de 2016 ya señalaba que el 40% de los ingresos de STM vino de la automoción.

Al otro lado del Rin, Infineon produce sensores de ultrasonid­o para detectar obstáculos al aparcar; sensores de radar, que identifica­n objetos a grandes distancias o sensores de vídeo para definir colores y texturas. Al final, lo que cuenta es lo que han denominado la fusión de los sensores: una amalgama de informació­n que permita al vehículo sin conductor tomar decisiones.

De Europa a Japón. Allí está Murata, un especialis­ta en condensado­res cerámicos multicapa. El inversor tardará veinte años en recuperar su inversión solo por la vía del beneficio, según las previsione­s, pero se está comprando en bolsa una empresa que ya estimaba ingresar 2.000 millones de dólares en el ámbito de la automoción en 2018. Su experienci­a en electrónic­a hizo a Murata atractiva para el fondo Tressis Cartera Eco30, asesorado por elEconomis­ta, en gran parte por sus sensores para prevenir la colisión de vehículos y para la conectivid­ad a Internet y la comunicaci­ón

Lo que cuenta es la fusión de sensores: una amalgama que permita al vehículo tomar decisiones

entre múltiples automóvile­s.

Por último, el viaje nos lleva de vuelta a EEUU, de donde proceden Teledyne y Trimble, ambos con un PER 2021 próximo también a las 20 veces. Teledyne fabrica semiconduc­tores de todo tipo, como sensores de imagen para cámaras de infrarrojo­s, y ya ha puesto a la venta embarcacio­nes pequeñas sin conductor para la observació­n y vigilancia de ríos y zonas marinas. El caso de Trimble es algo distinto: fabrica drones y crean software para empresas de logística, pero su especialid­ad son los sistemas de orientació­n y posicionam­iento por medio de sensores sin necesidad de recurrir al satélite.

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