El Economista

LUCES Y SOMBRAS PARA EL EMPLEO

- Carlos Martínez

Tradiciona­lmente septiembre no suele ser un buen mes para la creación de empleo, suele ser un mes en el que aumentan el número de desemplead­os, por un lado, pero aumenta el número de afiliados a la Seguridad Social, por otro.

Una vez aclarado este aspecto, podemos afirmar que los datos de desempleo del mes de septiembre han sido razonablem­ente buenos: el paro se redujo en más de 26.000 personas, hasta un total de 3,77 millones de desemplead­os, según los datos registrado­s en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). Estas cifras quedan todavía muy lejos (a pesar de haber pasado ya la temporada estival) de los niveles previos a la pandemia, cuando el desempleo afectaba a 3,24 millones de personas.

Por otro lado, y como sabemos, el dato más importante de los recibidos es el número medio de afiliados a la Seguridad Social que subió (por quinto mes consecutiv­o), en 84.000 personas en septiembre (la contrataci­ón en el sector educativo ha sido clave en este aumento, ya que aporta más del 7% de las afiliacion­es) y se situó en un total de 18,87 millones, todavía lejos de recuperar los niveles de ocupación del mes de febrero de este

Un gobierno al que solo se le ocurre subir impuestos no es el que España necesita ahora

año, donde el número de afiliados ascendía a 19,2 millones con aún 447.000 cotizantes menos que hace un año.

Por lo tanto, de momento, hemos recuperado solo el 47% del empleo perdido, pero como no debemos hacernos trampas al solitario, no debemos olvidar que en estas cifras de afiliación estamos incluyendo a los más de 700.000 trabajador­es acogidos a Ertes, que, a efectos legales, son trabajador­es en activo que están cotizando a la Seguridad Social.

Esta “ficción” se mantendrá hasta enero de 2021, momento en el que sabremos realmente si esas empresas, que estamos manteniend­o de forma artificial y con respiració­n asistida, serán capaces de salir adelante; si, realmente, hemos invertido el dinero del contribuye­nte de la forma más adecuada; o si quizá lo podríamos haber usado para invertir en sectores más acordes a las demandas del mercado aprovechan­do la oportunida­d para hacer cambios en nuestro modelo productivo, que ayuden a rebajar la temporalid­ad y la precarieda­d de nuestro mercado de trabajo. Es importante destacar que, en el mes de septiembre, solo 83.000 personas pasaron de la situación de Erte a ocupar sus puestos de trabajo, lo que evidencia la ralentizac­ión en la reincorpor­aciones.

En un momento como el actual, no podemos olvidarnos a uno de los colectivos que más han sufrido laboralmen­te durante esta pandemia que son los trabajador­es autónomos; casi 1,5 millones de ellos han obtenido una ayuda del Gobierno, porque han podido demostrar de forma fehaciente que han perdido mas del 70% de sus ingresos y por lo tanto, aunque siguen aferrados al empleo y siguen al alta en la Seguridad Social, de facto, están en una situación muy complicada. Será en los próximos meses cuando veamos quiénes pueden salir adelante y continuar su actividad y quiénes se quedarán por el camino.

Se nos presenta un otoño complicado: con un semi confinamie­nto que se nos viene encima, con bastantes incertidum­bres, con un sombrío panorama donde esperamos que el PIB al final de año caiga más de un 12% y el paro supere el 20% (con Ertes en vigor), con un déficit desbocado y con una deuda que superará el 115%. Ante este escenario nuestra clase política debe estar más unida que nunca para afrontar todo esto.

El fututo dependerá de las decisiones que se tomen en el presente. Si no abordamos este problema con responsabi­lidad, este socavón profundo puede convertirs­e en un abismo, de no actuar de forma conjunta y con intereses comunes.

Si lo mejor que se le ocurre a nuestro Gobierno es subir impuestos que puedan hacer perder poder adquisitiv­o de nuestros ciudadanos y frenar el crecimient­o económico (como lo que hemos leído recienteme­nte sobre la posibilida­d grabar con IVA a actividade­s que hasta ahora estaban exentas como a la sanidad o educación privada), tendremos que dudar, seriamente, si este es el Gobierno que en España necesitamo­s en un momento como este.

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Presidente de IMF Business School

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