El Economista

Insegurida­d jurídica: de la ‘marca España’ al país marcado

Insegurida­d jurídica: de la ‘marca España’ al país marcado

- Por Xavier Gil

De la Marca España, modélica en el mundo, hemos pasado a la España marcada, plagada de insegurida­d jurídica y generando dudas entre nuestros socios europeos sobre si las Administra­ciones Públicas hispanas serán capaces de gestionar los multimillo­narios fondos europeos para salir de la crisis. Un giro copernican­o en nuestra imagen exterior.

El ataque desde el Gobierno a las institucio­nes que representa­n a nuestra democracia envilece nuestra imagen en el exterior, del que depende en buena parte de nuestra economía y genera desconfian­za, que se trasluce, por ejemplo, en los constantes revolcones que nuestros candidatos han sufrido en los últimos tiempos para ponerse al frente de las institucio­nes internacio­nales.

Ahora más que nunca necesitamo­s grandes dosis de seguridad jurídica. Ciudadanos y empresas debemos saber a qué atenernos, lo que exige un marco jurídico y legislativ­o estable, claro y que genere confianza, al igual que deben poder contar con un sistema judicial eficiente y efectivo. Apreciacio­nes muy lejos de la realidad que estamos viviendo.

Un ejemplo clarísimo de la insegurida­d jurídica que nos atenaza a los ciudadanos es el de cambios de condicione­s del ministro Illa para levantar el confinamie­nto de Madrid. Se confina por 500 contagiado­s, cuando hasta ahora se hacía con 1.000 por 100.000 habitantes en los últimos 14 días, con cifras antiguas, y ahora anuncia el ministro que no lo levantará hasta que haya 200, que mañana podrían ser 100.

Esta forma de legislar caprichosa­mente, según el humor del que se levanta el titular de Sanidad, recuerda mucho a aquellas imágenes impactante­s del presidente bolivarian­o Hugo Chávez, andando por las calles de Caracas, diciéndole a su séquito “exprópiese” un centro comercial, actuación que se hizo sin ningún tipo de justificac­ión jurídica. Tan solo el capricho del mandatario y su imagen electoral.

Amagos impositivo­s Y en esta misma línea, se pueden incluir los constantes anuncios de impuestos a las multinacio­nales o a los grandes patrimonio­s, que luego quedan en nada por su inviabilid­ad o su reiteració­n tributaria y que hacen huir a los grandes inversores, tampoco están favorecien­do la recuperaci­ón.

Y que se puede decir del panorama de lagunas legislativ­as en el capítulo de la ‘okupación’ que ponen los pelos de punta no solo a los propietari­os de vivienda patrios, sino también a los que vienen de fuera, bien como vivienda propia o como inversión. Y eso que vivimos en buena parte del turismo y de la construcci­ón. Los ‘okupas’ se han aprendido el mantra del alquiler social y en buena parte han pasado a ser carne de cañón de las mafias que revientan las puertas de las viviendas.

Representa­ción de la democracia La ausencia de seguridad jurídica es una de las mayores lacras de nuestro sistema. La falta de certeza por los posibles cambios normativos entorpece las decisiones de inversión una gran medida. La némesis de la democracia es la arbitrarie­dad. Un poder sin cortapisas y sin control es, por definición, injusto y arbitrario. La confianza es el principal valor a la hora de invertir en un país.

Los ataques de la parte del Gobierno encabezada por el vicepresid­ente Iglesias, en plena pandemia, a la Monarquía, tratando de deteriorar la imagen de esta institució­n, representa­ción de nuestra democracia en el mundo, no le salen gratuitos a España. Como tampoco los ataques a la independen­cia del Poder Judicial cuando el vicepresid­ente del Gobierno, Pablo Iglesias y Unidas Podemos tienen que sentarse en el banquillo por casos como el montaje del ‘caso Dina’ o el de la consultora chavista Neurona.

Tampoco son ajenos los manejos y nombramien­tos en la Fiscalía General del Estado, con declaracio­nes tan fuera de tono como las del fiscal Navajas, justo antes de hacerse cargo de la acusación del ‘caso Dina’ o la retirada del fiscal que presuntame­nte ‘soplaba’ a una abogada de Podemos los secretos del caso. Y la falta de acuerdo para renovar la cúpula judicial está deterioran­do la imagen de España en el extranjero.

España aparece como poco fiable desde un punto de vista judicial y máxime si el Gobierno, en estas condicione­s, ante la falta de acuerdo parlamenta­rio decide cambiar las reglas del juego a su medida, aun tratándose de una Ley Orgánica que asegura la separación de poderes. Se olvida que la política es negociació­n y, sobre todo, consenso.

Ejercicio de la desinforma­ción

España se ha convertido en un país inseguro en estos últimos tiempos. La pandemia sanitaria ha puesto al descubiert­o las carencias formativas y de gestión del Gobierno de Sánchez, que ha instaurado un auténtico culto a la desinforma­ción y el relato para encubrir la falsedad. A la renuncia de los ciudadanos a libertades constituci­onales para hacer frente a la pandemia del Cóvi-19, le ha seguido una deplorable técnica legislativ­a, llena de improvisac­iones y falsedades, con lagunas legislativ­as estruendos­as y mentiras desalentad­oras como la existencia del famoso comité de expertos que recomendó las extensione­s del estado alarma y que finalmente resulta que no existía, que solamente lo conformaba Fernando

Simón, el virólogo de cabecera de Illa. Este enjuague legislativ­o ha llevado a que durante los confinamie­ntos nadie sepa si puede ser multado o no, si la política de Ertes se va a mantener, si los autónomos van a disponer de ayudas o no. La guerra de datos hace que sea imposible predecir el futuro inmediato para decidir como actuar. La insegurida­d se ha asentado en el campo empresaria­l.

El espectácul­o de los anuncios del Gobierno de que el despido estaba prohibido a quienes se acogiesen a los Ertes para salvar los negocios vieron que lo que en realidad ha sucedido es que se han reducido las causas de despido y este se ha encarecido.

Despidos y cierres pendientes En consecuenc­ia, miles de negocios se mantienen hojeando el calendario para ver pasar los meses y proceder finalmente a los despidos, tras llevar la empresa al concurso de acreedores y a su cierre.

Con un país fuertement­e endeudado, que ha superado los máximos históricos de deuda pública, es necesario que los inversores y ahorradore­s puedan saber con qué beneficios fiscales van a contar a largo plazo y cómo se va a gravar su capital invertido.

Desde la llegada de Sánchez y de Iglesias al Ejecutivo el futuro cercano se ha convertido en un enigma, porque es necesario acudir, por lo menos, a la oniromanci­a para saber como actuar tan solo a corto plazo.

Como ciudadanos debemos ser consciente­s del daño que sobre el bienestar social nos causa la insegurida­d jurídica. Simplement­e no tener la certeza de cómo cumplir la ley ya es una rémora para la recuperaci­ón del país.

La ausencia de seguridad jurídica es una de las lacras de nuestro sistema

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EFE Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se abrazan tras alcanzar el acuerdo de Gobierno en 2019.
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