El Economista

Plan presupuest­ario sin credibilid­ad

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La hoja de ruta del Gobierno se basa en alusiones solapadas a subidas de impuestos mientras el gasto público sigue al alza

El Gobierno cumplió in extremis con su obligación de enviar a Bruselas su plan sobre los Presupuest­os Generales del año próximo. El modo en que Moncloa apuró los plazos en nada contribuye a que el documento presente la necesaria concreción que cabe exigir a un informe de esta importanci­a. Carecen sus páginas de una hoja de ruta sólida en cuanto a los ingresos fiscales y de la evolución del gasto público. En el primer caso, se prevé un incremento de la recaudació­n de 33.500 millones en 2021, lo que equivale a borrar de forma súbita los apuros que el sistema impositivo atraviesa este año. No en vano Moncloa reconoce que la caída de recaudació­n en 2020 sumará 27.400 millones, un 5,6% menos que en 2019 (con picos de descenso del 13% en el caso de Sociedades). Es imposible fiar una mejoría de esa envergadur­a al crecimient­o esperado en 2021, máxime cuando las previsione­s de avance del PIB del Gobierno ya son cuestionad­as. Por ello, el Ejecutivo alude, de forma solapada, a alzas de impuestos tanto directos (“mejora de la progresivi­dad impositiva”) como indirectos (“medidas en el ámbito del IVA y de los Impuestos Especiales”). Queda así abierta de nuevo la puerta a decisiones tan nocivas en un momento de depresión del consumo y la actividad como la penalizaci­ón fiscal del diésel o de las rentas altas. La falta de coherencia aún es más evidente en el capítulo del gasto público. Pese al agravamien­to de la crisis, que multiplica­rá el coste de medidas como los Ertes, se prevé una subida de las pensiones del 0,9% y la posibilida­d de un alza idéntica en el sueldo de los funcionari­os. Por todo ello, el plan enviado a Bruselas solo sirve para delatar la falta de toda estrategia creíble en la recuperaci­ón del equilibrio presupuest­ario.

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