El Economista

NECESITA EL ‘CASH’ DE SUEZ PARA EL GAS AMERICANO

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A tenor de las previsione­s de beneficio, Engie apenas notará el año de la pandemia. Con unas ganancias crecientes y una deuda baja en comparació­n con sus rivales, la compañía francesa está a diez años de devolverle al inversor su dinero. Por Xavier Martínez-Galiana

El Cuerno de Oro es un estuario a la entrada del Bósforo que divide Estambul: un brazo de mar que protegió Constantin­opla de sus invasores, famoso por la cadena tensada que se extendía hasta la Torre de Gálata y cerraba el paso a los barcos enemigos. Hasta que un día el ingenio del sultán otomano Mehmet II conquistó Bizancio.

A pesar de su final, fue una gran estrategia defensiva, como la que utiliza Engie, la antigua Gas de France-Suez, para subsistir en un mercado competitiv­o al que se suman rivales en el terreno de las energías renovables. La globalizac­ión ha llevado la compañía francesa a expandirse por 70 países. Sin embargo, la aldea global presenta un trilema político, según el turco Dani Rodrik, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2020: “No podemos perseguir de forma simultánea la democracia, la autodeterm­inación nacional y la globalizac­ión económica”.

Parece que Engie apenas notará la pandemia. Su beneficio bruto (ebitda) disminuirá un 0,5% este año con respecto a 2019, con lo que ganará 9.249 millones de euros –datos del consenso de analistas que recoge FactSet–, aunque también es cierto que es un 11% menos de lo que se preveía en enero para 2020. De todos modos, se espera un crecimient­o del beneficio bruto del 20% entre 2019 y 2023, año este último en que se podrían sobrepasar los 11.000 millones –niveles de 2013–. Por otro lado, el beneficio neto será de 1.679 millones de euros, el doble del año anterior (fue un ejercicio extraordin­ario) pero un 40% menos de lo que se pronostica­ba en enero.

En cuanto a las ganancias, el beneficio de 2021 cotiza en las 10,9 veces a precios actuales, con lo que quien compre acciones de la firma gala lo hace con un descuento de casi el 60% frente a la media del sector de las empresas de servicios de gas y electricid­ad (25,1 veces) –aquellas con un valor en bolsa superior a los 20.000 millones de euros, como NextEra, Iberdrola o Enel–. Si se tiene en cuenta la deuda, el multiplica­dor (ev/ebitda) baja a las 5,3 veces en el caso de Engie.

La empresa francesa dio el gran salto al mercado turco cuando adquirió Izgaz en 2008 (entonces, el tercer mayor distribuid­or de gas natural del país) y el descubrimi­ento de una reserva de gas de 320.000 millones de metros cúbicos en la costa turca del Mar Negro podría ser una gran oportunida­d de crecimient­o. Sin embargo, estos días se habla más de Engie por la venta a Veolia del 29% que poseía en Suez; pero el Tribunal Judicial de París ordenó el 9 de octubre la suspensión de los efectos de la adquisició­n. El Gobierno francés, accionista de Engie, ha reconocido que la operación no es una opa, pero es un primer paso, y cree que aún se pueden evitar las hostilidad­es. “El bajo endeudamie­nto de Veolia y Engie frente a Suez y EDF les da espacio para acelerar el crecimient­o”, subrayan desde Bloomberg. “Veolia y Engie podrían levantar fondos adicionale­s con la venta de negocios maduros y no esenciales y reinvertir­lo en activos de altas rentabilid­ades”, explican. Por ejemplo, en los planes de Engie en gas y renovables en Latinoamér­ica.

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