El Economista

Los puntos negros del plan presupuest­ario

- Por Miguel Ángel Bernal

El Gobierno ha remitido a Bruselas un proyecto inacabado de Presupuest­os Generales del Estado para el próximo año. Adjetivizo “inacabado”, e insisto en ello, pues hay muchas partidas y cifras que no dicen de dónde van a salir los recursos. Además, lo remitido es más propio de un alumno de primer año de la carrera de Económicas que de un Ministerio de Hacienda.

Se dice que se va a recaudar más en los impuestos directos. De hecho, el objetivo es conseguir 550 millones, pero nada se dice de cómo se va a lograr. Solo parece haber una forma: subir impuestos a troche y moche. Debe tenerse presente que esa subida va a afectar a todo el mundo y también a los tramos bajos, aun cuando el Gobierno diga lo contrario. Un aumento de 550 millones puede no parecer gran cosa, sin embargo hay que tener en cuenta la caída, la fortísima caída por la tremenda recesión, que va a haber en las bases imponibles. Desempleo, Ertes, caída de rentas… impactarán en la base imponible general, no hay más que ver y analizar la EPA y trasladar esos datos al ámbito fiscal y nos daremos cuenta del impacto en la recaudació­n sobre el ejercicio 2019. Qué decir del Impuesto de Sociedades, cuando muchos negocios han estado parados durante buena parte del año y sus ingresos se han desplomado, aun cuando sus gastos fijos no lo hayan hecho. Por tanto, y centrándon­os en los impuesto directos, Hacienda no solo tendrá primero que compensar la previsible fuerte caída de la recaudació­n aludida anteriorme­nte, sino sacar además 550 millones adicionale­s.

Si vamos a los impuestos indirectos, este Gobierno, que se jacta de proteger y velar por las clases más bajas, les va a subir los impuestos en proporción mucho más elevada que a las clases altas. En la cesta de la compra de bebidas carbonatad­as o artículos con envases de plástico, el peso relativo del gasto es mucho más elevado en las clases bajas que en las altas. La subida del IVA en un re-fresco carbonatad­o representa una carga más pesada para las rentas bajas que para la altas, donde además estas últimas suelen tener un consumo de productos más saludables. Nuevamente, la demagogia es utilizada de forma torticera: la subida es para proteger la salud y el me-dio ambiente; sí, pero a costa de que contribuya­n más precisamen­te los que tienen menor renta.

Si seguimos con el principal impuesto indirecto, el que no tiene en cuenta las condicione­s personales, se ve que hay cosas que no se están diciendo. Será quizá la subida del IVA a productos sanitarios o quizá a la educación privada u otras medidas como quizás eliminar el IVA súper reducido, el del 4%. Viene esta reflexión a que la segunda partida donde más aumenta la recaudació­n es, precisamen­te, en la de los impuestos indirectos, con 1.724 millones de euros. La subida del IVA va, además, en contra de la recuperaci­ón económica, pues lastra el consumo; la prueba en contrario la ofrece Alemania, entre otros países. En Alemania para impulsar el consumo han bajado temporalme­nte el IVA para relanzar el gasto, la partida más importante del componente del PIB.

Aparece otra partida sonrojante: el aumento de recaudació­n por limitar los pagos en efectivo a 1.000 euros. Con esta medida, el Gobierno fija el aumento de la recaudació­n en 218 millones de euros. Este país es el de mayor economía sumergida de la Unión Europea. En la economía sumergida, la famosa de “con IVA o sin IVA”, no hay facturas ni documento alguno, por tanto ¿cómo se va a detectar que se están pagando cantidades superiores a 1.000 euros?

Por supuesto, la parte del gasto es para echarse a temblar. Venden que va a ver un incremento del mismo. El incremento del gasto en los denominado­s “escudos sociales” es una medida no solo recomendab­le, sino totalmente necesaria. Ahora bien, esa necesidad se debe contrarres­tar con una importante rebaja de los gastos no necesarios e ineficaces, como número de ministerio­s, asesores, empresas públicas a liquidar, prebendas a altos cargos y un largo etcétera.

Prevé además el Gobierno unas cifras de crecimient­o que, a mi juicio, son totalmente irreales. Ahora pasaremos a ver las previsione­s para esta última parte del año: nos cifra el PIB en un -11,2% y un desempleo del 17,1%. El escenario del PIB es de los más optimistas de los organismos oficiales, incluido Banco de España, y las casas más prestigios­as de análisis. Si nos centramos en el paro, esa cifra se sabe que está absolutame­nte desvirtuad­a por los Ertes, muchos de los cuales terminarán, si seguimos por este camino, en ERE y despidos.

El informe remitido a Bruselas es propio de un alumno de primer año de Económicas

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Miembro del Consejo Editorial de ‘elEconomis­ta’

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