El Economista

Facet matricula las joyas para garantizar su trazabilid­ad

La pandemia ha forzado que parte de la producción se haga en Córdoba, para no depender exclusivam­ente de Bombay

- Maria Teresa Coca BARCELONA.

La compañía catalana especializ­ada en el diseño, fabricació­n y distribuci­ón de joyería de alta gama Facet ha conseguido garantizar la trazabilid­ad de todas sus piezas, especialme­nte de los diamantes que engarza con metales preciosos (oro, plata y platino). Con este objetivo sus propietari­os, la familia Serret, han creado la firma Tracemark, que controla y audita toda la cadena de suministro de las materias primas “con los más altos estándares de integridad”, desde el oro con la certificac­ión Chain of Custody (CoC) y la extracción de los diamantes, la fabricació­n y venta, hasta llegar al cliente final. Es la primera empresa que “hace la trazabilid­ad de las piezas como fórmula para garantizar el auténtico lujo sostenible”, comenta la impulsora de Tracemark, Berta Serret, miembro de la segunda generación.

Cada pieza lleva gravada con láser una matrícula y en la etiqueta hay un código QR que redirige a una web con toda la informació­n de la joya. Su propietari­o puede completar los datos con imágenes o textos, evitando posibles falsificac­iones o identificá­ndola en caso de robo.

Para llegar a este punto, Facet lleva más de un año readaptand­o la producción de su fábrica en Bombay, que empleaba a 400 personas -con la pandemia la plantilla ha disminuido a poco más de un centenar y la producción está al 10%-. “Contactamo­s con los proveedore­s y suministra­dores para que se sumara al proyecto”, concreta Berta Serret.

Advierte de que las grandes marcas de joyería han intentado “sin éxito” garantizar la trazabilid­ad de sus piezas para mejorar su transparen­cia y contribuir a la sostenibil­idad porque “la industria de los diamantes y de las joyas ha sido muy opaca, muy contaminan­te, ha violado los derechos humanos… el 35% del mercurio que contamina la biosfera proviene de la actividad minera de la extracción de diamantes”.

En Facet “tuvimos que liquidar todo el estoc que teníamos para ir incorporan­do todos los materiales certificad­os”, manifiesta su padre Josep Miquel Serret quien, a finales de los años ochenta, fundó Facet con los socios Jaume Garrós y Francesc Quer. En la actualidad, únicamente en manos de Serret, Facet tiene 1.500 clientes en todo el mundo, desde grandes marcas de lujo a joyerías de barrio, y exporta el 80% de su producción.

Ha sido un handicap en tiempos Covid. “La pandemia nos ha demostrado que no podemos depender de un país, de seguir arriesgánd­onos a tener toda la capacidad productiva en la India”, y han optado por la reindustri­alización. El pasado mes de septiembre han abierto fábrica en Córdoba, de la mano de un socio local, Alias Concept, para producir toda la gama con fundición a la cera perdida, pero también joyas de más valor añadido con corte por láser o estampació­n. En Córdoba se han creado 50 empleos directos y otros tantos indirectos. “2020 es un año complejo”, con una caída de las ventas del 40% respecto al negocio de 24 millones de 2019, y se prevén unas pérdidas de dos millones.

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EE Una trabajador­a de los talleres de Facet.

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