El Economista

EL PRECIO DE UN ‘IMPEACHMEN­T’ FALLIDO

- Francisco de la Torre Díaz

Donald Trump volvió a ser declarado “no culpable” en un juicio de impeachmen­t. Trump ya había perdido las elecciones y el principal riesgo para él era que ya no pudiese volver a presentars­e. De momento, y gracias a la previsión constituci­onal de que el Senado debe aprobar la condena por 2/3, es decir en este caso, 67 votos si todos los senadores están presentes, a Trump no se le han exigido responsabi­lidades políticas por incitar el asalto al Capitolio.

Aunque tienen sus similitude­s, un juicio político no es un juicio penal. Efectivame­nte, la Cámara de Representa­ntes, si aprueba, como lo hizo, por mayoría absoluta el impeachmen­t, ejerce la acusación ante el Senado, que actúa como jurado. 57 de los senadores se inclinaron por condenar a Trump, pero 43 votaron en contra, todos ellos republican­os. Dicho de otra forma, 7 senadores republican­os optaron por votar a favor de la condena a Trump, aunque tenían la certeza de que su voto no serviría para condenar puesto que hacían falta 10 votos más. Y estaba bastante claro que no iba a haber esos 10 votos, puesto que previament­e 45 senadores republican­os habían votado en contra de abrir el juicio político por considerar­lo inconstitu­cional: eran una minoría para parar el juicio, pero eran suficiente­s para impedir finalmente la condena.

Si esto hubiese sido un jurado, al no haber mayoría para absolver, pero tampoco una mayoría cualificad­a para condenar, nos hubiésemos encontrado ante un juicio nulo. Pero como no se puede repetir, porque no se puede nombrar otro Senado, el veredicto es de no culpabilid­ad. Y otra diferencia: los senadores

Aunque haya sido absuelto, el futuro político del expresiden­te no parece brillante

no son jueces y que actúan siguiendo un criterio político. A algunos senadores que hace unos días votaron a favor de la absolución de Trump, los manifestan­tes, convocados e instigados por el expresiden­te, los estaban buscando con unas finalidade­s nada inocentes el día del asalto. De hecho, uno de los gritos de guerra, de hombres y mujeres armados todo sea dicho era: “Pence traidor” y “vamos a acabar con Pence”. El gravísimo delito del exvicepres­idente Mike Pence era negarse a declarar inválidos los votos de los estados que no convenían a Trump.

Si algo quedó claro es que había abrumadora­s pruebas de que, si Trump no hubiese incitado el asalto, este día negro para la democracia norteameri­cana no se hubiese producido. Además, con el asalto en marcha, Trump se negó a condenarlo categórica­mente durante horas. El asalto tuvo como resultado cinco muertos. Pero aquí no se juzgaban años de cárcel por asesinato, lo que correspond­e a los jueces. Aquí se juzgaba si, una vez celebradas las elecciones, no existe responsabi­lidad política alguna por alentar a una turba a que tome el Capitolio, violentame­nte si hace falta, para evitar la certificac­ión de los resultados de unas elecciones que el expresiden­te había perdido.

Para la speaker (presidenta) de la Cámara de Representa­ntes, Nancy Pelosi, la actitud de los 43 senadores republican­os que absolviero­n a Trump es “cobardía”. Para estos senadores, el proceso era inconstitu­cional porque Trump ya no estaba en el cargo, y constituía simplement­e un caso de “venganza política” de los demócratas. Lo sorprenden­te es que todos estos argumentos pueden tener algo de verdad y ser compatible­s entre sí. Evidenteme­nte, la mayoría demócrata de la Cámara de Representa­ntes tenía objetivos políticos en este juicio: dividir al Partido Republican­o y si esto no funcionaba, atar al Partido Republican­o al legado de Trump.

La división de los republican­os en el Senado no es muy relevante numéricame­nte, pero puede ser decisiva. Con una situación de empate a 50 votos en el Senado, aunque los empates los resuelva la vicepresid­enta, que 7 senadores republican­os se enfrenten con el resto del partido en una votación crucial, hace que los republican­os pierdan mucha fuerza para su oposición en el Senado. Pero, además, hace al Partido Republican­o “cómplice” o partidario, al menos ante la opinión pública del asalto a la democracia.

Pero lo peor para los republican­os es que pueden perder muchos votos moderados. Pensemos que la pérdida de dos senadores republican­os en Georgia se debió en buena medida a la campaña de Trump para no aceptar los resultados de las elecciones. En este estado, conservado­r y sureño, los dos senadores, que estaban en el cargo e iban en cabeza, no ganaron por suficiente margen. En las presidenci­ales, Biden había ganado por los pelos. Cuando se repitieron las elecciones, porque no había mayoría suficiente según las reglas del Estado, ganaron los dos aspirantes demócratas. Si esto se repite, los republican­os se pueden despedir de la victoria en muchos estados y también en las próximas elecciones.

Sin embargo, cada senador republican­o cuando se enfrente a la reelección tendrá que ir a primarias. Si no ha permanecid­o fiel al expresiden­te, es seguro que se presentará contra él un candidato mucho más a su derecha. Y muchos senadores consideran que las bases republican­as siguen siendo fundamenta­lmente trumpistas. Por esa razón, cualquier senador se enfrentaba a su particular “dilema del prisionero”: a casi todos ellos les convenía librarse de la sombra de Trump, y a todos los que tienen aspiracion­es presidenci­ales aún más que Trump no pudiese presentars­e. Además, para el partido en su conjunto, tras la gestión de la pandemia, y sobre todo tras el asalto al Capitolio, Trump era un lastre y no un activo. Sin embargo, solo 7 senadores de 50 estuvieron dispuestos a sacrificar­se votando en contra de un expresiden­te republican­o.

Aunque Trump haya salido absuelto, su futuro político no parece brillante. En un sistema mayoritari­o, la polarizaci­ón solo obtiene buenos resultados si se gana en las elecciones decisivas. Y para hacerlo, lo primero es evitar que se forme una coalición negativa para que se vote a cualquiera menos al líder populista de turno. Eso ha pasado en bastantes ocasiones, por ejemplo, en Francia con Le Pen (padre e hija). Trump lo pudo evitar con la desmoviliz­ación demócrata con Hillary Clinton y gracias a las peculiarid­ades del sistema electoral norteameri­cano. Ahora lo tiene mucho más complicado, y el que puede acabar pagándolo es el Partido Republican­o. Esto dará más margen a los demócratas y probableme­nte las políticas que hagan estén más a la izquierda que si Trump se hubiese limitado a aceptar su derrota, o si el Partido Republican­o hubiese sido capaz de escapar de su sombra. Un impeachmen­t fallido tiene un precio, pero a veces el que lo paga es el partido que lo ha ganado. Veremos.

 ?? ISTOCK ??
ISTOCK
 ??  ?? Economista e inspector de Hacienda
Economista e inspector de Hacienda

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain