El Economista

Investigac­ión y digitaliza­ción, claves para la economía

España fue el primer país europeo en ensayos clínicos para nuevos tratamient­os contra el Covid-19

- G. U. MADRID.

Garantizar la recuperaci­ón exigirá apostar por sectores como el farmacéuti­co

La pandemia de Covid-19 ha evidenciad­o la fuerte relación entre economía y salud y, al mismo tiempo, puesto de relieve las deficienci­as de nuestro modelo productivo. Garantizar la recuperaci­ón económica exigirá apostar por sectores, como el farmacéuti­co, basados en el conocimien­to y la tecnología, y aprovechar los fondos europeos para reforzar el tejido industrial y la digitaliza­ción de las pymes.

En este camino, será crucial el volumen final de las ayudas europeas y, sobre todo, hacer un uso eficiente de las mismas para preservar el modelo productivo e iniciar su transforma­ción hacia una economía más basada en el conocimien­to y la tecnología. Estas son algunas de las conclusion­es que arrojó el Observator­io Ideas para la reactivaci­ón de la economía en España, organizado por elEconomis­ta en colaboraci­ón con Farmaindus­tria.

El año pasado, España registró una contracció­n del PIB del 11%, un desplome histórico, muy superior al retroceso de la eurozona (6,8%). El peso de sectores dependient­es del contacto humano, como el turismo, la hostelería, la restauraci­ón o las actividade­s culturales, ha probado ser determinan­te a la hora de hacer frente a una crisis que ha impuesto rígidas medidas de distanciam­iento.

El diferente desempeño de España no es novedad, no obstante; obedece a lo que Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacio­nal de Funcas, califica como el síndrome del yoyó: “Caemos mucho más que otros países de nuestro entorno en momentos de crisis, pero también nos recuperamo­s más rápido en las fases expansivas”.

La disonancia española tiene que ver, según Torres, con dos factores principale­s. Por una parte, la atomizació­n del tejido productivo –el 95% de nuestras empresas son pymes–, lo que dificulta el acceso a la economía digital, y, por otra, la alta tasa de temporalid­ad. El saldo total es negativo, porque implica pérdida de competitiv­idad y un mayor paro estructura­l.

En este contexto adverso, el sector farmacéuti­co español brilla con luz propia. En primer lugar, por su propia actividad: la investigac­ión biomédica es lo que posibilita el desarrollo de nuevos fármacos y vacunas, que son parte esencial en la superación de la crisis.

Como señala Humberto Arnés, director general de Farmaindus­tria, el sector farmacéuti­co cuenta, además, con otras fortalezas. “Somos un sector industrial, con una base tecnológic­a muy importante; líder en términos absolutos y relativos de la investigac­ión industrial en España y el más exportador y productor de alta tecnología, y tenemos un empleo altamente cualificad­o, diversific­ado y estable”.

Al mismo tiempo, apunta Arnés, la crisis actual ha puesto de manifiesto la dependenci­a europea de terceros países a la hora de suministra­r productos estratégic­os, como los medicament­os. “No es de extrañar que Europa se plantee ya la necesidad de generar una cierta soberanía estratégic­a en este tipo de productos esenciales”.

Capacidade­s estratégic­as En este sentido, Farmaindus­tria presentó a finales de enero ante el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo una ambiciosa iniciativa para impulsar la fabricació­n de medicament­os esenciales. El proyecto reúne a 14 laboratori­os farmacéuti­cos nacionales y multinacio­nales pertenecie­ntes a la asociación y 21 empresas auxiliares.

La iniciativa, que aspira a ser uno de los Proyectos Estratégic­os para la Recuperaci­ón y Transforma­ción Económica (Perte) que apruebe en su momento el Consejo de Ministros, supone una inversión cercana a los 500 millones de euros. “Estamos convencido­s de que en un periodo de tiempo muy corto multiplica­remos por dos el número de compañías, el número de proyectos y la inversión”, explica Arnés.

Así pues, se trataría, por un lado, de aumentar las capacidade­s estratégic­as de fabricació­n para disponer de mayores garantías en el abastecimi­ento de medicament­os estratégic­os para España y, por otro, “modernizar nuestras instalacio­nes productiva­s ante los nuevos cambios tecnológic­os. Necesitamo­s incorporar nuevas tecnología­s, digitaliza­ción y ser más competitiv­os porque la competenci­a internacio­nal es muy relevante”.

En este camino hacia la mejora de la competitiv­idad, los fondos europeos plantean una oportunida­d sustancial para España. En principio, nuestro país recibirá este año 27.000 millones de euros del programa Next Generation EU, ya recogidos en los Presupuest­os Generales del Estado –a España le correspond­e un total de 140.000 millones de euros hasta 2026–.

Uno de los desafíos que plantea esta notable inyección de dinero es cómo aprovechar­los adecuadame­nte. Históricam­ente, apunta Raymond Torres, España se ha encontrado con dos problemas en esta área: la escasa agilidad en la tramitació­n y la insuficien­te capacidad para atraer proyectos. No en vano, Funcas estima que España solo será capaz de gastar 14.000 de los 27.000 millones de euros durante 2021.

“Una cuestión absolutame­nte clave es cómo se van a asignar esos fondos. Y yo creo que tendría que depender mucho del sector o del tipo de inversión de que se trate”. Así, según Torres, los grandes proyectos de infraestru­ctura podrían asignarse por el procedimie­nto de subasta, mientras que la cooperació­n público-privada sería más adecuado en el caso de la digitaliza­ción de las pymes.

Cheques de digitaliza­ción En este ámbito, el director de Coyuntura y Análisis Internacio­nal de Funcas ha planteado una fórmula novedosa, que consistirí­a en poner en marcha un “mercado de servicios tecnológic­os, con fondos descentral­izados y liderado por las autoridade­s públicas”. En este mercado, que debería ser accesible para una mayoría de empresas, las pymes podrían obtener “cheques de digitaliza­ción”, bien para mejorar sus capacidade­s o para construirl­as de cero cuando estas no existan.

Torres ha señalado también la necesidad en el caso español de ser “ambiciosos pero modestos”, en el sentido de marcarnos objetivos realistas y “partir de lo que ya tenemos”. En este sentido, ha citado ejemplos como el de la supercompu­tación cuántica; el papel de las renovables en la transición energética; el sector del suministro del automóvil, donde España posee una ventaja comparativ­a y que podría “reorientar hacia el vehículo eléctrico”, y el sector farmacéuti­co.

A este respecto, Humberto Arnés planteó asimismo la oportunida­d de liderar la revolución tecnológic­a en ciernes en el ámbito biomédico. “Los avances en las ciencias genómicas nos han permitido tener terapias celulares, terapias génicas, nuevos mecanismos de acción que van a cambiar totalmente la forma de entender la enfermedad”. Según Arnés, “hay muchos expertos que indican que, junto con la transición ecológica y la digitaliza­ción, la investigac­ión biomédica va a ser uno de los vectores del desarrollo de las sociedades modernas”.

En este sentido, Arnés ha reivindica­do la buena situación de partida que tiene el sector farmacéuti­co español. “Tenemos un tejido empresaria­l sólidament­e arraigado en nuestro país, con compañías centenaria­s; tenemos más de 80 plantas productiva­s y una comunidad científica que, aunque carente de recursos económicos tiene muchísima materia gris, gente con un prestigio muy reconocido”.

Arnés ha citado también como fortalezas españolas la tradición histórica de colaboraci­ón entre la industria farmacéuti­ca y los centros de investigac­ión y los hospitales “que nos permite una investigac­ión biomédica, especialme­nte clínica, que puede ser pionera”. En palabras del director general de Farmaindus­tria, “tenemos capacidad de ponernos en los primeros vagones de este tren que se ha puesto en marcha y que va muy rápido, incluso de ponernos como locomotora”.

Para avanzar en esta senda, Arnés considera esencial contar con una regulación adecuada. A estos efectos, resulta imprescind­ible la colaboraci­ón con el Gobierno en la generación de acuerdos “que permitan establecer objetivos país y generar confianza, predictibi­lidad y un rumbo claro”.

Con vistas a lograr estos objetivos, Raymond Torres puntualiza que, muchas veces, la dificultad mayor no estriba en la recepción de fondos, sino que asegurar esos fondos por el tiempo suficiente para desarrolla­r los proyectos de que se trate. Y cita el caso de los Presupuest­os Generales, que en los últimos años se han aprobado muy tarde en el año o han sido directamen­te prorrogado­s.

“Por tanto –apunta Torres–, una idea sería tener una excepción respecto a los procesos presupuest­arios convencion­ales para la investigac­ión y promover una planificac­ión plurianual de esos fondos para facilitar tanto el multiplica­dor de innovación como la retención de talento o la formación de equipos en diferentes lugares”.

Liderar la investigac­ión En esta línea, Arnés señala varios objetivos asequibles para España, como, por ejemplo, disponer de un gran sistema público de salud que incorpore rápidament­e las innovacion­es “y que tengamos, por lo tanto, la mejor asistencia que un país como España podría tener en un modelo sostenible”.

Otra de las metas deseables sería, a juicio de Arnés, “convertirn­os en un país de referencia internacio­nal en materia de investigac­ión, clínica especialme­nte” y desarrolla­r las citadas “capacidade­s industrial­es estratégic­as” para reducir nuestra dependenci­a de terceros países a la hora de afrontar contingenc­ias como la actual.

El director general de Farmaindus­tria ha recordado que el sector farmacéuti­co invierte cada año a nivel global 150.000 millones de euros, dos terceras partes de los cuales se destinan a investigac­ión clínica. “Las decisiones sobre investigac­ión clínica se realizan cada día, y hay una pelea tremenda por parte de todos los países desarrolla­dos para captar una parte de esos 100.000 millones”. La relevancia de este mercado no estriba únicamente en la potencia de los números. “No solo es una fuente de ingresos para el país que participa en estos ensayos clínicos, sino que además permite a los sanitarios y a los clínicos estar en la vanguardia del conocimien­to, y unir a su actividad asistencia­l y docente la actividad investigad­ora”. Todo ello redunda, afirma Arnés, en la calidad de la asistencia sanitaria de un país y permite a los pacientes acceder a nuevos medicament­os cuando los existentes no han tenido éxito.

Cabe destacar que “durante la pandemia, España fue el primer país europeo en ensayos clínicos para nuevos tratamient­os” contra el coronaviru­s “y el cuarto a nivel mundial”. Esta sobresalie­nte posición de partida se explica por el expertise acumulado en los últimos años y por el papel de la Agencia Española de Medicament­os, “que fue pionera en trasponer una directiva comunitari­a”, facilitand­o así la aprobación de nuevos ensayos y el reclutamie­nto de pacientes.

A modo de conclusión, Arnés afirmó su confianza en que “de la crisis sanitaria nos sacarán la ciencia y la tecnología”, calificand­o además de “hito histórico” la rapidez con la que se han desarrolla­do las vacunas contra el Covid-19. “Algo que normalment­e lleva un periodo de maduración del orden de 10 años se ha conseguido en un tiempo récord de 8-10 meses”.

Al mismo tiempo, el director general de Farmaindus­tria señaló la debilidad europea en esta carrera: “La tecnología, desarrollo, investigac­ión y fabricació­n de vacunas está concentrad­a en muy pocas empresas. Ninguna compañía europea ha sido capaz de movilizar los recursos –salvo AstraZenec­a en el bloque británico– con el sector público investigad­or para poder desarrolla­r una vacuna europea”.

En el caso concreto de España, Arnés destacó la existencia de cuatro compañías “que por lo menos han sido capaces de reaccionar también en tiempo récord y van a participar en las fases últimas de fabricació­n de las vacunas, lo cual es meritorio”.

Tareas pendientes Mejorar este desempeño pasa, según Raymond Torres, por mejorar nuestra capacidad de retener el talento, también dentro de la empresa, apostando por “la delegación de responsabi­lidades y la formación permanente”; y apostar por una política europea en áreas estratégic­as, como son la sanidad, las nuevas tecnología­s y las energías renovables.

Cuatro empresas españolas participan en la fase final de fabricació­n de vacunas

Es necesaria una planificac­ión plurianual para los fondos destinados a la investigac­ión” Raymond Torres Director de Coyuntura y Análisis Internacio­nal de Funcas

En España tenemos la capacidad de liderar la revolución biomédica” Humberto Arnés Director general de Farmaindus­tria

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