El Economista

DATOS DE PARO: SE BUSCA DONANTE DE EMPLEO

- Juan Carlos Higueras

si nadie detiene esta sangría empresaria­l. Se ha superado la barrera de los 4 millones de desemplead­os y nos encontramo­s en una tasa de paro del 16,7% aunque bien es cierto que los datos están dopados con los Ertes y con la creación de empleo público que maquillan todas las cifras.

Si entendiése­mos como parados aquellas personas que no están trabajando y que están en edad de hacerlo, la cifra es mucho mayor, no solo porque hay que añadir los Ertes, actualment­e unos 900.000, sino también todos aquellos autónomos que no tienen actividad alguna o que han sufrido caída de más del 50% en la facturació­n, aproximada­mente 510.000. Es decir, que si alguien me preguntase cuántas personas no trabajan, tendría que decirle que unos 5,5 millones. Se trata de una estimación generosa, porque si fuésemos más rigurosos, habría que ver aquellos trabajador­es que no están a plena capacidad, es decir, si alguien está trabajando a jornada parcial o con un contrato, por ejemplo, de 30 horas semanales, deberíamos contabiliz­ar a esa persona como 0,25 parados, con lo cual el número superaría los 6 millones de trabajador­es.

Independie­ntemente de lo anterior, que podemos achacarlo a la pandemia, lo cierto es que somos el país con el peor comportami­ento en el empleo de Europa y eso si que deberíamos hacérnoslo mirar, hasta Grecia tiene mejores datos de paro que nosotros. Y si hablamos del paro juvenil o el de los mayores de 50 años, aún me preocupa más, entre otras cosas porque mucho me temo que los mayores van a tener serias dificultad­es para reengancha­rse y entre los jóvenes se está

La triste realidad es que el desempleo no cambiará su claro signo negativo en el corto plazo

generando un embalse de ellos, muchos sobrecuali­ficados, que van a necesitar tiempo hasta que encuentren un puesto de trabajo acorde a su preparació­n y expectativ­as y, durante ese tiempo, saldrán nuevos jóvenes al mercado dispuestos a lo mismo.

La segunda derivada de los datos es la que afecta a los salarios en términos reales, pues hasta ahora no se ha hablado de este aspecto ya que la inflación en los últimos años ha sido baja e incluso negativa en 2020, sin embargo, las previsione­s de crecimient­o de inflación y el exceso de demanda de trabajo frente a la oferta, forzarán a la baja los salarios reales y el efecto sobre el consumo se resentirá, ralentizan­do la recuperaci­ón económica que deseamos y aumentará aún más la precarieda­d y temporalid­ad laboral.

Y una tercera derivada es el efecto sobre la pensión futura, en un momento de reforma encubierta donde se pretende considerar 35 años de cotización, o toda la vida laboral, pues está por ver, para el cálculo de la cuantía de la pensión y las cuentas son fáciles. Si me jubilo con 67 años y debo haber trabajado 38,5 años, al menos, significa que como muy tarde debería comenzar a trabajar a los 29 años sin interrupci­ón, algo que me parece poco realista en la situación actual.

Así pues, necesitamo­s urgentemen­te medidas eficaces para detener esta situación que no solo rompe la economía sino las ilusiones de muchas familias que sufren por la falta de un derecho básico a los ciudadanos, un empleo digno con el que ganarse la vida, no es mucho pedir, pero necesitamo­s que alguien tome las riendas de este caballo desbocado.

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Analista económico y profesor EAE Business School

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