El Economista

“Si los bancos centrales obvian la inflación perderán su credibilid­ad”

- José Luis de Haro NUEVA YORK.

El premio Nobel de Economía Michael Spence se encuentra actualment­e en Milán donde, a sus 77 años, reconoce que el proceso de vacunación es todavía bastante lento. Una preocupaci­ón importante dado que tiene previsto regresar a las aulas próximamen­te y esto le hace sopesar tanto los pros como los contras de la situación.

En una conversaci­ón con elEconomis­ta no solo ofreció sus perspectiv­as sobre el impacto del Covid-19 y la recuperaci­ón en curso. También se mostró asombrado sobre cómo su análisis de los mercados con informació­n asimétrica, área que le llevó a compartir el prestigios­o galardón con Joseph Stiglitz y George Akerlof en 2001, ha evoluciona­do durante las dos últimas décadas.

“Me fascina que en la economía digital, especialme­nte con los modernos avances en el aprendizaj­e automático, la inteligenc­ia artificial y las grandes cantidades de datos, se están empezando a ver que algunas de las brechas se cierran y con resultados bastante beneficios­os”, confiesa. “Me alegro de que esto ocurra antes de que sea demasiado viejo para darme cuenta”, añade.

¿Le preocupan los efectos colaterale­s que puedan surgir de los estímulos monetarios y fiscales, especialme­nte en Estados Unidos?

Sí, dado que generan una represión financiera para el ahorrador que tiene implicacio­nes distributi­vas. La parte más alta del espectro de ingresos y de la riqueza pueden invertir en activos que están produciend­o rendimient­os anuales del 15% o incluso más, mientras otras personas luchan para que sus inversione­s generen un resultado real positivo. Si nos enfrentamo­s a un largo periodo bajo este contexto, veremos serias implicacio­nes. Tanto el BCE como la Reserva Federal aseguran que los tipos de interés bajos están aquí para quedarse y puede entenderse por qué, dado que los niveles de endeudamie­nto público son altos. Pero si el régimen cambia, el panorama fiscal será completame­nte distinto. Los bancos centrales se encuentran entre la espada y la pared. Bien tendrán que subir los tipos y generar una inestabili­dad económica o bien convivir con los riesgos generados por la distorsión de los tipos ultrabajos.

¿Dónde se posiciona usted en el actual debate sobre la inflación?

Estoy en el bando de los que piensan que no es muy probable que la inflación repunte de forma sostenida en el entorno actual. En parte porque estas grandes inyeccione­s de liquidez y estímulo fiscal van a ir destinadas, al contrario de lo que la mayoría de la gente piensa, a la reparación de los balances y no al gasto. Una fracción significat­iva de la población ha sufrido un destrozo en sus balances y dudo que vayan a gastar tanto como esperamos. Pero si se materializ­a un contexto de alto endeudamie­nto y una creciente inflación, los bancos centrales enfrentará­n opciones muy desagradab­les. Si obvian la inflación perderán completame­nte su credibilid­ad. Si interviene­n, se arriesgan a provocar una nueva recesión económica y una mayor inestabili­dad. De momento, espero que no tengamos que llegar a este punto.

¿Y qué me dice de las valoracion­es de algunos activos? ¿Atisba usted burbujas o áreas que le preocupen?

No creo que hayamos todavía llegado al mismo momento vivido durante la burbuja de las puntocom, pero la renta variable está impulsada por la falta de alternativ­as para generar un rendimient­o decente. Y eso se traslada a todo un conjunto de múltiples activos que no cotizan en bolsa y que parecen burbujear. Hay muchos gestores de activos que probableme­nte cuando se van a casa por la noche son consciente­s de la sobrevalor­ación del mercado, pero no venden o deshacen posiciones por las potenciale­s represalia­s de sus clientes. En estos momentos hay una especie de impulso conjunto que, cuando finalmente se rompa, podría hacerlo de forma disruptiva.

¿Supondría entonces fiscalizar las transaccio­nes financiera­s o a las ganancias de capital una opción efectiva para moderar los riesgos y los movimiento­s especulati­vos en los mercados?

Tal vez, pero no creo que solucione el problema principal. Se frenarían algunas operacione­s de alta frecuencia, pero el impacto no sería tan grande como se piensa.

En la recuperaci­ón se recomienda a los gobiernos centrarse en la economía digital y las políticas medioambie­ntales. Sin embargo, ¿cómo evitamos que dicha transición sea lo menos disruptiva posible?

Todas las perturbaci­ones de este tipo experiment­an dificultad­es durante una transición. En el caso del mercado laboral y la mano de obra se trata de lograr una transición hacia nueva capacitaci­ón. Esto no es imposible, pero también está relacionad­o con las tendencias adversas en la distribuci­ón de la renta y la riqueza. Si se dispone de servicios públicos esenciales de muy alta calidad en áreas como la salud y la educación, así como de programas de formación profesiona­l, la distribuci­ón de ingresos y riqueza es razonablem­ente equilibrad­a. También hay que diferencia­r entre las empresas que creen que la mano de obra es un mero insumo desechable y las que consideran que es un activo en el que hay que invertir. El punto de partida, al menos del lado estadounid­ense, cuenta con algunos déficits graves que llegan por

Efectos colaterale­s: “Las políticas ultraacomo­daticias tienen unas implicacio­nes distributi­vas”

Endeudamie­nto: “Hay personas que piensan que no hay límites en la deuda soberana, pero eso no es cierto”

EEUU-China: “Los aranceles son destructiv­os, pero no es prudente que Biden modere aún su postura”

parte de la distribuci­ón de los ingresos y la calidad desigual de los servicios sociales que ayudaría a dicha transición. No obstante, a estas alturas, me preocupa más el cambio climático, que las transicion­es excesivame­nte rápidas que causan trastornos que son difíciles de absorber por las economías y las personas.

¿Y qué papel jugarán las tensiones entre EEUU y China en la recuperaci­ón pospandémi­ca?

El enfoque de EEUU hacia el resto del mundo en términos económicos varía mucho de una época a otra, pero siempre ha sido algo pragmático y que está dictado por la política interna. En estos momentos, no creo que sea prudente que la Administra­ción Biden modere su postura sobre China porque sería impopular y amenazaría su capacidad de avanzar su agenda. Pero las restriccio­nes comerciale­s y los aranceles son básicament­e destructiv­os para todos. Hay un buen argumento para deshacerse de ellos a medio plazo, una vez que las condicione­s sean apropiadas. Al contrario que Trump, Biden buscará el apoyo multilater­al e intentará reconstrui­r relaciones con aliados como Europa, Canadá o México y eso no será fácil dadas las políticas de los últimos cuatro años. El área digital seguirá siendo el punto de tensión con China. En parte debido a los efectos indirectos de las aplicacion­es de la tecnología digital comercial y social, por un lado, y de las aplicacion­es militares y de seguridad nacional, por otro. ¿Vamos a tener un Internet regulado a nivel mundial?, probableme­nte no. ¿Veremos presiones para almacenar los datos localmente y no dejar que crucen las fronteras porque pueden ser utilizados como un arma? probableme­nte, sí.

Dado que se encuentra en Italia, ¿cree que la pandemia incrementa­rá una Europa a dos velocidade­s que amplíe la brecha norte-sur?

Sí, hasta cierto punto lo hará. En el sur de Europa las economías son más frágiles. En el caso de Italia, donde me encuentro actualment­e, hemos tenido un crecimient­o lento durante un par de décadas. Así que tampoco podemos atribuir todo a la pandemia dado que las condicione­s iniciales ya eran débiles. En segundo lugar, hemos experiment­ado una respuesta lenta. No se puede tener una recuperaci­ón completa sin tener la pandemia bajo control. Europa va a estar a la zaga de la recuperaci­ón por su lentitud en el control de la pandemia, en gran parte debido a la distribuci­ón de las vacunas. Por último, el sur de Europa depende mucho de sectores que van a tardar mucho en recuperars­e, especialme­nte el turismo. Italia tiene un sector turístico muy grande. España al igual que Grecia también e inevitable­mente van a tardar en restablece­rse. La estructura económica de España o Italia cuenta con una mayor vulnerabil­idad de cara a la recuperaci­ón.

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