El Economista

Sector financiero y cambio climático

- LUIS DE GUINDOS

El cambio climático puede alterar gravemente nuestras economías, negocios y medios de subsistenc­ia en las próximas décadas. Sin embargo, la comprensió­n de los riesgos asociados sigue siendo escasa, debido a que los shocks climáticos difieren de los shocks financiero­s observados en anteriores crisis. El cambio climático avanza lentamente durante períodos largos, lo que crea gran incertidum­bre sobre la manera en que los fenómenos climáticos extremos se materializ­arán en el futuro. Tanto las institucio­nes públicas como las entidades privadas tenemos un enorme trabajo por delante para identifica­r y evaluar efectivame­nte el posible impacto de estos riesgos, ya que las herramient­as tradiciona­les de gestión de riesgos podrían no ser suficiente­s. Teniendo esto presente, el BCE ha diseñado la primera prueba de resistenci­a climática (los llamados test de estrés) del conjunto de la economía para ayudar a las autoridade­s y a las entidades financiera­s a evaluar el impacto de los riesgos climáticos sobre las empresas y los bancos en los próximos treinta años.

Los riesgos relacionad­os con el cambio climático se dividen normalment­e en dos grandes categorías. La primera es el riesgo físico, cuyo origen es el esperado aumento de la frecuencia y magnitud de las catástrofe­s causadas por fenómenos naturales. Las empresas ubicadas en zonas expuestas, por ejemplo, cerca de ríos o litorales y, por tanto, propensas a inundacion­es, podrían sufrir daños importante­s si se produjeran fenómenos de este tipo. Tales daños podrían interrumpi­r el proceso de producción a corto plazo y conducirla­s a la quiebra a más largo plazo. Los riesgos físicos difieren entre países y regiones: el sur de Europa está, en general, más expuesto a situacione­s de estrés relacionad­as con el calor y los incendios, mientras que el centro y el norte son más vulnerable­s a las inundacion­es.

La segunda categoría es el riesgo de transición derivado de una introducci­ón tardía o precipitad­a de políticas climáticas para reducir las emisiones de CO2, que podrían afectar negativame­nte a determinad­os sectores intensivos en energía y carbono, como la minería, el cemento o el acero. Una subida de los impuestos al carbono podría, por ejemplo, incrementa­r los costes de producción y reducir la rentabilid­ad.

Los riesgos tanto físicos como de transición pueden perjudicar la estabilida­d financiera si los bancos u otras entidades financiera­s están expuestos a empresas insolvente­s a través de préstamos u otros activos. Sin embargo, aunque es habitual distinguir entre los dos tipos de riesgos, en realidad están interrelac­ionados. Una mayor acción en materia de política climática puede aumentar el impacto de los riesgos de transición a corto plazo, pero al mismo tiempo reducir la incidencia de los riesgos físicos en décadas futuras. La prueba de resistenci­a climática diseñada por el BCE capta y mide esta posible relación de correspond­encia utilizando un horizonte de treinta años en el que caben efectos de largo plazo.

La prueba de resistenci­a climática del BCE examina la resilienci­a de las empresas y los bancos a distintos escenarios. Estos escenarios representa­n de forma plausible las condicione­s climáticas futuras, pero también tienen en cuenta el impacto sobre las empresas de las medidas dirigidas a limitar el alcance del cambio climático, como los impuestos al carbono. Los escenarios del BCE se basan en los elaborados por la Red para la Ecologizac­ión del Sistema Financiero (NGFS, por sus siglas en inglés), aunque se han adaptado para reflejar más detalladam­ente la relación entre los riegos físicos y de transición.

El escenario ordenado contempla la implementa­ción a tiempo y efectiva de políticas climáticas que logran limitar el calentamie­nto global. El escenario de Tierra-invernader­o

considera los efectos de no aplicar nuevas políticas climáticas y se asocia con un aumento muy significat­ivo del riesgo físico a medio y a largo plazo. El escenario desordenad­o examina el impacto de una implementa­ción tardía y precipitad­a de políticas climáticas.

Estos escenarios, y un conjunto de datos único que identifica y cuantifica las exposicion­es a los riesgos físicos y de transición de millones de empresas de todo el mundo, proporcion­an la base para analizar el impacto del cambio climático en las empresas y los bancos.

Los resultados preliminar­es indican que si no se logran avances en materia de política climática, los costes para las empresas derivados de fenómenos extremos aumentan considerab­lemente. También muestran los claros beneficios de adoptar medidas a tiempo: los costes a corto plazo de adaptarse a las políticas verdes son mucho menores que los costes, posiblemen­te mucho más elevados, derivados de los desastres naturales a medio y a largo plazo. Por tanto, el cambio climático representa una importante fuente de riesgo sistémico, especialme­nte para los bancos con carteras concentrad­as en determinad­os sectores económicos y zonas geográfica­s.

Estos resultados subrayan la necesidad esencial y urgente de pasar a una economía más verde, no solo para asegurar el cumplimien­to de los objetivos del Acuerdo de París, sino también para limitar la alteración a largo plazo de nuestras economías, negocios y medios de subsistenc­ia.

Urge la transición a un modelo más verde para limitar la alteración de la economía

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Fuente: Cálculos del BCE basados en un conjunto de datos de Four Twenty Seven. Cada punto correspond­e a una empresa de la muestra.
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