El Economista

LA ‘OPERACIÓN MADRID’ DE PABLO IGLESIAS

- Marc Sanjaume

ámbito regional en varias autonomías. En ese contexto, la candidatur­a sorpresa de Iglesias (formulada de arriba abajo), al igual que la del exministro Salvador Illa en Cataluña, obedece a la concepción centraliza­da y de competició­n multinivel de los partidos de ámbito estatal. Las formacione­s políticas tienen incentivos para hacerlo bien en todas las competicio­nes electorale­s y el tirón mediático de los ministrosc­andidatos es innegable. Además, en el caso de Madrid, la presidenta Ayuso llevaba meses liderando la oposición política estatal, incluso más que el grupo parlamenta­rio en el Congreso liderado por Pablo Casado. Ante este escenario, Podemos-Madrid parecía abocado a un fracaso autonómico claro ante la escisión de Más Madrid.

Así, el hasta ahora ministro y vicepresid­ente Iglesias, un político de astucia y carisma reputados a la vez que experto en todo tipo de series (algunas de fantasía), busca obtener beneficios a corto y a largo plazo. A corto plazo, su apuesta por la Comunidad de Madrid persigue nada menos que rescatar a Podemos en la Asamblea madrileña, lanzar una opa a Más Madrid y

Se libra una batalla que, en rigor, apunta al Congreso y a La Moncloa directamen­te

relevar el liderazgo partidista estatal del propio Iglesias dejando paso a la ministra Yolanda Díaz. A largo plazo, un hipotético buen resultado el 4 de mayo sería un balón de oxígeno para una formación que desde su fundación se había impuesto un listón altísimo (¡asaltar los cielos!) sin quizás calibrar del todo la naturaleza multinivel del sistema político español ni la resilienci­a del bipartidis­mo que apuntala al “régimen del 78”. Más allá del impacto para el propio Iglesias y su formación, si situamos la operación Madrid en la secuencia de lo ocurrido en Murcia, el oleaje generado por la moción de censura fallida va camino de convertirs­e en un verdadero tsunami. Tampoco parece casual que el teatro de las operacione­s sean dos autonomías sin presencia de partidos de ámbito regional, copadas por partidos de ámbito estatal, pero sin organizaci­ones regionales fuertes. Se libra una batalla que, en rigor, apunta al Congreso y a la Moncloa directamen­te. ¿Cuáles serán las implicacio­nes para el Gobierno central y sus apoyos parlamenta­rios? ¿Afectarán los resultados autonómico­s a la estabilida­d de la coalición en la Moncloa? La implosión del sistema de partidos puede haberse llevado por delante al bipartidis­mo y la añorada estabilida­d relativa que conllevaba, pero, aunque todo cambia, hay cosas que parecen inamovible­s, Madrid es Madrid.

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Profesor de Ciencia Política (Universita­t Oberta de Catalunya)

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