Un hipotético buen resultado el 4 de mayo sería un balón de oxígeno para Podemos
La apuesta inesperada de Pablo Iglesias por la Asamblea de Madrid tal vez responda a cálculos y ambiciones personales. De hecho, la sorpresa ante la decisión de Iglesias es doble. Primero, porque renuncia nada menos que a un ministerio y una vicepresidencia segunda del Gobierno central para adentrarse en la política autonómica madrileña con resultados aún inciertos. Pero también porque resulta paradójica viniendo de un partido que promueve una práctica política (plurinacional) de abajo arriba, una dinámica que a juzgar por el éxito de sus alianzas territoriales (véase Galicia y Cataluña) parece más retórica que práctica.
En cualquier caso, no se puede decir que se trate de una decisión irracional, al contrario, la candidatura de Iglesias en Madrid cobra todo su sentido como movimiento estratégico a corto y a largo plazo. A mi modo de ver, es una apuesta que debe interpretarse dentro del marco institucional autonómico y sus incentivos electorales. Es decir, en un sistema de competición electoral multinivel a menudo utilizado para promover el sucursalismo partidista y apuntalar los partidos de ámbito estatal. Desde que el sistema de partidos español implosionó en 2015, la adaptación al multipartidismo ha generado una aceleración e inestabilidad notables en la política española con repeticiones electorales, mociones de censura y alianzas de todo tipo. El antiguo bipartidismo y los gobiernos monocolor imperantes hasta hace poco más de un lustro queda hoy muy lejos, aunque son muchos los actores que no parecen no darse por aludidos. Hoy tanto el Gobierno central como trece gobiernos regionales están formados por coaliciones de dos, tres o hasta cuatro formaciones políticas. Por lo tanto, la política de pactos ha llegado para quedarse, una característica que España comparte con otras democracias europeas como la danesa, la holandesa o la belga. Sin embargo, en el caso español convive, a su vez, con la existencia de un modelo territorial multinivel poblado por partidos de ámbito estatal muy recientes (Podemos, Cs, Vox) que en algunos casos luchan para superar las barreras de entrada a los parlamentos autonómicos (5% en el caso de Madrid) y partidos de