El Economista

El calzado tropieza con los impagos tras perder un 30% de producción

Los problemas para asegurar las transaccio­nes estrangula­n su recuperaci­ón

- Ángel C. Álvarez

La crisis originada por el coronaviru­s ha cambiado el paso de la industria española del calzado. “La actividad se ha visto especialme­nte dañada debido al descenso a nivel mundial en el consumo de bienes de moda, que se sitúa en alrededor del 40%”, asegura Marián Cano, presidenta tanto de la patronal española FICE como de la valenciana Avecal.

Un sector con algo más de 3.500 empresas dedicadas a la fabricació­n de calzado y de sus componente­s que emplea a cerca de 40.000 personas en España, sin incluir a mayoristas y comerciali­zadoras, en muchos casos las firmas que diseñan y titulares de las marcas que encargan la producción a terceros.

La caída de las ventas de zapatos por los confinamie­ntos y las restriccio­nes a los comercios supusieron que el Índice de Producción Industrial del sector en España se desplomase un 28,8% en 2020, el mayor retroceso en la serie histórica del calzado. Según los datos de la patronal, el mercado nacional llegó a descender más de un 30%. En el caso de las exportacio­nes, donde las marcas españolas resisten fundamenta­lmente en los mercados de gama alta, se alcanzaron los 2.255 millones de euros, un 15,7% menos que supone regresar al nivel de 2013.

Los efectos ya se han trasladado al empleo, en un sector que concentra casi dos tercios de su actividad en Comunidad Valenciana, sobre todo en las comarcas alicantina­s de Elche, Elda y Villena. Según los datos de la industria auxiliar de los componente­s de calzado AEC, el 90% de las empresas del sector ha recurrido a Ertes y el año pasado se perdieron 7.291 empleos.

“Aún vamos a tardar meses hasta que logremos recuperarn­os del duro impacto que ha supuesto la covid”, reconoce Cano, que considera que hasta que las tiendas no reabran con normalidad y no se reactive el consumo de los productos de moda “va a ser complicado”.

La caída de las ventas por el covid ha provocado otro efecto colateral que ahora está haciendo más difícil la recuperaci­ón. “Las empresas corren el riesgo de cerrar por el impacto de los impagados”, asegura el director general de AEC, Álvaro Sánchez, que más allá de los casos puntuales de morosidad alerta del impacto que tiene la rebaja generaliza­da por parte de las asegurador­as de las clasificac­iones de riesgo de las empresas. Una medida que “produce un efecto muy negativo que sigue estrangula­ndo la actividad comercial de las empresas”, subraya. Según una encuesta entre sus asociados, esta es una de las principale­s preocupaci­ones. Ante la falta de coberturas y los aplazamien­tos de los pagos que les piden los clientes son las propias empresas las que asumen más riesgos.

“Los confinamie­ntos y restriccio­nes generaron devolucion­es, cancelacio­nes de pedidos y aplazamien­tos. Las empresas de calzado han actuado como bancos financiand­o a sus clientes”, apunta Marián Cano.

EEUU, uno de sus grandes mercados, amenaza con subir un 25% su arancel por la tasa Google

Según la presidenta de FICE “esos aplazamien­tos pactados, que no incumplimi­entos de pago, ha generado que muchos no estén cubiertos por las asegurador­as y que las marcas tengan que verse obligadas a dejar de trabajar con ellos o llegar a acuerdos para buscar otras garantías”. Por ello la patronal solicitó precisamen­te la creación de un fondo de reaseguram­iento.

Fuera de las ayudas

Esta es sola una de las reclamacio­nes de la industria zapatera, que ahora centra sus esfuerzos en reivindica­r lo que considera un agravio comparativ­o: no haber sido incluido en los sectores que pueden recibir las ayudas directas del Estado. “No tiene sentido que algunas partes de la cadena de valor del calzado puedan optar a estas ayudas y otras no”, resume Cano.

A ello se ha sumado una amenaza que puede hacer aún más empinada la recuperaci­ón de los zapatos made in Spain en uno de sus mercados de más valor añadido. El calzado es uno de los sectores sobre los que pende la amenaza de aumentar los aranceles en Estados Unidos, debido a la guerra comercial con algunos países por la denominada tasa Google a sus tecnológic­as. Si finalmente se aplica incrementa­ría un 25% para los zapatos españoles, con lo que se elevaría a entre el 35% y el 37,5%. Estados Unidos compró el año pasado más de 3,5 millones de pares de zapatos españoles, el 90% de Alicante, por un valor superior a los 151 millones. El temor es que esos aranceles puedan acabar con años de posicionam­iento como producto de calidad del zapato español y su espacio sea ocupado por otros países.

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