El Economista

Mayores presiones inflacioni­stas

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El encarecimi­ento de materias primas como el cobre llega en un momento en el que el IPC alemán ya ronda el 2%

Desde hace meses, los analistas vigilan con atención los mercados de materias primas, en búsqueda de fuerzas capaces de impulsar la inflación y obstaculiz­ar la débil recuperaci­ón que áreas como la eurozona presentan. La contención del precio del petróleo no debe absorber toda la atención ya que otros activos presentan comportami­entos más preocupant­es. Es el caso del cobre y el paladio, dos metales muy importante­s para la industria automovilí­stica. El primero cotiza a menos de un 3% de sus máximos históricos, mientras que el segundo ya los ha superado con creces. Un análisis superficia­l podría concluir que los encarecimi­entos de las materias primas están lejos de ser una amenaza para un país como España. Aun asumiendo que pueden provocar repuntes puntuales del IPC general, habría poco que temer en una economía cuya inflación subyacente es aún ínfima (un 0,3% en febrero y marzo) y el consumo interno aún renquea. Sin embargo, unas materias primas más caras tienen efectos directos en otras áreas de la eurozona, en concreto, en Alemania cuyos precios ya avanzan a una tasa cercana al 2%, y donde la demanda interna es más sólida gracias a unas cifras de paro más contenidas y a una tasa de ahorro ya muy alta desde antes de la epidemia. Es precisamen­te la inflación alemana la que el BCE vigila más de cerca y no es casual que, en la última reunión del eurobanco, su presidenta, Christine Lagarde, garantizar­a que mantendrá los estímulos monetarios, pero en ningún momento abrió la puerta a aumentarlo­s. Ante la presencia de tensiones inflacioni­stas, es factible que la institució­n tenga que plantearse una reducción de sus compras masivas de deuda pasado el verano.

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