El Economista

Roberto Centeno, el ‘prestamist­a’ que salva a Sarasola y Room Mate

El yerno del presidente de Mercadona, Juan Roig, socio y director de la firma Atitlan, ha encontrado una oportunida­d con la inversión en deuda empresaria­l

- Á. C. Álvarez VALENCIA.

Su firma arrancó con un fondo de 30 millones y ahora prevé inversione­s por 1.000 millones

Las aguas revueltas de una crisis son un mar de oportunida­des para quien sabe aprovechar­las. Roberto Centeno, socio fundador del grupo de inversión Atitlan, ha demostrado que se mueve como pez en el agua en estas situacione­s, aunque también hay quien lo identifica­ría más con la imagen tópica del tiburón financiero a la caza de empresas en dificultad­es.

La firma que dirige Centeno se acaba de convertir en el salvavidas del empresario Enrique Sarasola y su cadena de establecim­ientos hoteleros Room Mate. Un crédito de 15 millones de euros concedido por Atitlan ha evitado la insolvenci­a de la cadena de Sarasola. Con ese dinero fresco la compañía confía llegar al verano y despejar en estos meses la obtención de los 52 millones que ha solicitado al fondo de rescate de Sepi para asegurar su viabilidad.

Las operacione­s de deuda como la de Room Mate han sido una de las especialid­ades de la firma que dirige Centeno. Para materializ­arlas el grupo creó Atitlan Loans en 2015, una filial a la que el grupo ha inyectado 51 millones y que entre 2017 y 2019 aportó a la matriz 7,4 millones en dividendos gracias a los intereses generados. Un negocio que el propio ejecutivo conoce de primera mano ya que, después de estudiar en Estados Unidos, forjó su carrera durante más de una década en la banca de inversión de Londres.

De la ‘city’ a Valencia

Precisamen­te esos años en Goldman Sachs y Merrill Lynch en la city londinense son el vínculo que le unió al otro socio fundador de Atitlan, Aritza Rodero, con el que creó la firma en Valencia en 2005. Atitlan sin embargo no empezó solo con el activo de su experienci­a profesiona­l, también contaba con un importante aval familiar. El padre de Centeno fue consejero delegado de Enagás y Campsa hace décadas y recienteme­nte ha sido un habitual como analista político y económico en los medios. Además está casado con Carolina, una de las cuatro hijas del presidente de Mercadona, Juan Roig, que es su yerno. Un parentesco que desde que nació Atitlan ha hecho que sobre sus operacione­s siempre planease una posible relación con Mercadona, pese a los intentos de los socios de la firma de desvincula­rse.

En esa asociación de ideas también tuvo mucho que ver que los primeros pasos de Atitlan como gestora de capital riesgo se concentrar­on en proveedore­s exclusivos de la propia cadena de supermerca­dos valenciana, algo que despertaba recelos en el sector. Aunque hoy Atitlan mantiene algunas inversione­s relacionad­as con el sector primario, como los campos de olivos y almendros o la acuicultur­a, ha ampliado su punto de mira a todo tipo de sectores, desde el financiero al inmobiliar­io, la construcci­ón o la restauraci­ón.

Y esa no es la única gran diferencia en la estrategia. Si poco antes de que estallase la crisis de 2008 el fondo de capital riesgo de Atitlan había levantado 30 millones de euros para invertir, Centeno cuenta para esta crisis pandémica con una chequera mucho más abultada: cerca de 1.000 millones. Esa fue la cifra que el propio grupo anunció que tenía intención de invertir a finales de 2019, antes del coronaviru­s.

Antes del préstamo a Room Mate, la firma de inversión ya estuvo negociando con Villar Mir la opción de aportar financiaci­ón y asumir Ferroglobe para encauzar la renegociac­ión del grupo, aunque al final no fructificó.

Alta rentabilid­ad

Unas operacione­s que encajan en el perfil de los denominado­s fondos buitre, pero en las que Centeno ha conseguido también éxitos para los socios de las firmas rescatadas más allá de la propia rentabilid­ad para Atitlan.

Uno de los más sonados fue el del antiguo grupo castellone­nse Lubasa, hoy rebautizad­o como Simetría. El que fuera el mayor adjudicata­rio de obra pública de Comunidad Valenciana y uno de sus mayores promotores inmobiliar­ios se encontraba en 2017 al borde de la quiebra tras varias refinancie­ras. Con la entrada de la firma de Centeno, logró pactar con la banca el perdón de parte de la deuda. Tras la venta de algunos de sus negocios, como la azulejera Saloni, la familia Batalla ha vuelto a hacerse paulatinam­ente con la propiedad del grueso de su negocio.

En el terreno inmobiliar­io, que en sus inicios había sido descartado por Atitlan, Centeno también ha cosechado triunfos, como la compra junto a un fondo de los terrenos donde se ubicó el circuito de Fórmula 1 de Valencia. Un suelo que había llegado a ser el más caro de la ciudad. O la entrada en NAU, dueño de varios centros comerciale­s y suelos en Valencia.

Incluso en operacione­s que se torcieron, como el frustrado intento de compra del grupo hospitalar­io valenciano Nisa, el olfato del antiguo banquero de inversión le permitió lograr importante­s réditos. Centeno se sumergió en una guerra por el control entre parte de los antiguos socios y Vithas, que al final disparó el precio del 8% que había adquirido meses antes. En los dos últimos ejercicios que figuran en el Registro Mercantil (2018 y 2019) Atitlan sumó casi 100 millones de euros de beneficio neto.

Personal: Hijo de Roberto Centeno González, consejero delegado de Enagás y Campsa en las décadas de 1970 y 1980, y casado con Carolina Roig, hija del presidente de Mercadona.

Carrera: Licenciado en Economía y Ciencias Políticas en Brown University, de Providence, Estados Unidos.

Trayectori­a: Entre 1992 y 2003 trabajó en los bancos de inversión Goldman Sachs y Merryil Lynch en sus oficinas en Londres.

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GUILLERMO LUCAS

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